Nihilismo y Transmutación de Valores: Una Perspectiva Nietzscheana

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El Nihilismo y la Transmutación de los Valores

El nihilismo y la transmutación de los valores

El **nihilismo** es consecuencia de la **muerte de Dios**. Los valores tradicionales, que durante siglos nos han cobijado, han quedado reducidos a cenizas. El cristianismo, con sus llamadas a la resignación como medida de resistencia ante la desdicha y la angustia, negó la vida y convirtió la mansedumbre en el modelo de comportamiento, lo cual supuso el primer paso hacia el nihilismo. El rechazo de la vida y de los deseos conduce irremediablemente a un camino de difícil salida. El ser humano se percata de que el mundo no tiene sentido ni explicación satisfactoria. El ser humano sospecha incesantemente que ha sido arrojado a la vida sin que haya modo alguno de saber ni de dónde viene ni a dónde va, lo cual le impulsa fuertemente hacia el nihilismo. Cuando el mundo trascendente que dotaba de sentido a la vida humana ha desaparecido, el vacío dejado por él arroja al ser humano a la más cruda desesperación. Ahora que nuestros criterios de evaluación han sufrido un cambio radical, parecería quizá que el ser humano se ve avocado a precipitarse por el gran barranco del vacío.

Nietzsche introduce aquí el estrecho vínculo que une el nihilismo a la **voluntad de poder**. El nihilismo aparece primeramente en forma pasiva, pero a medida que las ideas dominantes de la cultura van sucumbiendo a la transformación radical de los valores, aparece en el horizonte una forma activa de nihilismo. El ser humano ha dejado efectivamente de creer en las falsas apariencias propuestas por el idealismo. El individuo debe llegar a afirmarse entusiasta y valientemente ante la vida. La nueva fase histórica que anticipa Nietzsche está por llegar, llegará en dos siglos más, una vez alcanzada la transmutación de todos los valores se impondrá al fin la moral de los vencedores. En ese momento, cada cual actuará según su voluntad, sin que nadie extraño pueda interponerse. Cada ser humano actuará como individuo, decidiendo en cada momento qué hacer, sin subordinarse a nadie, puesto que los valores no serán ni buenos ni malos porque los imponga una religión o un poder político determinados. Lo que en realidad propone Nietzsche es la **libertad absoluta**, única causa.

La transmutación de valores

Para Nietzsche, los valores que han predominado en Occidente, los que se identifican con la **moral de los esclavos**, han perjudicado seriamente al ser humano, razón por la que habría que eliminarlos. En lugar de ella, Nietzsche defiende la conveniencia de imponer una **moral de los señores** integrada por valores de reafirmación de la vida.

La Moral de los Esclavos y la Moral de los Señores

a) La moral de los esclavos y la moral de los señores

En su crítica a la moral, Nietzsche aplicó el **método genealógico** consistente en la investigación del origen psicológico de los valores morales. El primer resultado del método genealógico es el hallazgo de dos tipos de moral: la de los esclavos y la de los señores. Nietzsche analizó el origen de los conceptos del bien y del mal aplicando sus extraordinarios conocimientos filológicos, estudiando el uso que se da a esos conceptos en varias lenguas, hallando que en todas ellas se define la jerarquía. En los orígenes de la cultura, el poderoso es el que nombra las cosas y el que impone las definiciones necesarias para identificarlas. Puede acabar por convertirse en norma moral, por lo tanto, la palabra bueno se asemeja a aquello que tenga que ver con la fuerza, la dominación, el orgullo; por el contrario, la palabra malo se vincula inevitablemente con lo común, lo humilde, lo falso y lo subyugado. Desde el punto de vista de la moral de los señores, el bien se define como aquello que mejora al ser humano en su tarea de acometer las virtudes propias y genuinas de la vida. El bien se corresponde con la naturaleza del guerrero.

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