Obras Maestras de la Arquitectura y el Arte Moderno
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Museo Guggenheim Bilbao
Frank Gehry, 1991-1997.
El museo se instaló en un espacio industrial en declive, rehabilitado para el uso cultural y de ocio. Una de las características más acusadas de Gehry es que sus edificios parecen esculturas; este parece un barco anclado. El Guggenheim está compuesto por dos módulos: uno ortogonal, de piedra caliza, y otro curvado, construido con láminas de titanio unidas con muros de vidrio. Gehry aprovecha al máximo las cualidades de los materiales, tanto por razones funcionales como porque le permiten trabajar formas innovadoras y aportar reflejos, transparencias y matices de color. Todo ello transmitiendo una gran sensación de flexibilidad. Gehry buscaba fragmentar el edificio, separando la forma de la función. Es una construcción dinámica de formas no lineales.
Torre Eiffel
Gustave Eiffel, 1887-1889. París.
Es el mayor exponente de la arquitectura industrial. Obra única en su género, de gran elegancia y belleza, fusión entre arte y técnica. 300m de altura. Está construida en hierro y formada por 20000 piezas prefabricadas. Aunque pese mucho, da sensación de ligereza (por la transparencia y por su esbelta altura). Se fija al suelo con 4 pilares de hierro que se estrechan hasta unirse en la cúspide, rematada con una antena, formando una pirámide. Su hueco interior consta de tres niveles: dos intermedios y un mirador superior.
El Pensador
París.
El Pensador es, sin duda, la más célebre escultura de Rodin. Modelada entre los años 1880 y 1882 en un estilo que mezcla realismo y romanticismo, la obra presenta el gusto del escultor por lo no acabado que tanto admiraba en Miguel Ángel. La escultura representa la magnitud de esta meditación: el personaje se encuentra imperturbable, sumido en la profundidad de sus reflexiones, librando una dura batalla interna. Rodin expresa esta fuerza, de una potencia retenida, a través de la constitución muscular de su trabajo, de modo que la escultura no otorga a la fuerza psíquica más que la imagen de la apariencia externa. La importancia que el artista otorga a la luz y la técnica del modelado es impresionista; sin embargo, el vigor con que Rodin manifiesta las formas, el trabajo de la materia y la naturaleza de su textura dejan entrever rasgos expresionistas.
Impresión, sol naciente
Claude Monet, 1874. Óleo sobre lienzo.
Es una imagen tomada directamente del natural por Monet, representando las neblinas del puerto al amanecer mientras que el sol "lucha" por despuntar, creando magníficos reflejos anaranjados en el mar y en el cielo. La sensación atmosférica domina una escena en donde las formas desaparecen casi por completo. Los colores han sido aplicados con pinceladas rápidas y empastadas, apreciándose la dirección del pincel a simple vista, resultando una imagen de enorme atractivo tanto por su significado como por su estética.
Baile en el Moulin de la Galette
Pierre-Auguste Renoir, 1876. París.
En su deseo de representar la vida moderna - elemento imprescindible para los impresionistas - Renoir inmortaliza este lugar en uno de los lienzos míticos del Impresionismo. Su principal interés es representar a las diferentes figuras en un espacio ensombrecido con toques de luz, recurriendo a las tonalidades malvas para las sombras. La composición se organiza a través de una diagonal y en diferentes planos paralelos que se alejan, elementos clásicos que no olvida el pintor. Las figuras están ordenadas en dos círculos: el más compacto alrededor de la mesa y otro más abierto en torno a la pareja de bailarines. La sensación de ambiente se logra al difuminar las figuras, creando un efecto de aire alrededor de los personajes. La alegría que inunda la composición hace de esta obra una de las más impactantes.
Los jugadores de cartas
Paul Cézanne, 1890-1895. París.
Es un tema real, cotidiano. Los jugadores son personas reales, campesinos observados por el pintor (somos espectadores de la partida). El centro de la composición es la botella que divide el cuadro en dos mitades, cada una ocupada por un personaje. En el centro confluyen las manos de los protagonistas, que sostienen las cartas y centran nuestra atención. La presencia incontestable de los jugadores, su posición uno frente a otro, intensifica la sensación de enfrentamiento. La preocupación de Cézanne es el volumen. El artista simplifica las personas y objetos representados, reduciéndolos a formas geométricas: por ello se considera un precursor del cubismo. Y usa el color, aplicado mediante pinceladas breves y superpuestas, para crear formas y aportar volumen. Los gestos son mínimos pero expresivos del enfrentamiento (están concentrados). La mínima expresión gestual y el cromatismo lleno de matices que aportan monumentalidad.
Villa Savoye
Le Corbusier, 1929. París.
El edificio se encuentra situado en medio de un jardín, que puede verse desde la vivienda a través de sus grandes ventanales. Se eleva sobre delgados pilotes de acero. Su exterior es un claro ejemplo de los preceptos de la arquitectura racionalista: proporción, simplicidad, uso de volúmenes y formas elementales, y ausencia de elementos decorativos superfluos. Se trata de una vivienda particular, y todos los elementos están pensados para proporcionar el máximo confort y funcionalidad. El edificio tiene planta rectangular y tres pisos.
- Planta baja: Está el garaje. En el centro de esta se inicia una rampa que asciende a los otros dos pisos y que es el elemento en torno al que se articula el edificio.
- Primer piso: Su elemento central es la terraza-jardín, alrededor de la cual se sitúa el salón, la cocina y las habitaciones.
- Azotea: Cuenta con un solárium y una terraza.
En esta obra, Le Corbusier puso en práctica los 5 principios de su arquitectura:
- Uso de pilotes para elevar el edificio.
- Cubierta plana y ajardinada.
- Planta libre.
- Fachada autónoma.
- Grandes ventanales para una mayor iluminación.