El Nominalismo de Guillermo de Ockham: Una Crítica a los Universales

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Principio de Experiencia

Frente a la teoría aristotélico-tomista, **Guillermo de Ockham** mantiene la imposibilidad del conocimiento logrado por abstracción (el cual, según Aristóteles, nos permitía conocer las esencias) y aboga por un **conocimiento intuitivo** de las cosas, o sea, una visión directa de las cosas, una por una, sin hacer uso de nociones como esencia, sustancia, accidente, etc. Quita relieve, pues, a lo que de universal hay en las cosas, y defiende la consideración de las cosas singulares y particulares.

Existen hombres concretos: Juan, Pepe. Esta realidad no necesita explicación alguna porque resulta evidente la existencia de esos hombres, basta la observación para corroborarlo. No existen estos hombres concretos porque individualicen una supuesta esencia del Hombre. No hay tales esencias. Entre Dios y las cosas creadas, particulares, no hay intermediario alguno. Solo existen Dios y los individuos.

El Nominalismo

Para Ockham, el **conocimiento es conocimiento intuitivo**. No es el resultado de un proceso de abstracción, como en el planteamiento aristotélico-tomista. Es el resultado de una intuición directa del objeto (en filosofía, intuición es lo que se ve de una manera evidente, sin necesidad de pruebas).

Universal, en este contexto, es sinónimo de esencia. Pero cuando decimos que Pedro es hombre y que Manolo es hombre, no podemos decir que la esencia “hombre” (o el universal “hombre”) es algo real, presente en ellos, que hemos descubierto por un proceso de abstracción, sino que es solo un nombre (*nomen*, de ahí **nominalismo**) que designa una característica común a Pedro y a Manolo.

Esto es una **crítica a Santo Tomás**: los universales no son entidades que existan en las cosas y que son objeto de conocimiento. Son simples **nombres**, convenciones mentales con los que nos referimos a un conjunto de propiedades que aparecen en diversos individuos.

El Voluntarismo Divino y los Universales

Para comprender bien esta idea, hay que volver al **voluntarismo divino** de Ockham: en la mente divina, no existen los universales (las esencias), ya que Dios conoce todas y cada una de sus criaturas sin necesitar la mediación de esos universales. Para Dios, Pedro es Pedro y no un “hombre” que, en tanto recibe la esencia “hombre”, se materializa en Pedro.

Dios distingue cada singularidad, cada individuo, sin necesidad de recurrir a tales universales. Los universales no existen, pues, previamente, en la mente de Dios; y si no existen en la mente de Dios, tampoco existen en otro lugar. Todo esto es consecuencia del voluntarismo divino.

Los Universales como Conceptos y Palabras

Por otra parte, Guillermo de Ockham hace un doble uso de los universales: o como proposiciones mentales (los **conceptos**) o como **palabras**.

El universal como concepto es un signo natural de la mente, que surge no por abstracción sino por la **intuición**, que es capaz de descubrir semejanzas en cosas de por sí distintas.

Las palabras, por su parte, son también una simple convención, la traducción lingüística de los conceptos.

Ambos tipos de universales, conceptos y palabras, solo representan a la cosa. El conocimiento es solo de cosas particulares. Los universales son una simple *suppositio*, “suponen” la cosa, están en lugar de la cosa, pero no son la cosa. Se refieren a ella como un sustituto que alude a lo que tiene en común con otras cosas.

Impacto en la Ciencia

Ahora bien, la ciencia tradicional, de tipo aristotélico, suponía que el verdadero conocimiento, es decir, la ciencia, se basa en el estudio de las esencias de las cosas, esto es, de los universales (de hecho, se definía como el conocimiento por excelencia por lo que tiene de universal). Al romper Ockham con esta terminología, está **preparando el camino a los planteamientos de la ciencia moderna** en tanto se debe dar importancia a lo experimental, a lo que trata de lo particular. Pero paradójicamente quita realce a otro carácter fundamental de la ciencia, su carácter de necesidad, de universalidad, de formular leyes.

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