Nietzsche: El Filósofo del Nihilismo y la Afirmación de la Vida
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Biografía de Nietzsche (1844-1900)
Nietzsche nació en Röcken, un pequeño pueblo prusiano, en 1844. Huérfano de padre desde los cuatro años, su madre y su hermana se hicieron cargo de su educación que pronto se orientó a los estudios filológicos. Su formación intelectual se centró en las lenguas clásicas y ocupó una plaza de doctor en filología clásica en la Universidad de Basilea cuando sólo contaba con 25 años. En 1879, la enfermedad le obligó a abandonar su trabajo comenzando así una etapa de soledad y creación filosófica. En 1889 es ingresado en un hospital psiquiátrico donde todavía vivirá demente diez años al cuidado de su madre y de su hermana. Murió en agosto de 1900.
Nietzsche llevó a cabo la crítica más apasionada y vehemente que ningún filósofo haya hecho a la moral de su tiempo. Toda su obra supone un desenmascaramiento de las falsedades que, según él, la filosofía y la religión han creado y han alimentado en la cultura occidental.
El único valor irrenunciable que exige un «sí» categórico es la vida. Así se expresa en las obras que fue escribiendo a lo largo de su vida entre las que destacan: El nacimiento de la tragedia, Humano, demasiado humano, La genealogía de la moral y sobre todo Así habló Zaratustra.
La influencia filosófica en positivo más importante que recibirá Nietzsche será sin duda la de Schopenhauer. De él toma sobre todo la idea de que es la voluntad el elemento esencial y definidor del ser humano. La otra gran influencia contemporánea fue la del músico Richard Wagner. En él creyó encontrar la materialización de su ideal humano, del genio creador.
Las repercusiones nietzscheanas en la filosofía posterior son múltiples. Su canto a la vida está presente en otras formas de pensar vitalistas como las de Dilthey, Bergson u Ortega. Finalmente, pueden rastrearse influencias de la filosofía de Nietzsche en buena parte de la filosofía existencialista, especialmente en Heidegger.
Nietzsche: La Moral del Inmoralista
1. La crítica a la filosofía occidental y la crítica a la religión cristiana: la muerte de Dios
En la segunda mitad del siglo XIX se produjo desde la filosofía, una crítica radical contra la realidad económica y social de la época protagonizada por el pensamiento marxista. Nietzsche continuará el proceso de desenmascaramiento de la cultura occidental centrando su crítica en la metafísica filosófica y en la moral, vigentes en su época.
En esta primera fase de su pensamiento toca destruir, de ahí que la filosofía de Nietzsche sea «a martillazos». En efecto, se trata de derruir los pilares perniciosos en los que se asienta la cultura occidental: la filosofía y la religión cristiana.
Para Nietzsche, a partir de Platón con su invención de la ontología dualista, la filosofía y su ideal racionalizador hasta Hegel, no ha hecho sino disfrazar la verdad y el verdadero sentido de la vida. La cultura occidental se va a asentar en esta concepción del mundo de la que Nietzsche reniega por falsa y negadora de la vida.
Pero no sólo la filosofía es la culpable de esa perversión. La labor crítico-destructiva de Nietzsche de los pilares en los que se asienta la cultura occidental encuentra su mayor expresión en el ataque a la religión.
Su «filosofía a martillazos» se cebará sobre todo en la teología cristiana. Califica al cristianismo como la religión de la compasión, entendida ésta como lo contrario a la virtud, aquello que debilita lo humano y niega la vida. Los teólogos cristianos son los responsables de la decadencia del ser humano al propagar la idea de la necesidad de una fe que lleva a los hombres a cerrar los ojos a lo real.
El cristianismo representa todo lo que Nietzsche desprecia: una metafísica para pobres e ignorantes que promete un mundo ajeno a este mundo; unos valores propios de individuos débiles y resentidos angustiados por el pecado y la culpa, y un dios al que se representa en su icono final como un perdedor, insultado, torturado y crucificado. En definitiva, el desprecio de la tierra y de la vida.
Para sobrevivir a este engaño es necesario asumir sin miedo «la muerte de Dios». La muerte de Dios trae consigo la libertad del ser humano, el camino hacia el espíritu libre, que ahora podrá sentirse más allá del bien y del mal.
2. El descubrimiento de la nada. El nihilismo
Asumir la muerte de Dios no es tarea fácil. Significa negar todos los valores supremos en los que se creía, ser consciente de haber vivido en una gran mentira. La consecuencia de esta aceptación trágica es la desorientación y la pérdida del sentido de la vida. Si las supuestas verdades sobre las que descansaba la seguridad del ser humano se han demostrado mentiras sólo queda la nada (nihil) más absoluta.
3. La afirmación de la vida: el vitalismo de Nietzsche
El nihilismo en filosofía designa el vacío vital que siente el individuo que no puede creer en nada. Pero para Nietzsche el nihilismo no es un término final, sino sólo un tránsito. El concepto negativo del nihilismo que atenta contra la voluntad de vivir es el punto de partida para comenzar una nueva era, la de la afirmación de la vida y la voluntad de poder.
La etapa de destrucción y negación da paso a la de creación y afirmación. El destructor de la metafísica platónico-cristiana, el ateo por necesidad, dice un «sí» rotundo a la vida Este es el mensaje fundamental de Nietzsche, que la vida humana tiene sentido si se entiende la existencia como un tiempo para crear, un tiempo para hacer efectiva la libertad del ser humano.
4. La voluntad de poder
Sin embargo, es consciente de que la nueva era no puede prescindir de la moral. El problema no es la moral en sí, sino el tipo de moral existente.
El ser humano debe ser «voluntad de poder», ésa y no otra es la esencia de lo humano. Y no debe confundirse el poder con la posesión de algo o con la autoridad sobre otras personas o cosas. El poder al que se refiere Nietzsche es actividad, fuerza, energía.
Vivir la vida desde la voluntad de poder es lo propio de los hombres superiores, de los espíritus libres. Son estos los que han alcanzado a comprender que lo más sublime es ser amo y señor, no de otros individuos, sino de los propios actos, del destino y son capaces de crear nuevos valores contrarios a los decadentes.
5. La transmutación de los valores
La decadencia de la cultura occidental que denuncia Nietzsche tiene su origen en la inversión de los valores morales producida por la filosofía griega y la religión judeo-cristiana.
Su pretensión es superar esa moral degenerada replanteando los criterios de valor de lo bueno y lo malo.
En la obra Más allá del bien y del mal, Nietzsche expone que existen dos tipos de moral que se encuentran mezcladas en toda cultura y que, a veces incluso, pueden darse en un mismo individuo:
La moral de los señores: corresponde a los seres sanos, los que tienden a aumentar su fuerza y su poder enfrentándose afirmativamente a las resistencias de la vida. Es la moral de la jerarquía, ascendente y activa que condena la mediocridad.
La moral de los esclavos: es la propia de los seres enfermos. Se trata de una enfermedad del espíritu que se concreta en el miedo a la vida. Es la moral del rebaño, la de la renuncia, la del sentido de culpa y de pecado. Reclaman la igualdad porque en ella diluyen su propia voluntad ocultando así su cómoda pasividad.
Nietzsche señala a los responsables de esta inversión de valores antihumana: la casta sacerdotal. Al construir una fe en lo sobrenatural, mataron la fe del individuo en sí mismo.
6. El Superhombre, el anuncio de Zaratustra
El pensamiento y la obra de Nietzsche alcanza en Así habló Zaratustra su punto de inflexión. Toda la labor destructiva de su «filosofía a martillazos» generó un escenario nihilista una vez decretada la muerte de Dios.
Entre las ruinas de esta cultura decadente Nietzsche anuncia en boca del nuevo profeta, Zaratustra, la venida del Superhombre.
No se trata de un prodigio humano dotado de unas condiciones biológicas extraordinarias. No es un titán atlético y musculoso a la manera de un súper héroe ni el resultado de una creación científica alumbrada en un laboratorio.
El superhombre es el un nuevo tipo de hombre
que no sólo ha asumido la muerte de Dios sino las consecuencias derivadas de esa muerte. Estas son algunas de sus características:
-Es quien ama y afirma la vida sin límites y sin metas.
-Es un ser activo creador de valores que no desprecia el cuerpo ni a la tierra.
-No se subordina a ninguna moral, es individualista y sólo obedece a sus deseos.
-Su característica esencial es la libertad expresada en la voluntad de poder que sustituye el «tú debes» por el «yo quiero».
Pero no hay que olvidar que Nietzsche habla del superhombre como un ser del futuro. Zaratustra sólo anuncia su próxima venida. El hombre, que es algo intermedio entre las bestias y el superhombre, todavía es humano, demasiado humano. No se ha atrevido aún a liberarse de la moral del rebaño y prefiere la mediocridad de la masa. En definitiva, el último hombre todavía no ha sido capaz de aceptar la única verdad de la existencia, el eterno retorno de lo mismo.
7.- La doctrina del eterno retorno.
La doctrina del eterno retorno supone la culminación de la filosofía de Nietzsche. Intenta ser la explicación holística del devenir del mundo, del único mundo real, el de los acontecimientos finitos en un tiempo infinito. Si Dios no existe no hay creación de la nada ni un primer momento original. El tiempo no es lineal como concibe el cristianismo sino circular, como intuyeron los antiguos griegos como Heráclito. Todo se mueve infinitamente, retorna a sí y vuelve a suceder. Nietzsche convierte esta teoría cosmológica, que aboca al ser humano al nihilismo, en una doctrina ética de la afirmación de la vida. En el nivel de la individualidad, la libertad no sólo es posible sino que alcanza su verdadero sentido.Si el tiempo es infinito y todo se repite eternamente, cada instante, cada decisión tiene un valor infinito. A la hora de elegir una acción debe pensarse lo siguiente: “¿me gustaría que esto que voy a hacer se repitiera infinitamente en el tiempo?” Nietzsche plantea así un nuevo imperativo categórico para la voluntad orientada por la afirmación de la propia vida. El sentido de la vida consiste en vivirla desde la voluntad de poder, de hacerse a uno mismo con decisiones libres, aceptando la necesidad (amor fati) como parte del propio destino. Las dificultades, el esfuerzo y el dolor son parte de la vida, y por lo tanto, hay que aceptarlas valientemente. Lo importante de la vida es vivirla como protagonista, como titular indiscutible que sabe que su actuación es el tiempo de su libertad, el verdadero sentido de su existencia.
EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO EN NIETZSCHE.
Nietzsche no es filósofo que exponga sus ideas de forma sistemática. Al contrario, su pensamiento aparece derramado en forma literaria y aforística en la extensa producción de su obra escrita. Ideas acerca del conocimiento pueden encontrarse en muchos de sus libros pero quizás donde toque prioritariamente este tema sea en sus textos: en Sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral.(1873)y en La genealogía de la moral (1887).
El filósofo Paul Ricoeur acuñó el concepto «maestros de la sospecha» para referirse a tres pensadores del siglo XIX: Marx, Freud y Nietzsche. Consideraba que los tres, con sus ideas, denunciaron diferentes falsedades asumidas por la conciencia del hombre europeo occidental del siglo XIX. Las ideas sobre el conocimiento que Nietzsche defiende arrancan de la denuncia de esa falsedad que es pensar que existen verdades absolutas y que se pueden conocer absolutamente. Frente a este error propondrá el conocimiento como perspectiva.
1.- La crítica a la teoría del conocimiento tradicional: a la religión, a la filosofía y a la ciencia.
Para entender el problema del conocimiento en Nietzsche conviene recordar que su pensamiento arrancó como una tarea destructiva tendente a demoler los cimientos de la cultura occidental que según él, se asentaba en dos grandes errores procedentes respectivamente de la filosofía iniciada con Platón y su deseo racionalizador de lo real, y de la religión cristiana con su afán de racionalizar asimismo la moral. Como consecuencia de la influencia de estas dos corrientes culturales enmascaradoras de la realidad la historia de Occidente es la Historia de un gran error.Con respecto al conocimiento Nietzsche comienza por mostrar una actitud de sospecha que le lleva a desenmascarar los intentos fallidos y erróneos que el hombre ha creado para crear la ilusión de que éste, el conocimiento, es posible, de que se puede conocer la verdad.La filosofía surgió como una forma de superación de la «verdad supersticiosa» de la religión. Pero construyó otro «disfraz» con el que esconder la verdad llamado Metafísica. Platón proclamó la existencia de un mundo de Ideas distinto al mundo real y colocó en él la Verdad. Conocer suponía renegar del mundo sensible, de los sentidos y de la Tierra y volcar la fe en una abstracción absurda que negaba el devenir del Mundo.El cristianismo enseñó a despreciar también la vida y el tiempo presente, y subvirtió los valores del bien y del mal, trocando los de los señores por los de los esclavos.Más tarde, la ciencia, quiso ser una superación de la metafísica y de la religión. Pretendió establecer leyes y explicaciones únicas y verdaderas de lo real. Pretendió cuantificar esta realidad olvidando los aspectos cualitativos de las cosas. A partir de la Ilustración, la ciencia se convierte en el nuevo Dios para el hombre moderno.Todas estas pretensiones de conseguir explicar absolutamente lo real protagonizadas por la filosofía, la religión y la ciencia son criticadas por Nietzsche y particularmente en su obra: Más allá del bien y del mal, en la que denuncia los «prejuicios de los filósofos» siendo el más grave de ellos la creencia en el valor absoluto de la verdad.
2.- La inexistencia de la verdad absoluta: el conocimiento como perspectiva
Para Nietzsche la verdad absoluta no existe.
·Ni de forma trascendente como anunciaban los sacerdotes subsumiéndola en ese concepto pernicioso que es Dios (de ahí que deba asumirse la muerte de Dios si se quiere abandonar el error), ni de la forma supuesta y falsamente racional que defendió Platón al inventarse un mundo verdadero de Ideas más allá del de las cosas materiales.
·Ni de forma inmanente que deba buscarse en las cosas como si permaneciera en ellas esperando a ser encontrada. Esa idea es una nueva forma de metafísica solo que de corte filosófico-aristotélico o científico-empirista.
Lo que sí existe es el mundo y las cosas, y un lenguaje humano para captarlo.
oY en él, el hombre necesita referirse a las cosas para apoderarse de ellas, para ejercer su poder. Y es entonces cuando aparece el lenguaje y su capacidad de referirse a lo real a partir de palabras y conceptos.
El hombre se enfrenta a lo real y pretende comprenderlo, dominarlo, a través de imágenes, intuiciones y palabras.
La palabrasurge para apoderarse de lo se muestra a los sentidos, el fenómeno. La palabra sustituye a la imagen. Es la primera forma de falseamiento del conocimiento.
Después, la palabra la convierte en concepto cuando pretende que esa palabra sirva para representar casos similares a la realidad a la que se refiere, y además espera que esa “verdad construida y encorsetada en el concepto” sea asumida y comprendida de igual forma por todos los demás hombres. Se produce así una segunda forma de falseamiento del conocimiento de lo real producido por el lenguaje. Esos conceptos asumidos por el colectivo de hombres se convierten así en una mentira colectiva.
oPero esa realidad que se quiere conocer es dinámica, está en continuo cambio como ya afirmó Heráclito, es un eterno devenir. Y el Sujeto objetivo, universal, no existe como tal. Lo que hay se compone de sujetos particulares que contemplan lo real desde su íntimo yo, desde su ser único. Lo único que cabe es interpretar lo real. La verdad se convierte así en perspectiva.
oEs imposible pues, llevar a cabo una comprensión fija, esencial y definitiva de la realidad, y no sólo porque la realidad sea devenir, sino porque el intelecto humano, para realizar cualquier análisis tiene que servirse de sus propias formas de comprensión e interpretación, sujetas también al devenir y a la diversidad de perspectivas.
Cada ser humano es un sujeto que se enfrenta a la realidad desde sus circunstancias vitales. No hay objetividad. La vida y el mundo no se pueden conocer, sólo se pueden intuir desde las interpretaciones (perspectivas) de cada individuo. Lo único que sí parece aceptable es entender que cada realidad, que cada verdad, debe tener en cuenta la suma de las perspectivas individuales posibles desde las que puede ser captada.
. "Existe únicamente un ver perspectivista, únicamente un «conocer» perspectivista; y cuanto mayor sea el número de afectos a los que permitamos decir su palabra sobre una cosa, cuanto mayor sea el número de ojos, de ojos distintos que sepamos emplear para ver una misma cosa, tanto más completo será nuestro «concepto» de ella, tanto más completa será nuestra «objetividad». (La genealogía de la moral, Alianza, Madrid, 1972.)
Contra los conceptos, que son la petrificación que sufre el devenir al quedar fijado en una categoría, Nietzsche exalta el poder de la imaginación metafórica del ser humano. Cada perspectiva, si quiere reflejar mejor la realidad que tiene ante sí, se expresa mejor utilizando un lenguaje metafórico, literario, artístico, en el que transmita el sentimiento íntimo y la manera propia y personal de entender la realidad. También la filosofía debería expresarse literariamente, abandonar los conceptos y usar la metáfora, que permite la diversidad de interpretaciones.
Nietzsche propone así terminar con el dogmatismo de la filosofía tradicional y sustituirlo por un pluralismo filosófico donde cada filósofo se atreva a inventar su propia visión de la realidad.
La obra publicada de Nietzsche, la plasmación en el lenguaje escrito de sus ideas con el objetivo de que fueran conocidas por todos, es un ejemplo fascinante de cómo convertir en lenguaje literario y artístico el discurso filosófico. Pero él sabía que no sería fácil ser comprendido, por eso intuyó que su pensamiento era «para todos y para nadie».