La Normalización de la Exclusión: Una Perspectiva Sociológica

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La Normalización de la Exclusión

La normalización de la exclusión comienza a producirse cuando descubrimos que, en una buena parte del mundo, hay más excluidos que incluidos. “Excluidos los hay y por todas partes: pobres, desamparados, ancianos, sin techo, negros/as, inmigrantes, analfabetos/as, etc.

Así pues, la suma de las minorías acaba siendo una mayoría. Y ser mayoría tiene su costo: la transparencia. La sociología de la exclusión acaba consagrando tantas situaciones bajo su óptica que, lo que va quedando excluido del concepto exclusión es, hoy en día, un sector bastante reducido de la población.

Las Formas de Exclusión según Robert Castel

El sociólogo francés Robert Castel (1997) reconoce tres formas cualitativamente diferenciadas de exclusión:

  • La superación completa de una comunidad mediante prácticas de expulsión o exterminio. Son ejemplos de ello el olvido jurídicamente decretado que nos han impuesto dictaduras bestiales y gobiernos civiles irresponsables, el Régimen Nazi y las luchas interétnicas que acabaron con la vida de millares de personas en el continente africano.
  • La exclusión como mecanismo de confinamiento o reclusión. Es el destino asignado antiguamente a los leprosos y, en nuestras sociedades modernas, a los niños delincuentes, a los indigentes y a los locos confinados en asilos, a los “deficientes”, entre otras. Las presiones son también un buen ejemplo de este tipo de dispositivo de exclusión.
  • Segregar incluyendo, es decir, atribuir un estatus especial a determinada clase de individuos, los cuales no son ni exterminados físicamente ni recluidos en instituciones especiales. Es el caso de los sin techo, de los “inempleados”, la población negra, los inmigrantes clandestinos, etc. Esta forma de exclusión significa aceptar que determinados individuos están dotados de las condiciones necesarias como para convivir con los incluidos, solo en una condición interiorizada.

Es obvio que, así como las dos primeras formas de exclusión no han desaparecido, la tercera ha ido creciendo y ampliándose. En nuestra sociedad, esta es la forma “normal” de excluir. Y siendo “normal” es la forma transparente, invisible de excluir. Esta transparencia se produce mediante la aceptación, en gran medida activa, de los propios “incluidos”. Se trata de una construcción histórica, ideológica, discursiva y moral, donde nadie ve nada, nadie tiene nada que ver con nada, nadie sabe nada y el silencio lo invade todo.

Y cuando las cosas se ven, cuando se tornan inexcusables, cuando todos saben todo y nadie dice nada, la mirada cotidiana las vuelve ajenas: “Problema de ellos”, “se lo merecen”, “algo habrán hecho”…

De cierta forma, es posible reconocer que lo que distingue lo visible de lo invisible es una determinada jerarquía de valores, una cierta organización de sentidos. Determinados acontecimientos se tornan chocantes, agradables, indignantes o placenteros, cuando entran en conflicto o van al encuentro de valores instituidos social y subjetivamente.

El Zapato de Mateo: Una Metáfora de la Indiferencia

Para finalizar, contaré la historia del zapato de Mateo. Lo que distingue dos pies descalzos es el diverso contenido moral atribuido a las respectivas ausencias. Los llamados de atención (a veces solidarios, a veces represivos) ante la supuesta pérdida del zapatito, se contraponen a la ausencia de llamados de atención (indignados o solidarios) ante la pobreza de aquel cuyo pie descalzo es, lejos de un descuido, la marca inocultable de la relación social que lo convierte en un niño descalzo.

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