La Novela Española: Del Realismo al Novecentismo (1870-1939)
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La Novela Española: Finales del Siglo XIX hasta 1939
La Novela
Los primeros años del siglo XX traen consigo una reacción contra las tendencias narrativas del siglo XIX (realismo y naturalismo). Los jóvenes narradores buscan evadirse de la novela del siglo XIX, ya que la consideran agotada, introduciendo cambios en la perspectiva de la narración.
Más tarde, los autores rechazan tanto la literatura romántica como la realista, inclinándose por un arte "puro", una novela intelectual, minoritaria, con un lenguaje pulcro y equilibrado. Experimentan con dos tendencias: la novela deshumanizada, influida por las vanguardias y un enfoque experimental; y la novela social, preocupada por la situación de España y el contexto global.
Predecesores: La Novela Realista y Naturalista
El realismo español del último tercio del siglo XIX, inspirado en obras europeas como Madame Bovary de Gustave Flaubert, buscaba representar la realidad de forma objetiva y detallada, describiendo fielmente a la sociedad. Este cambio de óptica frente al subjetivismo romántico fue motivado por el desarrollo de las ciudades y la burguesía, que originó el nacimiento del proletariado, una clase social muy desfavorecida; la filosofía positivista (que sostenía que todo puede explicarse por leyes físicas); y el avance de las ciencias experimentales y de la genética. Todos estos cambios condicionaron la visión del mundo de los escritores.
Autores como Juan Valera (Pepita Jiménez) o José María Pereda (Peñas arriba) destacaron en esta tendencia. El máximo exponente fue Benito Pérez Galdós, autor de una obra que novela episodios históricos clave del siglo XIX (Episodios Nacionales) y retrata el Madrid de la época con una visión profunda y pesimista, mediante la creación de personajes inmortales que titulan algunas de sus obras (Doña Perfecta, Fortunata y Jacinta, Marianela, Tormento).
A finales de siglo, el determinismo se aplica en la literatura mediante la novela naturalista, la cual sostiene que el individuo está fuertemente influenciado por la herencia genética y el entorno. Esta corriente, que surge en Francia con Émile Zola, también se desarrolla en España. Aquí, el naturalismo refleja una visión crítica de las clases desfavorecidas y cuestiona la religión y la moral de la época.
Destacan Vicente Blasco Ibáñez (Cañas y barro, La barraca), Emilia Pardo Bazán (Los pazos de Ulloa), quien impulsa el naturalismo con sus artículos (La cuestión palpitante). Otro autor relevante es Leopoldo Alas Clarín, con su gran novela de la época, La Regenta.
La Generación del 98
El surgimiento de los autores del 98 viene condicionado por la crisis de finales del siglo XIX y por el agotamiento de la literatura realista y naturalista. Manifiestan su rechazo a las costumbres de la sociedad española y al objetivismo propio de estas narraciones, centrado más en lo superficial que en la esencia de la propia realidad. Obras clave de este periodo son La Voluntad de Azorín, Camino de perfección de Pío Baroja, Sonata de Otoño de Valle-Inclán y Amor y pedagogía de Unamuno.
Cada autor tiene su forma de narrar:
- España: Se pretende mostrar a través de su paisaje (Castilla), sus habitantes (que conforman la “intrahistoria” según Unamuno) y la literatura (valoración de clásicos como Manrique, Berceo, Rojas y Cervantes y su Quijote).
- El sentido de la vida y la existencia: Reflexionan sobre el tiempo o las relaciones del hombre con Dios.
- Estilo: Sencillo y claro (antirretoricismo), pero con fuerza expresiva, precisión léxica, subjetividad y naturalidad en la sintaxis.
Autores Destacados
Entre los más destacados se encuentran Miguel de Unamuno y Pío Baroja.
José Martínez Ruiz (Azorín)
Dedicó toda su vida al periodismo, y pronto se le conoció como Azorín, protagonista de sus primeras novelas. Fue un gran ensayista, lo que a veces eclipsa su aportación a la novela. Su estilo es lento y lírico, con gran valor en la descripción, miniaturista (muchos detalles y precisión léxica) e impresionista (sensorial en pocos trazos). Destaca su visión de España y su preocupación por el paso del tiempo en obras como La voluntad, Antonio Azorín o Las confesiones de un pequeño filósofo.
Ramón María del Valle-Inclán
Escritor innovador e inconformista, creador del género teatral del esperpento. En el modernismo se inicia como narrador de las Sonatas, cuatro novelas protagonizadas por el marqués de Bradomín relacionadas con las fases del proceso amoroso (Sonata de otoño, Sonata de estío, Sonata de primavera y Sonata de invierno). Estas obras se caracterizan por su carácter lírico, sensorial y decadente, la elegancia aristocrática y la abundancia de figuras retóricas. Posteriormente, aplica su teoría del esperpento a la novela con obras como Tirano Banderas, que inaugura un subgénero muy importante en la narrativa hispanoamericana, el del dictador, y El ruedo ibérico, una trilogía incompleta de tema histórico.
Miguel de Unamuno
En todos los géneros plasmó sus inquietudes personales y filosóficas: preocupación por España y sus dudas vitales (la eternidad y la nada, la relación del hombre con Dios). Entre sus obras destacan Niebla, donde el protagonista, Augusto Pérez, se enfrenta al autor quien decide su muerte; La tía Tula, que aborda el sentimiento de la maternidad; Abel Sánchez, que trata el tema de la envidia; y San Manuel Bueno, mártir, sobre un cura que pierde la fe.
Pío Baroja
Considerado el gran novelista de la generación, para quien la novela es un género abierto en el que cabe todo (desde la filosofía hasta la aventura). No se preocupa por la continuidad de los episodios, y sus obras suelen tener muchos personajes. Destacan los protagonistas, seres incapacitados que se enfrentan al mundo de dos maneras: observando sin actuar o mediante la acción. Ambas formas de entender la vida terminan en fracaso, de ahí el tono agrio y pesimista de muchas de sus novelas. Su estilo responde al anticlericalismo propio de su generación, y a menudo se le tacha de tosco o poco artístico. Predominan los párrafos breves y la frase corta, el léxico claro y sencillo con coloquialismos, los diálogos naturales y la maestría en la descripción, que a veces realiza en grandes pinceladas (descripciones impresionistas). Su obra es inmensa, con 98 volúmenes, y se reúne en trilogías como Zalacaín el aventurero y Las inquietudes de Shanti Andía, protagonizadas por hombres de acción; La busca, con un protagonista pícaro, Manuel; El árbol de la ciencia, con Andrés Hurtado; y la serie Memorias de un hombre de acción, con 22 novelas históricas desde 1913 hasta 1935.
La Narrativa Novecentista
El Novecentismo o Generación de 1914 surge con la búsqueda de nuevas fórmulas que se alejen definitivamente del realismo y con el deseo de hallar un ideal artístico propio del siglo XX. Este grupo de intelectuales, nacidos a finales del siglo XIX, sirven de enlace entre la Generación del 98 y las vanguardias. Su máximo exponente es el filósofo José Ortega y Gasset, fundador de la Revista de Occidente y autor de La deshumanización del arte, ensayo en el que expone los principios del nuevo arte, que podemos resumir en dos: antirrealismo y antisentimentalismo.
Características del Novecentismo
- Liberalismo político.
- Sólida formación académica.
- Europeísmo: Se oponen al casticismo del 98.
- Elitismo: La minoría mejor preparada debe guiar a la sociedad, también en el arte.
- Arte puro: Huida del sentimentalismo y el ímpetu románticos.
- Cosmopolitismo.
- Preocupación por el lenguaje y por la forma: Se busca crear una “obra bien hecha”.
El género más apropiado para la expresión de esta idea es el ensayo (Ortega y Gasset, Eugenio d’Ors o Gregorio Marañón). En la novela destacan dos escritores:
Ramón Pérez de Ayala (1880-1962)
Autor de “novelas intelectuales” en las que aplica al género los postulados del nuevo arte. Su obra se caracteriza por la experimentación formal (juegos con la estructura y la perspectiva narrativa), pero con un lenguaje cuidado y rico. Entre sus obras destacan A.M.D.G. (1910), una caricatura de la vida de un colegio de jesuitas, y Tigre Juan y El curandero de su honra, que abordan el tema del honor ultrajado, con una estructura propia de una composición musical.
Gabriel Miró (1879-1930)
Cultivó una novela lírica y sensual, con un ritmo lento, importante descripción y musicalidad en su vocabulario. Entre sus obras destacan Nuestro padre San Daniel y El obispo leproso, que abordan el tema del poder represivo de los clérigos de la época sobre los miembros de una familia, frustrando su felicidad.
La Novela en Torno a 1927
No es el género más cultivado por los vanguardistas. Ramón Gómez de la Serna, escritor del novecentismo, escribe una novela que no se ajusta a los moldes tradicionales del género, por su carácter irracional y lúdico, como se advierte en El doctor inverosímil y La viuda blanca y negra.
Dentro de este grupo, se observan dos orientaciones diferentes:
Novela Social Comprometida
- Luisa Carnés, Tea rooms. Mujeres obreras (1934).
- Ramón J. Sender, Réquiem por un campesino español (1953).