Novecentismo y Vanguardias en la Literatura Española

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Novecentismo y Vanguardias

Entre 1910 y 1936 se produce el relevo de modernistas y noventayochistas. Se suceden y coexisten diversos movimientos que coinciden en el afán de modernizar el pensamiento y el arte. Son el Novecentismo, las Vanguardias y la Generación del 27.

El Novecentismo

Hacia 1910 surge un grupo de jóvenes a los que se les da el nombre de novecentistas o Generación del 14. Destacan en este grupo: el pensador José Ortega y Gasset (alma del movimiento), el escritor Ramón Pérez de Ayala y el doctor Gregorio Marañón. Muy cerca estarán los ensayistas Américo Castro, Salvador de Madariaga y Claudio Sánchez Albornoz; el político e intelectual Manuel Azaña y los literatos Gabriel Miró y Juan Ramón Jiménez. También se incorporará al grupo más tarde el catalán Eugenio D’Ors.

Las características del novecentismo son:

  • Intelectualismo
  • Europeísmo (desean relacionarse con las culturas europeas)
  • Presencia en la vida cultural y política
  • Ideal universalista y preferencia por la cultura urbana
  • Esteticismo que defiende el distanciamiento entre el arte y la vida. Se busca pues un arte puro. En general, es un arte sereno, claro, inspirado en los modelos clásicos.

El estilo novecentista muestra una acusada preocupación formal, por ello tiende a un lenguaje depurado y selectivo, en general minoritario.

Autores y obras más representativos del novecentismo en cada uno de sus géneros:

Ensayo
  • José Ortega y Gasset (1883-1955): es el inspirador del grupo. Fundó varias revistas, entre las que destaca la Revista de Occidente. Obras como La España invertebrada (1921) y La rebelión de las masas (1930) en ellas analiza la decadencia hispánica y apunta la necesidad de una aristocracia intelectual. En cuanto a la estética, destaca su obra La deshumanización del arte (1925).
  • Eugenio D’Ors (1881-1954): Fue el creador del término novecentismo.
Novela

Se abandona la novela realista y los autores se decantan por otros caminos como el lirismo (Gabriel Miró, Nuestro padre San Daniel y El obispo leproso), el humor (Wenceslao Fernández Flórez, El secreto de Barba Azul, El malvado Carabel) o el intelectualismo (Ramón Pérez de Ayala, con Tigre Juan o El curandero de su honra y Benjamín Jarnés, con Lo rojo y lo azul).

Poesía

Se rechaza lo romántico y sentimental. El máximo representante es Juan Ramón Jiménez (1881-1958). Su obra será el nexo de unión entre la primera generación del siglo (modernistas y 98) y la Generación del 27. Su obra se puede clasificar en tres etapas:

  1. Etapa sensitiva o modernista (hasta 1915). Sigue el modelo de Bécquer y los simbolistas en obras como Rimas, Arias tristes, Jardines lejanos.
  2. Etapa intelectual o de poesía pura (de 1916 a 1936). Abandono del sentimentalismo. Tiende a una mayor sencillez expresiva, a una depuración en el estilo. Es una poesía difícil, se convierte en una lírica abstracta y metafísica. De esta etapa destaca el Diario de un poeta recién casado (1916). Predomina en él el tema del mar, símbolo de lo que el poeta anhela: plenitud, desnudez, eternidad, infinitud y constancia.
  3. Etapa suficiente o verdadera (a partir de 1936). Escrita en el exilio. Destaca En el otro costado (1936-42), que incluye el poema en prosa Espacio, cercano al surrealismo.

Las Vanguardias

Es muy difícil establecer una frontera nítida entre Novecentismo y Vanguardismo, pues ambos movimientos coincidieron en el tiempo y en muchos de sus postulados.

Los movimientos vanguardistas, o ismos, son experimentos artísticos que rompen violentamente con la estética anterior y proponen un arte radicalmente distinto y original. Son el Futurismo, el Cubismo, el Dadaísmo, el Expresionismo y el Surrealismo. Se suceden en torno a la Primera Guerra Mundial y triunfan en los felices años veinte. Se presentaron como alternativas juveniles rupturistas con un tono desafiante, provocador y voluntariamente minoritario. Conciben el arte como experimentación y juego. Su mayor logro fue imponer la libertad total del artista. Estos movimientos responden a una visión deshumanizada del arte.

Entre las vanguardias europeas que influyen más en la literatura española destacan:

  • Futurismo: Sus representantes son el italiano Marinetti y el ruso Maiakovski.
  • Cubismo: Aparece hacia 1913 con Apollinaire. Ofrece una visión fragmentada de la realidad. El éxito de los Caligramas de Apollinaire.
  • Dadaísmo: Fundado por Tristan Tzara en 1916, reivindica el mundo infantil anterior a toda lógica. Propone liberar la fantasía y recuperar el lenguaje incoherente. Abrió camino hacia el Surrealismo.
  • Expresionismo: Surge en Alemania, primero en el ámbito pictórico. Intenta crear un arte que sea como un “grito originario” que provoque la emergencia del hombre primitivo, sobrehumano, que anida en la conciencia del lector o espectador. En nuestra literatura hay elementos claramente expresionistas en Valle-Inclán y en las primeras novelas de Pío Baroja.
  • Surrealismo: Supone una interpretación nueva del ser humano basada en las teorías de Sigmund Freud sobre el subconsciente. Se formó en París en torno a André Breton. En el Primer manifiesto surrealista (1924) afirma que el objetivo del arte es la exploración del subconsciente que permita liberar los impulsos reprimidos por la moral o las convenciones sociales, para ello recurre a la escritura automática y a la abolición de la consciencia artística. De ahí que aspiren a captar el mundo de los sueños, que denominan clima onírico. El Surrealismo supone una rehumanización del arte.

Entre las figuras más importantes destacan Ramón Gómez de la Serna (1888-1963), y el poeta chileno Vicente Huidobro. Lo más interesante de la obra de Gómez de la Serna son las Greguerías, definidas por él mismo como la unión de humorismo y metáfora. En cuanto al chileno Vicente Huidobro, fue el difusor del Creacionismo, que defiende la capacidad creadora de las imágenes. Finalmente, el Ultraísmo es una vanguardia autóctona. Su literatura se basa en la metáfora. En realidad es una mezcla de Cubismo, Dadaísmo y Futurismo. Sus representantes son Rafael Cansinos-Assens y Guillermo de Torre.

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