Nietzsche: Dionisio, la Exaltación de la Vida y la Transvaloración de Todos los Valores
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Friedrich Nietzsche (1844-1900). Dionisio o la exaltación de la vida
Interpretación de la cultura griega
Nietzsche presenta una interpretación del mundo y de la cultura griega contraria a la concepción tradicional que Occidente ha transmitido en torno a los griegos (pueblo sereno, feliz, intelectualista). Quiere poner de manifiesto su concepción de la vida. Procede a hacer una descripción del desarrollo de la cultura griega a través de metáforas, tal como lo hicieron los propios griegos, que no expresaron su visión del arte con conceptos, sino recurriendo a las imágenes de sus dioses.
Metáforas clave:
- Contraposición entre el elemento apolíneo y el elemento dionisiaco: Apolo y Dionisos, dioses creadores que los griegos utilizaron para representar manifestaciones artísticas contrapuestas, a través de las cuales expresaron su visión del arte y, a su vez, su concepción de la realidad. Apolo representa la proporción, la coherencia, el orden y la racionalidad (Artes figurativas y plásticas: escultura y arquitectura). Dionisos representa la vida, la fertilidad, el desorden, el instinto y las fuerzas primigenias de la naturaleza (Artes temporales y rítmicas: música y poesía).
- Juego trágico: esencia de la realidad: Es en la tragedia griega donde se da la combinación perfecta de ambos elementos. Los griegos tuvieron una concepción trágica de la realidad y la existencia. Nietzsche afirma que el griego sabía muy bien que la vida podía ser inexplicable, terrible y peligrosa.
Nietzsche mantiene una concepción realista y trágica de la vida que define fundamentalmente como dolor, sufrimiento, lucha, destrucción… la irracionalidad misma (Influjo de Schopenhauer). Ante la vida caben dos actitudes:
- Afirmación de la vida: Aceptar la vida como es, con sus consecuencias.
- Negación de la vida: Esta actitud representa a Occidente desde el triunfo del elemento apolíneo (nacimiento de la filosofía) sobre lo dionisiaco, lo que supuso la negación de los aspectos oscuros de la realidad. Expresión de esta actitud son las ficciones o mundos ideales que el ser humano ha construido a lo largo de la historia: filosofía, moral, religión, ciencia.
Nietzsche procede a hacer la crítica de la cultura occidental y de aquellos pilares en los que se asienta, en la medida en que se halla basada en la negación de la vida. Su propuesta es la transvaloración de todos los valores, la exaltación de la vida y los valores que la caracterizan.
Crítica de los valores de la cultura occidental
1. Crítica de la moral:
- Rasgos de la moral tradicional
- Análisis filológico-histórico de los conceptos “Bueno” y “Malo”. El significado originario de los términos “bueno” y “malo” en el curso de la historia se halla sujeto a una evolución en virtud de la cual se da una inversión de valores que hace que la originaria moral aristocrática fuera sustituida por una moral de esclavos. La propuesta de Nietzsche es la restitución de los valores originarios, la recuperación de los valores a favor de la vida.
Dos tipos de moral:
- Moral de esclavos: Moral pasiva. El tipo de hombre débil eleva a categoría de valor supremo las propias miserias, aquellos valores decadentes que halla en sí, creando un ideal de moral: la debilidad, la cobardía, el miedo, la humildad, la compasión… Representa la vida decadente y el ideal de moral que genera halla su fundamento en el resentimiento del débil y en el instinto de venganza contra toda vida superior. Constituye el tipo de moral que ha caracterizado a Occidente.
- Moral de señores: Moral activa. Se halla fundamentada en la afirmación de la vida y los valores que la caracterizan. Posibilita una vida ascendente porque permite el desarrollo de las potencialidades humanas: fuerza, dignidad, nobleza y el valor. Es el tipo de moral que reivindica la propuesta de Nietzsche.
2. Crítica de la religión:
Análisis de la idiosincrasia religiosa. La religión constituye una ficción creada por el débil que halla su fundamento en su incapacidad para aceptar el devenir, su destino y la caducidad de su existencia. Tal ficción o mundo ideal bajo la cual oculta su incapacidad y sus carencias supone el triunfo y la consolidación de una determinada moral, una determinada práctica vital, una determinada relación con la existencia y una valoración de la vida. Todo “lo bueno”, “grande” y “verdadero” es de naturaleza sobrehumana. La realización del ser humano se halla en virtud de algo externo a él mismo y queda relegada a la vida futura, con lo que de menosprecio supone para lo corporal, terreno y mundano. Nietzsche realiza una dura crítica respecto del cristianismo, al que califica incesantemente por medio del insulto: “forma vulgar de metafísica”, “metafísica del verdugo”, “platonismo para el pueblo”, “gran maldición”… Los valores difundidos por la religión constituyen valores negadores de la vida: sacrificio, humildad, paciencia, compasión… la religión constituye el máximo exponente de negación de la vida.
3. Crítica a la filosofía tradicional:
- Aspecto ontológico: La metafísica tradicional es estática y halla su origen en un error ontológico, nos presenta el mundo al revés. La realidad no es ni fija, ni inmutable, sino que se identifica con el devenir que caracteriza a la vida. La invención de un mundo eterno, fijo e inalterable, calificado de mundo verdadero frente a lo terreno y mundano, constituye un error ontológico que falsea la verdadera naturaleza de lo real.
- Aspecto epistemológico: A nivel del conocimiento, el concepto no constituye el instrumento más adecuado que permita captar la verdadera esencia de lo real. El concepto constituye la fijación de una metáfora (o de un conjunto de ellas) que ha perdido su fuerza sensible. En la medida en que es fijo e inalterable, no conduce sino a la fosilización de la realidad identificada con puro devenir. Frente al concepto, Nietzsche defiende la metáfora y la intuición estética como verdaderos medios de captación de la naturaleza de lo real. No existe la verdad absoluta. La verdad siempre es subjetiva, pura perspectiva e interpretación.
- Aspecto científico-positivo: Bajo el desarrollo científico y tecnológico que caracteriza a la época de su tiempo, Nietzsche advierte la pobreza espiritual que denota la cultura decadente de Occidente. Critica la matematización de lo real y la pretendida objetividad de la ciencia, así como los modelos que Occidente ha presentado a efectos de una interpretación de la realidad: determinismo, positivismo, mecanicismo. Los aspectos cualitativos de la realidad no pueden reducirse a mera cantidad o a relaciones cuantitativas. La realidad de la vida ni es objetiva, ni fija e inalterable, ni racional.
La “muerte de Dios” y el nihilismo
1. La “muerte de Dios”:
Representa el acontecimiento más importante que ha caracterizado la cultura occidental, porque le da a Nietzsche la posibilidad de desenmascarar las grandes ficciones (mundos ideales: moral, religión, filosofía y ciencia) y analizar lo que bajo ello se oculta, y también porque supone la decadencia de los valores y el derrumbamiento de los pilares en los que la propia cultura se halla asentada. La “muerte de Dios” representa la muerte de todos los valores absolutos. Nietzsche hace un diagnóstico de la sociedad y cultura de Occidente y profetiza la muerte de Dios y el advenimiento del nihilismo.
2. El nihilismo:
Es una consecuencia directa de la muerte de Dios. Constituye:
- Un movimiento histórico: Supone el fin de un proceso histórico, el destino de la cultura occidental y la pérdida de valor de los valores sobre los que se asienta la cultura.
- Proceso psicológico: Describe también la situación psicológica que caracteriza al ser humano y a la sociedad como consecuencia de la pérdida de valor de los valores supremos. El ser humano se encuentra perdido, sin referente. Desvalorización de la existencia.
Dos tipos de nihilismo:
- Pasivo: El ser humano, una vez ha perdido su fe en el mundo ideal, puede caer en el pesimismo y la desesperanza. Es una situación dramática.
- Activo: Una vez asumida la desvalorización y la caducidad de todos los valores, quiere favorecer y agilizar el proceso de decadencia. En la medida en que tales valores constituyen valores negadores de la vida, procede a acelerar el derrumbamiento de los valores decadentes. Se convierte en negador, en aniquilador que quiere acabar con los restos de una cultura decadente.
El Superhombre
Como consecuencia de la muerte de Dios y del nihilismo, Nietzsche profetiza la llegada del superhombre. Todo se halla a nivel de la realidad sometido al devenir y a continuo proceso. El ser humano no constituye una excepción. El hombre se halla sometido a un proceso evolutivo en virtud del cual puede dar lugar a un tipo de hombre nuevo caracterizado por los valores vitales, capaz de asumir la realidad tal como es. El superhombre, el tipo de hombre futuro, está por llegar. Un tipo de hombre que aceptará la muerte de Dios y no necesitará de subterfugios ni ficciones tras las que esconder su debilidad. Características: mundanidad, vitalidad y creación de nuevos valores. Nietzsche lo compara a un niño porque es inocente, no tiene prejuicios en contra de la vida. Utiliza también la imagen de un bailarín, dado que siempre se halla en la cuerda floja del devenir. Hace de la vida un continuo experimento.
La “voluntad de poder” y la doctrina del eterno retorno
1. La “voluntad de poder”:
Tal término debe ser interpretado en sentido orgánico y biológico, en sentido vital. La voluntad de poder define la esencia de la vida misma. Constituye un impulso o fuerza creadora. Representa la tendencia de la vida a expandirse, autoafirmarse y generar nuevas manifestaciones, tomando cuerpo en cada nueva expresión. Constituye un impulso que se extiende de abajo a arriba, de dentro hacia fuera, y representa el propio dinamismo que le caracteriza a la vida y la naturaleza.
2. Doctrina del eterno retorno:
La vida y el mundo consisten en la repetición de los mismos acontecimientos. En la naturaleza se da una continua creación, destrucción, recreación y retorno de lo mismo. Por medio de la repetición, Nietzsche introduce la noción de eternidad, porque se da una y otra vez. Así mismo, implica una concepción circular del tiempo. El momento es el que se repite y en el instante desaparecen pasado y futuro. El instante es comienzo y, al mismo tiempo, fin. En ese momento que se repite radica la esencia del tiempo. La doctrina del eterno retorno constituye la fórmula más radical de afirmación de la vida que cabe hacer.