Nietzsche: Crítica a la Moral Tradicional, el Cristianismo y el Superhombre

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Crítica al cristianismo y a la moral tradicional

Crítica al cristianismo y a la moral tradicional

Nietzsche dirigirá una crítica hacia la moral tradicional y al cristianismo al considerarla contranatural.

DENUNCIARÁ ASÍ la transmutación de valores que se ha dado, donde unas concepciones referidas a un estamento social adquirieron la connotación moral tradicional y ensalzaron la llamada moral de los esclavos frente a la moral de los señores. Consecuencia del resentimiento se impuso una moral caracterizada por la voluntad de igualdad que acepta los valores impuestos y desprecia los instintos frente a una moral activa que crea valores y que se caracteriza por la voluntad de poder.

Ha sido el cristianismo el que ha impuesto esta moral en Occidente con el objetivo de culpabilizar al individuo para que renuncie a los valores vitales, adquiera los del rebaño y viva según la obediencia a Dios, ante lo que Nietzsche se opondrá, pues el hombre no necesita a Dios para saberse libre de origen porque el mundo no tiene ninguna ley trascendente que le obligue. (157)

Nihilismo, la muerte de Dios (y la transmutación de los valores)

Nihilismo, la muerte de Dios (y la transmutación de los valores)

La muerte de Dios es la consecuencia necesaria de la crítica de la cultura de occidental y del sistema de valores que la sustentaba, y significa la constatación de que el mundo suprasensible que pretendía ser la función ordenadora de nuestra existencia es una apariencia. Así no solo implicará la muerte del Dios cristiano, sino también de todo aquello que se ha impuesto en su lugar y que da sentido a la existencia. La consecuencia será el nihilismo entendido por un lado como nihilismo pasivo, aquel en el que la voluntad de poder se ve reducida, surgiendo una crisis de sentido que impide avanzar y reconocer que frente a Dios está la vida; y por otro como nihilismo activo, el momento de reflexión que contribuye a crear una nueva perspectiva ontológica y antropológica mediante una nueva valoración de la vida y la voluntad de poder.

Dirá que aún será necesaria una transmutación de valores que superen el nihilismo. (158)

El superhombre (vitalismo, transmutación de los valores, voluntad de poder, eterno retorno)

El superhombre (vitalismo, transmutación de los valores, voluntad de poder, eterno retorno)

Zaratustra será la figura encargada de anunciar que estamos viviendo el tiempo de “el último hombre”, del que ha caído en un nihilismo pasivo. Tras él se halla el superhombre, PARA LO QUE ES NECESARIO TRES TRANSFORMACIONES DEL ESPÍRITU: primero, el camello, que simboliza a aquellos que soportan las obligaciones sociales y obedecen sus valores; luego, el león, que representa al nihilista que rechaza los valores tradicionales; y por último, el niño, símbolo del que CREA DESDE LA INOCENCIA Y LIBERTAD RADICALES su voluntad de poder, SUPERANDO LA moral contranatural en virtud de una moral al servicio de la recuperación de los instintos vitales. ESTE NIÑO-SUPERHOMBRE ABRAZA LA VIDA Y EL ETERNO RETORNO, hace caso omiso de prejuicios y rechaza la igualdad y las características del rebaño social, aceptando la inalienable diferencia entre los hombres como consecuencia de la pluralidad y el devenir de la realidad. Está más allá del adoctrinamiento y ES CAPAZ DE CONSTRUIR SU PROPIO SISTEMA DE VALORES MÁS ALLÁ DEL BIEN Y DEL MAL. (168)

La voluntad de poder y el eterno retorno

La voluntad de poder y el eterno retorno

Para Nietzsche, la verdadera esencia de la realidad es voluntad, siendo la realidad la expresión de esta voluntad, de querer ser y aceptar la vida tanto en su aspecto constructivo como destructivo. La realidad vital es además devenir y perspectiva, y no se supedita a algo externo al propio querer completamente libre que rechaza cualquier determinación ajena al devenir.

Surge así la idea de eterno retorno, referida al modo en el que el hombre interpreta el devenir. Sería la máxima afirmación de la vida, producida por la voluntad de poder, y proporciona al ser humano el medio de ir superándose continuamente.

El hombre superior es por lo tanto voluntad de poder, porque abraza su vida y la desea en cada instante. En él, como en la vida, querer es ser y ser es querer y crea y construye desde su voluntad radical, más allá del sistema de valores impuesto por la civilización occidental, su propio sistema de valores.

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