El Neoclasicismo en el Arte: Escultura de Canova y Pintura de David
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El Neoclasicismo en el Arte: Dos Pilares Fundamentales
Escultura: Antonio Canova, Maestro Neoclásico
El italiano Antonio Canova es un gran escultor y un representante eminente del movimiento neoclásico. Rechazó la idea del artesano gremial en favor del artista creador. Entre sus obras más destacadas se encuentra Dédalo e Ícaro, una alegoría en la escultura donde, bajo los pies de Dédalo, descansan las herramientas del oficio, mientras Ícaro se pega las alas de cera que le permitirán volar.
La fascinación que el Neoclasicismo sintió por la escultura antigua le marcó la dirección correcta de su arte. Su producción mitológica incluye obras como:
- Teseo y el Minotauro
- Amor y Psique
- Hércules y Licas
- Perseo con la cabeza de Medusa
Otra clave de su estilo es la calidad sensorial: acababa sus obras con piedra pómez para lograr sutiles juegos de luces y sombras. Paralelamente, realizó sepulcros de los pontífices Clemente XIII y Clemente XIV. El triunfo de las tumbas papales lo condujo a Viena para labrar el Monumento Funerario a María Cristina de Austria, lo que le abrió las puertas a las cortes europeas.
Canova retrató a figuras prominentes como Napoleón y a su hermana Paulina Bonaparte, recostada semidesnuda sobre un diván como Venus Victoriosa. Tras la caída de Napoleón, regresó a París. Los ingleses lo invitaron a Londres para que opinara sobre los Mármoles del Partenón. El impacto de Grecia fue tremendo, y bajo este efecto, realizó Las Tres Gracias. El último encargo extranjero provino de Carolina del Norte, una estatua de George Washington, el primer representante de los EE. UU., destinada al Parlamento.
Pintura: Jacques-Louis David, El Arte al Servicio de la Revolución
Jacques-Louis David representa a un pintor político y comprometido con los ideales de la Revolución Francesa y con el Imperio Napoleónico, quien puso su arte al servicio de la propaganda. A finales del siglo XVIII, pintó El Juramento de los Horacios, obra que se erigió como manifiesto de la pintura neoclásica europea. Esta obra glorifica las virtudes del patriotismo y el sacrificio, captando la atención de sus contemporáneos y convirtiéndolo en un precursor de la modernidad.
David se centró en la expresión pasional del instante dramático; esta impresión cautivó a los espectadores. Técnicamente, abusó del claroscuro, mientras que la composición de los personajes derivaba de los bajorrelieves clásicos. Regresó a París y realizó obras icónicas como La Muerte de Sócrates y La Muerte de Marat.
Cuando la Revolución estalló, fue nombrado diputado, y las clases medias y populares vieron su Neoclasicismo como el espíritu de una nueva época. David impuso nuevas modas y gustos: peinados sueltos y cortos en los hombres, túnicas romanas en las mujeres y diseño clásico en el mobiliario. Destaca su Retrato de Madame Récamier.
Organizó el ceremonial y la puesta en escena de los fastos revolucionarios. Caído Robespierre, rindió glorias a Napoleón con un retrato ecuestre (Napoleón cruzando los Alpes) y La Coronación de Napoleón en Notre Dame. Después huyó a Bruselas, donde aclaró los tonos neutros de su paleta, anticipando el Romanticismo.