Obras Maestras del Arte Barroco: Bernini, Velázquez, Churriguera y Mansart
Enviado por Chuletator online y clasificado en Otras lenguas extranjeras
Escrito el en español con un tamaño de 12,36 KB
David, de Bernini
La escultura, realizada en mármol blanco y de tamaño natural, muestra la imagen exenta de cuerpo entero de David, representado justo en el momento en que tensa al máximo la honda para lanzar la piedra que matará al gigante Goliat. Bernini representa al personaje en un instante de la acción. Apoyado en ambas piernas, estas se abren al máximo pareciendo querer salirse de su pedestal, donde apenas apoya los dedos de los pies, único apoyo del pie izquierdo, atrasado respecto al derecho que avanza hacia nosotros. El cuerpo se arquea y se retuerce violentamente mientras sus brazos tensan la cuerda de la honda para lanzar la piedra. La escultura es típicamente barroca tanto por su composición de líneas abiertas, en forma de aspa o equis, que parecen proyectar toda la energía hacia el exterior, como por la línea oblicua ascendente marcada por la mirada de David, que se dirige hacia un punto fuera de la escultura; así como por la inclinación del brazo que tensa la honda. La obra, aunque tiene un punto de vista principal, obliga al espectador a girar a su alrededor mostrando desde cada ángulo puntos de vista nuevos (visión estereométrica). David muestra en su cuerpo semidesnudo la tensión y concentración del momento, manifestada en los músculos y en un rostro ceñudo, cuyos labios muerde con fuerza debido al esfuerzo del momento transcendental. En esta ocasión Bernini optó por un modelo adulto, lejos del apolíneo de Donatello o del joven de Miguel Ángel, donde prima el realismo frente a la idealización; de manera que David se nos presenta como un vulgar pastor, como atestigua el zurrón de piel que cruza su pecho. En una época de mayor puritanismo moral, como consecuencia de la Contrarreforma, Bernini rehúye de representar el desnudo completo de manera que el cuerpo se ve semicubierto por una tela. A los pies esculpe una lira aludiendo al futuro rey poeta así como una coraza, de la que David no hace uso, y que podría simbolizar la superioridad de la fe de David; quien, sin armas, con una simple honda, vence contra todo pronóstico frente a la fuerza, representada por Goliat. Por último destacar el magnífico pulido de la escultura y los efectos de claroscuro que recorren la obra.
Las Meninas, de Velázquez
Las Meninas o como era conocida, La familia de Felipe IV es una de las obras más significativas de la producción del pintor barroco Diego de Velázquez. Se trata de un óleo sobre lienzo pintado hacia el año 1656.
El tema representado es muy simple, refleja una escena común de Palacio en el que la infanta doña Margarita, acompañada de su corte de Damas, que reciben el nombre de Meninas, bufones y otros personajes de la corte que fueron a visitar el estudio del pintor Velázquez, donde Felipe IV y Mariana de Austria, salen reflejados en el espejo de la pared del fondo.
Se puede diferenciar tres tipos de planos en este cuadro:
- En el primero se encuentra la infanta Margarita con sus damas de honor que son las meninas y los bufones, que representa la inocencia y la infancia.
- En el segundo encontramos a Velázquez al lado izquierdo de la infanta y al extremo derecho se encuentra el guardadamas y la guarda mujeres.
- Y por último encontramos al posentador y a los reyes que a primera vista parecen ser los menos importantes del cuadro pero son los que le dan la profundidad intelectual y técnica a la obra.
Plaza Mayor de Salamanca, de Churriguera
En la primera fase (1729-1735) fue nombrado arquitecto jefe Alberto Churriguera. Según la intención de Rodrigo Caballero el espacio que debía ocupar la plaza era mucho mayor que el actual pero los constantes litigios del ayuntamiento de la ciudad con los dueños de los solares redujeron el proyecto a una plaza prácticamente cuadrada con unos 80 metros de superficie. La plaza, que en un primer momento debía recibir el nombre de Plaza de San Martín por la proximidad de la iglesia dedicada a este santo, se configuró como un espacio de marcada horizontalidad. Sobre un pórtico adintelado y abierto a la plaza a través de arcos de medio punto, se levantan tres pisos con balconadas que se vierten al patio de la plaza. El uso de pilastras cajeadas de orden gigante en el primer y segundo piso, hacen que el tercero se configure como un pequeño ático. La construcción aparece rematada por una balaustrada. Siguiendo este proyecto Alberto Churriguera construye dos pabellones: el Pabellón Real, que recibe su nombre de los medallones o clípeos que decoran las enjutas de los arcos con imágenes de monarcas españoles, y el Pabellón de San Martín, denominado así por ser el más próximo a la iglesia de San Martín. Cuando Alberto Churriguera finalizó la construcción de los dos pabellones hubo de ausentarse de la ciudad quedando el proyecto en manos de su sobrino Manuel de Larra Churriguera. Durante un tiempo se debatió sobre si modificar el proyecto para darle un nuevo aspecto a los dos pabellones que restaban por construir, pero finalmente se optó por seguir con el proyecto inicial. Entre 1735 y 1750 la construcción de la Plaza Mayor de Salamanca estuvo paralizada, los problemas del Ayuntamiento con los propietarios de los solares que se debían expropiar para construir la plaza fueron una constante y entorpecían constantemente la ejecución del proyecto. Entre 1750 y 1765 se produjo la segunda fase de construcción, esta vez se levantaron los pabellones oeste, el de Petrineros dedicando su iconografía a personajes ilustres, y el pabellón norte que albergaría el ayuntamiento de la ciudad y otorgaría a la plaza su condición de Plaza Mayor. En esta segunda fase la configuración de balcones corridos que Alberto Churriguera plasmara en los dos primeros pabellones se modificó por balconadas individuales que otorgan un aspecto más modular, pero en general se siguen las mismas líneas del proyecto de este.
Plaza Mayor de Madrid, de Gómez de Mora
El aspecto desornamentado, con la típica repetición de vanos adintelados, así como la utilización de los tejados de lousa y las torres rematadas por chapiteles nos hablan claramente de la arquitectura austríaca que comenzó a desarrollarse en el siglo XVI en España, desarrollándose durante el siglo siguiente (primera mitad del XVII), momento al que pertenece esta construcción, la Plaza Mayor de Madrid. Obra de Gómez de Mora, sigue las líneas marcadas en el siglo anterior por Herrera en El Escorial, variando tan solo algunos materiales (el ladrillo, signo inequívoco de la progresiva crisis económica que vive la monarquía), así como añadiendo (de una forma muy breve) algunos detalles decorativos que enlazan con el momento artístico, el barroco, aunque entendido de una forma muy contenida. Todas estas características crean un modelo arquitectónico que se repetirá durante toda la primera mitad del siglo XVII, tanto en palacios (Corte de Cárcel o Casa de la Villa, del mismo arquitecto) como en iglesias (Encarnación, de fray Alberto de la Madre de Dios), enriqueciéndose progresivamente hacia finales de siglo con mayor decoración (San Isidro) hasta los modelos ya por completo barrocos del siglo posterior (especialmente realizados en Madrid por Ribera, como el Hospicio o el Puente de San Isidro, o los Churriguera en Salamanca con su plaza Mayor mucho más decorada, articulada y sin los elementos escurialenses). Concretamente relacionado con el edificio, este nos muestra uno de los grandes ejes ideológicos que desarrolla el arte barroco. Hablamos de la idea de arte entendida como propaganda del poder real, al ser la Plaza Mayor el perfecto escenario (idea también muy barroca, la de la teatralidad y su conexión con lo teatral y las numerosas representaciones que permiten participar al pueblo en la ideología) de la magnificencia de la monarquía, al ser empleado para numerosos actos que reafirmaban su poder como corridas de toros, ejecuciones públicas, fiestas, Autos de Fe... donde la plaza se convertía en un teatro presidido desde el balcón real por el monarca. (En los mencionados acontecimientos, la sobriedad decorativa se veía compensada por numerosos tapices y colgaduras o reposteros, siendo un buen ejemplo del arte efímero, muy desarrollado en el mundo del Barroco).
Las Lanzas, de Velázquez
Es un óleo sobre lienzo perteneciente al artista español Diego de Silva Velázquez. Fue pintado entre 1634 y 1635, para el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro de Madrid, el cuadro pertenece a su etapa de pintor de cámara (artista al servicio de la monarquía vigente en el momento). Actualmente se expone en el museo del Prado en Madrid, España.
La Rendición de Breda, llamada popularmente Las Lanzas, pertenece a una serie de doce cuadros de historia realizados por distintos artistas, como Zurbarán, Carducho o Antonio de Pereda entre otros, en los que destacan los triunfos militares de la monarquía Española, decorando el salón del palacio anteriormente citado.
Velázquez plasma un episodio histórico sucedido en Breda (Holanda) en 1625. Momento en que los tercios españoles derrotan a los ejércitos holandeses, dirigidos por Justino de Nassau, y ocupan la ciudad, que se rinde ante el ejército comandado por Ambrosio de Spínola, el mejor capitán en tiempos de Felipe IV. El acontecimiento perteneciente al periodo de la Guerra de los 30 Años, que finalizaría con la derrota de España e independencia de los Países Bajos.
Baldaquino de San Pedro del Vaticano, de Bernini
Debemos recordar que entre 1545-1563 se produce el Concilio de Trento, con el que se trata de reformar la Iglesia católica y ganar adeptos frente a la reforma protestante. Uno de los medios será utilizar el arte como propaganda religiosa, así, el Barroco, estilo que se da en plena Contrarreforma utilizará grandes recursos expresivos, como el dinamismo (aquí patente en las columnas salomónicas y las grandes volutas), la teatralidad (su localización dentro del templo) con el fin de impresionar al espectador y hacerle sentir que el Catolicismo es la única y verdadera religión. Sin duda, Bernini, uno de los arquitectos y escultores más destacados del Barroco, con esta obra consigue reunir, a pesar de respetar las proporciones clásicas, todos los elementos expresivos del Barroco. Las columnas salomónicas, por influencia de Bernini y del Baldaquino de San Pedro, serán ampliamente utilizadas durante los últimos años del Siglo XVII, sobre todo en España, convirtiéndose, junto a otros elementos como los estípites, en uno de los rasgos diferenciadores del arte Barroco.
Palacio de Versalles, de Mansart
El palacio de Versalles fue mandado construir por Luis XIV, al principio era un pequeño pabellón donde la familia real solía ir a cazar, el palacio fue construido por el padre de Luis XIV en 1624, pero este resultaba pequeño, por lo que el rey decidió ampliarlo para los servicios administrativos de Francia, servir de residencia a 20.000 personas y poder disfrutar el tiempo de ocio, así como crear un edificio descomunal y digno de su poder y de su imagen "el rey sol", trasladándose su residencia al palacio, instalando allí la corte y el gobierno simultáneamente. Muy pronto, el palacio y la ciudad que surgió a su alrededor se convertirán en un signo santuario de propaganda política, de manera que los embajadores extranjeros que llegaban quedaban estupefactos ante un edificio tan espectacular, rodeado de unos impresionantes jardines con miles de hectáreas, fuentes y estanques en los que se podía incluso navegar en barca, estando este rodeado de bosques. Luis XIV, rey absolutista, quiso mostrar con el edificio la grandeza y el poder absoluto que representaba políticamente, así como dar una imagen hacia el exterior de la grandeza de su reinado, para cuando embajadores extranjeros llegaban al palacio y veían su grandilocuencia. El rey era rey porque Dios así lo quería, de manera que esta idea se traducirá en la frase "El estado soy yo". De cualquier modo, para mantener este poder ha de apoyarse en un ejército muy potente, también tendrá un papel político importante los ministros, destacando el cardenal Richelieu y Mazarino, teniendo el ministerio muy controlado la recaudación de impuestos para poder pagar los gastos del rey. La grandiosidad del palacio, así como la belleza de su interior y de sus imponentes jardines denotan el poder del rey tanto social como políticamente hablando.