Nietzsche: Nihilismo, Críticas y el Superhombre

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Nietzsche nació en 1844 en una aldea de Turingia. Decidió orientar su carrera hacia el campo de la filología clásica. Su indiscutible talento fue reconocido en 1869 cuando logró el puesto de catedrático de filología en la universidad de Basilea. Su mala salud fue una de las razones que le llevaron a renunciar a su puesto universitario en 1879. En 1883 escribió el que sería su libro más famoso, Así habló Zaratustra. Hacia 1888, la enfermedad que sufría se agravó seriamente, hasta que en enero de 1889 acabó por perder la razón. Desde ese momento hasta su muerte en 1900, Nietzsche vivió sumido en la demencia. Nietzsche escribió algunas obras como El nacimiento de la tragedia (1872), La voluntad de poder (1901), y Humano, demasiado humano (1882).

Críticas de Nietzsche

En la primera parte de este texto, Nietzsche nos introduce a dos de sus críticas más importantes: la de la filosofía y la de la ciencia. En la primera mitad de este texto, centrándose en la figura del sabio a través del ejemplo de Platón, Nietzsche identifica las promesas de la ciencia y de la filosofía con las de la religión. La crítica a la filosofía occidental defendía que el pensamiento se desarrolla en contra de los aspectos destructivos de la vida; el devenir o el cambio es evitado por miedo a favor de la estabilidad del ideal, ya que este cambio significa para muchos una salida de una rutina marcada, lo que quiere decir, dejar de hacer cosas automáticamente y comenzar a tener que esforzarse para provocar ese cambio; y, por último, defiende que las apariencias son sustituidas por el concepto promoviendo la fealdad (Sócrates), la contradicción y el caos con los elementos fundamentales de la existencia humana. En la crítica a las matemáticas, Nietzsche defiende que los números son abstracciones creadas a base de desnaturalizar la vida y privarla de sus rasgos distintivos. Dice que las matemáticas buscan controlar la realidad inexacta para forzarla a coincidir con la exactitud. Bajo su supuesta naturalidad científica, las matemáticas se ofrecen a todo tipo de intereses políticos y económicos que poco tienen que ver con la objetividad de la que hace gala.

A continuación, Nietzsche compara el consuelo que en la antigüedad nos daba la religión con el que a día de hoy nos promete la ciencia, igual de improbable, igual de lejano, pero muy científico. En la antigüedad, la religión ofrecía consuelo a través de la creencia en un orden divino, un propósito trascendental y una vida después de la muerte. Nietzsche asume que estos conceptos son improbables y carecen de evidencia objetiva.

Cabe destacar que en el punto nº3, Nietzsche aprovecha para ironizar con la filosofía de Kant, la cual representa para él el mismo esquema que el de la religión, pero desde un punto de vista escéptico. La crítica a la religión judeocristiana defendía diferentes puntos, como la moral de esclavos, la cual defendía un igualitarismo que perjudicaba a los superiores; une la idea de libertad y culpabilidad, esta religión estaba basada en la esclavitud y por ello era criticada; y, por último, defiende la existencia de una moral decadente, la cual es el enemigo de la vida a través del pecado (culpabilidad). Por su incapacidad de capturar la experiencia humana, Nietzsche critica al lenguaje, dice que las palabras son metáforas intuitivas de las emociones e instintos que nos provoca la vida. También defiende que con la llegada del cristianismo los valores originales asociados a cada palabra han sido suplantados (lo bueno es lo valeroso y lo fuerte, en cambio lo malo es lo débil y manso); esta crítica también defiende la transvaloración de los valores, lo que implica devolver las cosas al lugar que les corresponden, reconociendo que lo bueno debe corresponder a lo que intensifica la vida, y en cambio lo malo debe ser asociado a lo que debilita la plenitud vital.


Para retomar el sentido original del lenguaje que nace de los instintos, Nietzsche propone no solo que demos la vuelta al significado que hemos heredado de los términos, sino que seamos creativos respecto al lenguaje, intentando hacerlo coincidir con nuestra naturaleza instintiva.

El Nihilismo según Nietzsche

En conclusión, las cuatro críticas de Nietzsche se entrelazan en su análisis del nihilismo. La cultura europea ha basado todo su progreso en una serie de conceptos irreales que la han llevado a creer en nada. Todo lo que creen los filósofos, religiosos, científicos… es nada, y en esto consiste el nihilismo, en que la realidad ha sido sustituida por algo que se le asemeja, pero la empobrece y no existe. El nihilismo está dividido en dos formas: el pasivo, el cual se caracteriza por la resignación y la desesperanza por falta de valores; y el activo, que implica una representación proactiva y afirmativa que busca crear significado y propósito en un mundo aparentemente carente de ellos.

Las Tres Metáforas y la Voluntad de Poder

Nietzsche expuso en las tres metáforas la alegoría del camello, el león y el niño sobre el modo en que los seres humanos pueden experimentar la rebeldía contra el cristianismo, la afirmación de la voluntad de poder y la transvaloración de todos los valores. El nihilismo se define como que todo es mentira, y es a su vez la voluntad de poder. Nietzsche denomina esta voluntad de poder a la afirmación de la plenitud existencial, que aspira a un incremento y una intensificación de la vida. Esta voluntad se puede definir en cuatro diferentes transformaciones del espíritu:

  • El camello (yo debo): es la necesidad de investigar las razones que nos han llevado al nihilismo.
  • El león (yo quiero): es la oportunidad de hacer justo aquello que no se nos ha permitido.
  • El niño (yo soy): es la expresión directa y libre de la voluntad del poder, es decir, el deseo creativo de que cada persona sea lo que de verdad quiere ser sin ningún tipo de sensación ni sumisión.
  • El funambulista: este es el modelo del superhombre quien, tras haber vencido el nihilismo, es capaz de llevar una vida más allá del bien y del mal, de la verdad y de la mentira apoyándose solo en la libre creatividad de sus deseos más auténticos.

El Superhombre y el Eterno Retorno

Una vida auténticamente plena requeriría afirmar la voluntad de poder incluso bajo el pensamiento del eterno retorno. Nietzsche pensaba que esto solo sería posible para un superhombre. El superhombre, según él, es quien pudiera vivir verdaderamente como si cada instante se fuera a repetir hasta la eternidad y estaría sobrepasando las capacidades humanas. Nietzsche está buscando que el superhombre represente la afirmación total de los aspectos constructivos y destructivos de la vida, y para ello necesita una concepción cíclica de la existencia. En un tiempo infinito y con una cantidad de materia finita, las combinaciones tienden inevitablemente a repetirse infinitamente. Nietzsche va a utilizar esta idea para desarrollar la ética del eterno retorno, en la cual nos dice que todo aquello que hemos vivido no solo ha sido vivido infinitas veces, sino que, por un lado, no sienten miedo ni rechazo ante lo que le pueda traer la vida, pues ya ha sido vivida, y por otro lado, aprovechan cada instante para vivirlo en su máxima intensidad, pues saben que de esta manera conseguirán que se repita para siempre. A este amor hacia la vida Nietzsche le llama Amor Fati, que consiste en decir “sí” a la vida, aceptando tanto sus elementos luminosos y alegres como su lado trágico y doloroso.

Nietzsche representa el ocaso de toda la filosofía occidental, en particular de aquella que hunde sus raíces en Platón y la religión judeocristiana. La influencia de Nietzsche se extiende sobre autores como Michel Foucault, Gilles Deleuze, Bataille, Heidegger y E.M. Cioran.


Nietzsche nació en 1844 en una aldea de Turingia. Decidió orientar su carrera hacia el campo de la filología clásica. Su indiscutible talento fue reconocido en 1869 cuando logró el puesto de catedrático de filología en la universidad de Basilea. Su mala salud fue una de las razones que le llevaron a renunciar a su puesto universitario en 1879. En 1883 escribió el que sería su libro más famoso, Así habló Zaratustra. Hacia 1888, la enfermedad que sufría se agravó seriamente, hasta que en enero de 1889 acabó por perder la razón. Desde ese momento hasta su muerte en 1900, Nietzsche vivió sumido en la demencia. Nietzsche escribió algunas obras como El nacimiento de la tragedia (1872), La voluntad de poder (1901), y Humano, demasiado humano (1882).

En este texto se habla del nihilismo, sobre todo de la parte negativa. Esta parte negativa es una etapa de pérdida y de confusión en la que parece que nuestra vida ha perdido el sentido. Anteriormente, en la cultura europea pasaba cuando los creyentes descubrían que Dios ha muerto, y su primera reacción es la de sentirse gravemente perdido y desorientado, ya que la cultura europea ha basado todo su progreso en una serie de conceptos irreales que la han llevado a creer en nada. Todo lo que creen los filósofos, religiosos, científicos… es nada, y en esto consiste el nihilismo, en que la realidad ha sido sustituida por algo que se le asemeja, pero la empobrece y no existe. El nihilismo está dividido en dos formas: el pasivo, el cual se caracteriza por la resignación y la desesperanza por falta de valores; y el activo, que implica una representación proactiva y afirmativa que busca crear significado y propósito en un mundo aparentemente carente de ellos.

Nietzsche expuso en las tres metáforas la alegoría del camello, el león y el niño sobre el modo en que los seres humanos pueden experimentar la rebeldía contra el cristianismo, la afirmación de la voluntad de poder y la transvaloración de todos los valores. El nihilismo se define como que todo es mentira, y es a su vez la voluntad de poder. Esta voluntad se puede definir en cuatro diferentes transformaciones del espíritu:

  • La primera es camello (yo debo): es la necesidad de investigar las razones que nos han llevado al nihilismo.
  • La segunda el león (yo quiero): es la oportunidad de hacer justo aquello que no se nos ha permitido.
  • La tercera el niño (yo soy): es la expresión directa y libre de la voluntad del poder, es decir, el deseo creativo de que cada persona sea lo que de verdad quiere ser sin ningún tipo de sensación ni sumisión.
  • Y la última es el funambulista: este es el modelo del superhombre quien, tras haber vencido el nihilismo, es capaz de llevar una vida más allá del bien y del mal, de la verdad y de la mentira apoyándose solo en la libre creatividad de sus deseos más auténticos.

Para Nietzsche, la llegada del nihilismo no es algo casual, sino que está incrustado en las raíces de la cultura occidental, de ahí su crítica a la religión, a la filosofía, a la ciencia y al lenguaje.

Críticas Específicas de Nietzsche

La crítica a la religión judeocristiana defendía diferentes puntos, como la moral de esclavos, la cual defendía un igualitarismo que perjudicaba a los superiores; une la idea de libertad y culpabilidad, esta religión estaba basada en la esclavitud y por ello era criticada; y, por último, defiende la existencia de una moral decadente, la cual es el enemigo de la vida a través del pecado (culpabilidad).

La crítica a la filosofía occidental defendía que el pensamiento se desarrolla en contra de los aspectos destructivos de la vida; el devenir o el cambio es evitado por miedo a favor de la estabilidad del ideal, ya que este cambio significa para muchos una salida de una rutina marcada, lo que quiere decir, dejar de hacer cosas automáticamente y comenzar a tener que esforzarse para provocar ese cambio; y, por último, defiende que las apariencias son sustituidas por el concepto promoviendo la fealdad (Sócrates), la contradicción y el caos con los elementos fundamentales de la existencia humana.


Por su incapacidad de capturar la experiencia humana, Nietzsche critica al lenguaje, dice que las palabras son metáforas intuitivas de las emociones e instintos que nos provoca la vida. También defiende que con la llegada del cristianismo los valores originales asociados a cada palabra han sido suplantados (lo bueno es lo valeroso y lo fuerte, en cambio lo malo es lo débil y manso); esta crítica también defiende la transvaloración de los valores, lo que implica devolver las cosas al lugar que les corresponden, reconociendo que lo bueno debe corresponder a lo que intensifica la vida, y en cambio lo malo debe ser asociado a lo que debilita la plenitud vital; para retomar el sentido original del lenguaje que nace de los instintos, Nietzsche propone no solo que demos la vuelta al significado que hemos heredado de los términos, sino que seamos creativos respecto al lenguaje, intentando hacerlo coincidir con nuestra naturaleza instintiva.

La crítica a las matemáticas defiende que los números son abstracciones creadas a base de desnaturalizar la vida y privarla de sus rasgos distintivos. Dice que las matemáticas buscan controlar la realidad inexacta para forzarla a coincidir con la exactitud. Bajo su supuesta naturalidad científica, las matemáticas se ofrecen a todo tipo de intereses políticos y económicos que poco tienen que ver con la objetividad de la que hace gala.

La fase que refleja el espíritu del nihilismo es "Dios ha muerto", la cual está situada en la última frase de este texto. Ya que si no hay ningún Dios, la base sobre la que se apoyaban nuestras antiguas creencias y seguridades se derrumban dejando un enorme vacío, al cual se le conoce como nihilismo.

Una vida auténticamente plena requeriría afirmar la voluntad de poder incluso bajo el pensamiento del eterno retorno. Nietzsche pensaba que esto solo sería posible para un superhombre. El superhombre, según él, es quien pudiera vivir verdaderamente como si cada instante se fuera a repetir hasta la eternidad y estaría sobrepasando las capacidades humanas. Nietzsche está buscando que el superhombre represente la afirmación total de los aspectos constructivos y destructivos de la vida, y para ello necesita una concepción cíclica de la existencia. En un tiempo infinito y con una cantidad de materia finita, las combinaciones tienden inevitablemente a repetirse infinitamente. Nietzsche va a utilizar esta idea para desarrollar la ética del eterno retorno, en la cual nos dice que todo aquello que hemos vivido no solo ha sido vivido infinitas veces, sino que, por un lado, no sienten miedo ni rechazo ante lo que le pueda traer la vida, pues ya ha sido vivida, y por otro lado, aprovechan cada instante para vivirlo en su máxima intensidad, pues saben que de esta manera conseguirán que se repita para siempre. A este amor hacia la vida Nietzsche le llama Amor Fati, que consiste en decir “sí” a la vida, aceptando tanto sus elementos luminosos y alegres como su lado trágico y doloroso.

Nietzsche representa el ocaso de toda la filosofía occidental, en particular de aquella que hunde sus raíces en Platón y la religión judeocristiana. La influencia de Nietzsche se extiende sobre autores como Michel Foucault, Gilles Deleuze, Bataille, Heidegger y E.M. Cioran.


Nietzsche nació en 1844 en una aldea de Turingia. Decidió orientar su carrera hacia el campo de la filología clásica. Su indiscutible talento fue reconocido en 1869 cuando logró el puesto de catedrático de filología en la universidad de Basilea. Su mala salud fue una de las razones que le llevaron a renunciar a su puesto universitario en 1879. En 1883 escribió el que sería su libro más famoso, Así habló Zaratustra. Hacia 1888, la enfermedad que sufría se agravó seriamente, hasta que en enero de 1889 acabó por perder la razón. Desde ese momento hasta su muerte en 1900, Nietzsche vivió sumido en la demencia. Nietzsche escribió algunas obras como El nacimiento de la tragedia (1872), La voluntad de poder (1901), y Humano, demasiado humano (1882).

Una vida auténticamente plena requeriría afirmar la voluntad de poder incluso bajo el pensamiento del eterno retorno. Nietzsche pensaba que esto solo sería posible para un superhombre. El superhombre, según él, es quien pudiera vivir verdaderamente como si cada instante se fuera a repetir hasta la eternidad y estaría sobrepasando las capacidades humanas. Nietzsche está buscando que el superhombre represente la afirmación total de los aspectos constructivos y destructivos de la vida, y para ello necesita una concepción cíclica de la existencia. En un tiempo infinito y con una cantidad de materia finita, las combinaciones tienden inevitablemente a repetirse infinitamente. Nietzsche va a utilizar esta idea para desarrollar la ética del eterno retorno, en la cual nos dice que todo aquello que hemos vivido no solo ha sido vivido infinitas veces, sino que, por un lado, no sienten miedo ni rechazo ante lo que le pueda traer la vida, pues ya ha sido vivida, y por otro lado, aprovechan cada instante para vivirlo en su máxima intensidad, pues saben que de esta manera conseguirán que se repita para siempre. A este amor hacia la vida Nietzsche le llama Amor Fati, que consiste en decir “sí” a la vida, aceptando tanto sus elementos luminosos y alegres como su lado trágico y doloroso.

Nietzsche presenta las cuatro críticas que entrelaza en su análisis del nihilismo. La cultura europea ha basado todo su progreso en una serie de conceptos irreales que la han llevado a creer en nada. Todo lo que creen los filósofos, religiosos, científicos… es nada, y en esto consiste el nihilismo, en que la realidad ha sido sustituida por algo que se le asemeja, pero la empobrece y no existe. El nihilismo está dividido en dos formas: el pasivo, el cual se caracteriza por la resignación y la desesperanza por falta de valores; y el activo, que implica una representación proactiva y afirmativa que busca crear significado y propósito en un mundo aparentemente carente de ellos. Nietzsche expuso en las tres metáforas la alegoría del camello, el león y el niño sobre el modo en que los seres humanos pueden experimentar la rebeldía contra el cristianismo, la afirmación de la voluntad de poder y la transvaloración de todos los valores. El nihilismo se define como que todo es mentira, y es a su vez la voluntad de poder. Nietzsche denomina esta voluntad de poder a la afirmación de la plenitud existencial, que aspira a un incremento y una intensificación de la vida. Esta voluntad se puede definir en cuatro diferentes transformaciones del espíritu:

  • La primera es camello (yo debo): es la necesidad de investigar las razones que nos han llevado al nihilismo.
  • La segunda el león (yo quiero): es la oportunidad de hacer justo aquello que no se nos ha permitido.
  • La tercera el niño (yo soy): es la expresión directa y libre de la voluntad del poder, es decir, el deseo creativo de que cada persona sea lo que de verdad quiere ser sin ningún tipo de sensación ni sumisión.
  • Y la última es el funambulista: este es el modelo del superhombre quien, tras haber vencido el nihilismo, es capaz de llevar una vida más allá del bien y del mal, de la verdad y de la mentira apoyándose solo en la libre creatividad de sus deseos más auténticos.


La crítica a la religión judeocristiana defendía diferentes puntos, como la moral de esclavos, la cual defendía un igualitarismo que perjudicaba a los superiores; une la idea de libertad y culpabilidad, esta religión estaba basada en la esclavitud y por ello era criticada; y, por último, defiende la existencia de una moral decadente, la cual es el enemigo de la vida a través del pecado (culpabilidad). La crítica a la filosofía occidental defendía que el pensamiento se desarrolla en contra de los aspectos destructivos de la vida; el devenir o el cambio es evitado por miedo a favor de la estabilidad del ideal, ya que este cambio significa para muchos una salida de una rutina marcada, lo que quiere decir, dejar de hacer cosas automáticamente y comenzar a tener que esforzarse para provocar ese cambio; y, por último, defiende que las apariencias son sustituidas por el concepto promoviendo la fealdad (Sócrates), la contradicción y el caos con los elementos fundamentales de la existencia humana.

Por su incapacidad de capturar la experiencia humana, Nietzsche critica al lenguaje, dice que las palabras son metáforas intuitivas de las emociones e instintos que nos provoca la vida. También defiende que con la llegada del cristianismo los valores originales asociados a cada palabra han sido suplantados (lo bueno es lo valeroso y lo fuerte, en cambio lo malo es lo débil y manso); esta crítica también defiende la transvaloración de los valores, lo que implica devolver las cosas al lugar que les corresponden, reconociendo que lo bueno debe corresponder a lo que intensifica la vida, y en cambio lo malo debe ser asociado a lo que debilita la plenitud vital; para retomar el sentido original del lenguaje que nace de los instintos, Nietzsche propone no solo que demos la vuelta al significado que hemos heredado de los términos, sino que seamos creativos respecto al lenguaje, intentando hacerlo coincidir con nuestra naturaleza instintiva.

La crítica a las matemáticas defiende que los números son abstracciones creadas a base de desnaturalizar la vida y privarla de sus rasgos distintivos. Dice que las matemáticas buscan controlar la realidad inexacta para forzarla a coincidir con la exactitud. Bajo su supuesta naturalidad científica, las matemáticas se ofrecen a todo tipo de intereses políticos y económicos que poco tienen que ver con la objetividad de la que hace gala.

Nietzsche representa el ocaso de toda la filosofía occidental, en particular de aquella que hunde sus raíces en Platón y la religión judeocristiana. La influencia de Nietzsche se extiende sobre autores como Michel Foucault, Gilles Deleuze, Bataille, Heidegger y E.M. Cioran.

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