Novela Española Años 40: Tendencias Literarias Posguerra
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La Novela Española en los Años Cuarenta: Nacionalismo, Existencialismo y Tremendismo
La Guerra Civil supuso una ruptura con las corrientes literarias anteriores, como las de la Generación del 98, el Novecentismo y las Vanguardias. Tras la contienda, algunos de los grandes novelistas habían muerto (Unamuno, Valle-Inclán) y muchos otros se exiliaron (Pérez de Ayala, Jarnés, Sender, Ayala). Los jóvenes escritores de los años cuarenta se encontraron con un ambiente empobrecido, aislado del exterior y sometido a la censura. La novela española tuvo que empezar casi de nuevo en una época marcada por la desorientación.
Los autores exiliados desarrollaron una narrativa centrada en la reflexión sobre España, la guerra y sus consecuencias. Destacan obras como La forja de un rebelde de Arturo Barea, Crónica del alba y Réquiem por un campesino español de Ramón J. Sender, el ciclo El laberinto mágico de Max Aub, La sinrazón y Barrio de Maravillas de Rosa Chacel, y Muertes de Perro y Los usurpadores de Francisco Ayala.
En España, los escritores que permanecieron comenzaron a publicar obras con diferentes enfoques.
La Novela Nacionalista
Escrita por autores jóvenes afines al régimen franquista, utiliza técnicas narrativas tradicionales y aborda temas como la heroicidad o la religiosidad. Entre los títulos más destacados están Javier Mariño de Gonzalo Torrente Ballester, El bosque animado de Wenceslao Fernández Flórez, La fiel infantería de Rafael García Serrano y Los cipreses creen en Dios de José María Gironella. También destaca Juan Antonio de Zunzunegui, con obras como La úlcera, que no evita aspectos sórdidos. Otros como Ignacio Agustí o el propio Gironella ofrecen visiones convencionales de la guerra. Algunos autores evolucionan hacia formas más innovadoras, como Miguel Delibes con La sombra del ciprés es alargada y Gonzalo Torrente Ballester con Los gozos y las sombras.
Novela Existencial y Tremendista
En 1942, Camilo José Cela publica La familia de Pascual Duarte, obra que inicia el tremendismo. Es una novela en primera persona sobre un condenado a muerte que presenta una realidad violenta y degradada, con personajes crueles y sin esperanza. Este estilo decae a finales de la década. Sus antecedentes se encuentran en la picaresca, el naturalismo, el esperpento o el expresionismo.
En 1945, Carmen Laforet publica Nada, que inaugura la novela existencialista. Estas novelas reflejan la vida gris y frustrante de la posguerra desde una perspectiva existencial. Tratan la lucha del individuo con su destino, la soledad o la subsistencia. Los personajes están desorientados y angustiados, y las novelas, aunque realistas, mantienen técnicas tradicionales y recurren a la primera persona. Estas corrientes abrirán paso a la novela social de los años cincuenta.