Nietzsche: Crítica a la Razón y la Decadencia de la Modernidad
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Crítica a la Razón y a la Modernidad según Nietzsche
La filosofía de Nietzsche tiene lugar en las últimas décadas del siglo XIX, en plena efervescencia del movimiento positivista. La filosofía se encuentra en una situación donde la ciencia natural marca los modos adecuados y dominantes de conocimiento. Además, el reciente movimiento idealista culminado por Hegel lleva a su más alto grado la idea de una razón autosuficiente y abarcante de toda la realidad. Este es el escenario en que Nietzsche comienza su obra.
Su principal objetivo va a consistir en criticar la supuesta autonomía de la razón, haciendo ver todos los condicionantes vitales que afectan a esta. Para Nietzsche la categoría más fundamental es la vida, a cuyos intereses están sometidas todas las demás actividades humanas, ya sean la ciencia, la filosofía, el arte, la religión, etc. La razón, lejos de garantizar un conocimiento objetivo de la realidad, el papel que desempeña es el de conseguirnos una visión de ésta lo más confortable y atractiva posible para nosotros. Lo único que legitima la verdad es su conveniencia para la especie humana.
Desde este punto de vista, la ciencia, entendida como discurso que busca una estructura ordenada y nomológica de la realidad, es criticable en la medida en que está suponiendo la posibilidad de conocer objetivamente dicha realidad. En verdad, según Nietzsche, no podemos pasar de la intuición directa de los casos particulares. No existen las esencias que fundamentan los conceptos. Lo importante son las características y diferencias peculiares de cada caso particular. El discurso científico funciona a base de negar y olvidar tales diferencias particulares. La ciencia violenta a la realidad unificando y homogeneizando a unos particulares que, en realidad, son diferentes entre sí. Además, como dice Nietzsche en la época en que escribe Sobre verdad y mentira en sentido extramoral (muy influido por Kant), lo único de lo que estamos seguros es de lo que nosotros mismos ponemos en nuestro conocimiento de la realidad, es decir, nuestras categorías mentales, tales como espacio, tiempo, noción de causalidad, etc.
A la filosofía tradicional le ocurre lo mismo que a la ciencia. Está basada en un concepto de Razón que olvida el carácter esencialmente individualista (compuesta por casos particulares) de la naturaleza. Los conceptos típicos de la filosofía, como alma, Dios, o idea son inventados por la razón humana, que luego se autoengaña al pensar que los ha descubierto en la realidad, fuera de sí misma. La filosofía se equivoca si cree que el Ser es algo accesible a la razón humana. La realidad es de carácter dinámico, todo fluye y pasa. La realidad es un devenir que la mente humana es incapaz de apresar. Nietzsche cambia el concepto de Ser por el de Devenir, acentuando el carácter dinámico de la realidad. Ésta es caótica y cambiante, lo cual la hace inalcanzable para la ciencia y la filosofía.
El papel de la filosofía nietzscheana consiste en deshacer todos los malentendidos de la filosofía tradicional y desvelar los verdaderos orígenes y motivaciones que hay en la base de toda la cultura occidental. Para Nietzsche, esta cultura occidental que le toca vivir está en decadencia porque niega todos los valores vitales del ser humano. Por influencia del cristianismo, que es la bestia negra de Nietzsche, la moral occidental es una moral decadente que condena todo lo perteneciente a esta vida terrenal y resalta la vida sobrenatural como la vida verdadera. Esto es una moral de esclavos que hay que superar. Para Nietzsche los valores supremos son los que hacen afirmar la vida, el cuerpo, el placer y la creatividad. Nietzsche nos invita a recuperar una moral de señores, de fuertes, de los que se afirman a sí mismos y son capaces de aceptar y querer la vida tal y como es, alejados del resentimiento de los débiles.
Según Nietzsche en la Modernidad se ha caído en una etapa nihilista, en la que ya no se cree en nada, de la que sólo se sale aceptando la voluntad de poder como fundamento de todos los valores. La figura del superhombre es creada por Nietzsche para representar la salida de todo el nihilismo pasivo de la Modernidad. El superhombre es aquel que acepta la realidad tal y como es, que se afirma a sí mismo y que crea los valores propios, aceptándolos como suyos y aceptando su propia capacidad creativa como el origen de todo lo válido.