Obras Maestras del Barroco: Arquitectura, Escultura y Éxtasis
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Plaza y Columnata de San Pedro del Vaticano (1656-1663). Bernini. Roma
La arquitectura barroca se integra plenamente en su entorno urbano. Con esta plaza y columnata, magnífico conjunto urbanístico, Bernini creó un acceso monumental a la Basílica de San Pedro del Vaticano. Diseñó una gran plaza formada por dos arcos de círculo cuyos centros están separados por un espacio de 50 metros, configurando un espacio elíptico. En cada uno de los lados, dos fuentes completan el conjunto. En el centro de la plaza está situado el antiguo obelisco egipcio del circo de Nerón.
La columnata está formada por cuatro hileras de columnas de orden toscano (un total de 296), que soportan un entablamento liso, rematado por una balaustrada, decorada con 140 esculturas que representan a santos y mártires. El conjunto transmite la sensación de un espacio inabarcable, casi infinito.
Esta plaza simboliza los brazos de la Iglesia que acoge a todos los fieles, fuerte frente al avance del protestantismo. La presencia de los santos contrasta con su negación por parte de la iglesia protestante. La plaza da acceso, a través de una amplia escalinata, a la Basílica de San Pedro del Vaticano. Destaca la fachada, obra de Maderno, con unas gigantescas columnas de capitel corintio y fuste liso, que sostienen un frontón triangular con un relieve del escudo del Vaticano. Rematando la fachada hay un cuerpo de ventanas con una balaustrada en la que se sitúan las efigies de los doce apóstoles. La cúpula de Miguel Ángel, de 131 metros de altura, destaca sobre todo el conjunto.
Cristo Yacente (1614). Gregorio Fernández. Madera policromada. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. España
En esta obra, el escultor Gregorio Fernández representa a Cristo muerto, con la cabeza inclinada hacia la derecha y con los párpados y boca entreabiertos. Su cuerpo desnudo, de gran belleza, refleja un perfecto estudio anatómico, como lo revelan las costillas marcadas o la elevación del esternón.
El artista consigue crear una obra de intenso dramatismo mediante un tratamiento muy realista, en el que no elude incluso la representación de llagas y heridas sangrantes. La obra quiere conmover al espectador, transmitirle todo el dolor y el sufrimiento de Cristo como hombre, para de esta forma conseguir el acercamiento del hecho religioso a la sensibilidad creyente.
El artista realiza una serie de Cristos yacentes, imágenes que solían situarse en el banco de los retablos y delante del altar mayor de las iglesias el día de Viernes Santo. Será además un tema que quedará como modelo para discípulos y seguidores.
El Éxtasis de Santa Teresa (1647-1652). Bernini. Mármol. Capilla de los Cornaro. Iglesia de Santa María de la Victoria, Roma
Se trata de un grupo escultórico, considerado la obra maestra de Bernini. Se sitúa en una capilla funeraria, en la pequeña iglesia de Santa María de la Victoria, y quiere ser exaltación de una rica familia veneciana. La escena representada se ajusta a la descripción que hace la santa de su propio éxtasis, por lo que el artista utiliza una fuente literaria como motivo de inspiración. Está concebida dentro de un marco arquitectónico, siendo un perfecto ejemplo de la integración de las artes (arquitectura, escultura, pintura), consiguiendo una verdadera escenografía teatral, típicamente barroca, capaz de sorprender al espectador e incluirlo en el ámbito de la representación.
La escena principal se encuentra en el interior de una hornacina, sobre el altar, flanqueada por columnas dobles que sustentan un rico entablamento curvo. En las paredes laterales de la capilla aparecen representados, en un retrato escultórico de grupo, los miembros de la familia Cornaro, observando la escena.
Los materiales son variados: un fondo de alabastro, mármol blanco para las figuras y bronce dorado para los rayos. Suspendida en el aire (a 350 cm del suelo), es la inestabilidad contra el principio de la gravedad. Escondida tras un frontón, la luz entra a través de un cristal amarillo, lo que acusa el carácter de visión, la unión mística entre Cristo y la santa. Este tratamiento de la luz contribuye a reforzar el poderoso impacto visual del conjunto.
La figura de la santa se encuentra sobre una nube en actitud desvanecida. El ángel, de gran delicadeza, es el perfecto contraste de la santa. Aparece sonriente, de pie frente a la santa, con la flecha que acaba de clavar en su pecho.
El análisis formal es un recordatorio de las características de la escultura barroca: la expresión de sentimientos en los rostros, los elementos dinámicos acusados en el drapeado de las vestiduras que crean fuertes contrastes entre la luz y la sombra, el segmento de arco del cuerpo de Teresa frente a la vertical del ángel, la diagonal de la flecha en paralelo con el brazo del ángel, las texturas diversas de la nube en la que se encuentra Teresa, con los vestidos y las partes del cuerpo descubiertas.
Se aprecia un gran virtuosismo técnico en la representación de la textura de la piel, los cabellos, las telas…