La Novela Española de Posguerra (1939-1972): Un Recorrido por su Evolución

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El Ambiente de Posguerra y los Nuevos Comienzos (1939-1950)

El ambiente de desorientación cultural de la posguerra (1939-1950) es muy acusado en el campo de la novela. Dos novelas (algunos las llaman "existencialistas") se pueden considerar un nuevo arranque del género. Estas son La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, y Nada, de Carmen Laforet, aparecidas en 1942 y 1944 respectivamente.

Siendo muy diferentes, reflejan diversos aspectos de la cruel realidad del país y la repercusión que tiene en los protagonistas de estas narraciones:

  • Cela recoge la miseria del campo español.
  • Laforet muestra el ambiente opresor, frustrante de ilusiones, así como la angustia existencial de la protagonista.

La misma sensibilidad aparece en La sombra del ciprés es alargada y Aún es de día, de Miguel Delibes, publicadas a finales de la década de los cuarenta.

Aparecieron algunos relatos de exaltación de la contienda bélica o novelas que utilizan el modo de novelar del siglo XIX. El tema central es la Guerra Civil.

Coincidiendo con el cambio de década, aparecen algunas novelas cuya intención principal es el reflejo de la realidad cotidiana, no desde la perspectiva de un personaje único reproduciendo escenas de la vida cotidiana. Por ejemplo, El camino (1950) de Miguel Delibes y La colmena (1951) de Camilo José Cela.

  • La primera es un reflejo de la vida aldeana.
  • La segunda ofrece diferentes cuadros del Madrid de posguerra.

La Novela Social y el Objetivismo (1950-1960)

En los años 50, tiene gran aceptación la idea de que la novela, al igual que la poesía, es "arma cargada de futuro". La narrativa tiene que dar testimonio de los males que aquejan a la sociedad y denunciar las injusticias. El objetivismo será el ideal y el estilo más apropiado el que reproduzca el habla viva del ambiente que aparece retratado. El novelista se limitará a describir las acciones y transcribir diálogos escogidos para su propósito.

Rafael Sánchez Ferlosio utilizó esta técnica llevada a sus últimas consecuencias en su novela El Jarama (1954). Otros importantes narradores representativos de estos relatos fueron Jesús Fernández Santos, Ignacio Aldecoa, Juan y Luis Goytisolo.

Análisis de Obras Clave

Podríamos detenernos en La familia de Pascual Duarte. Con gran naturalidad enlaza Cela con un realismo tremendo; conduce al personaje hacia su destino final: la muerte. El protagonista lo advierte desde el primer capítulo, porque leemos las memorias de un condenado a muerte, de una confesión. Él, asesino convicto, no se considera peor que otros.

Otra obra destacable de C. J. Cela fue La colmena, compuesta entre 1945 y 1948 y ambientada en la primera posguerra. Fue rechazada por la censura y no vio la luz hasta 1951. Estas obras han influido, al menos, en una generación de narradores vinculados a la novela social, como Ignacio Aldecoa, Juan López Pacheco, Juan García Hortelano, Jesús Fernández Santos o Rafael Sánchez Ferlosio.

La colmena de Cela logra un equilibrio ante el compromiso con la realidad y el arte. En esta, desaparece el personaje principal y el tratamiento lineal del tiempo, construyendo una realidad a través de la red de relaciones. Es la técnica narrativa del simultaneísmo temporal y perspectiva múltiple. Al carecer de desenlace, entra en la categoría de novela abierta.

El Auge de la Novela Social

Desde 1954 se dan a conocer varios autores, nacidos entre 1925 y 1931. Estos muestran interés por lo colectivo; retratan sectores sociales diversos. Sus producciones son representativas de la llamada novela social.

En Madrid viven y trabajan los muchos que van a pasar un fin de semana junto al río; el vacío de sus vidas queda patente en El Jarama (1956) de Rafael Sánchez Ferlosio. Se caracteriza por el abundante diálogo y escasa acción, salvo la muerte de Luci. Sus vidas monótonas de trabajadores se reflejan en un día de ocio.

Novelas de ambiente rural son Los bravos, de Jesús Fernández Santos, El fulgor y La sangre de Ignacio Aldecoa. Estos y otros autores nos indican una preocupación por el atraso en el campo y la vida difícil de la ciudad. Formalmente están adscritos al realismo. Se sirven de técnicas que proceden del objetivismo, plasmando lo exterior con técnica que se acerca a lo cinematográfico.

Otras Figuras Relevantes

En este periodo debemos referirnos a dos novelistas: Gonzalo Torrente Ballester y Miguel Delibes.

  • Gonzalo Torrente Ballester, cuya primera novela Javier Mariño (1943) llevaba como subtítulo Historia de una conversión.
  • Miguel Delibes se dio a conocer con La sombra del ciprés es alargada (1948).

Una atención especial merece los narradores exiliados que desarrollaron su obra de forma diversa: desde el realismo tradicional hasta el vanguardismo. Abordaron fundamentalmente temas de contenido social y de recuperación de la realidad española.

La Narrativa del Exilio

Ramón J. Sender (1901-1982) fue uno de los exiliados más prolíficos. En su obra, es constante la indagación en los más diversos aspectos de la naturaleza humana. Este mismo tema aparece en La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (1964).

En las nueve novelas que componen Crónica del Alba (1942-1966) de Ramón J. Sender, se desarrolla una autobiografía ficticia, en la que se narra el fin de la infancia con recuerdos cargados de ternura. Otra novela de éxito de Ramón J. Sender fue La tesis de Nancy (1962), que, con sentido de humor, muestra el choque cultural.

La narrativa de Max Aub (1903-1972) abarca desde el realismo de La calle Valverde (1961) al vanguardismo de Juego de cartas (1964), una novela escrita a modo de naipes que, como en cualquier baraja, pueden mezclarse a gusto del lector. Destaca la serie Campos, relato donde relata eventos de la Guerra Civil y el exilio en los campos de concentración de Francia.

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