La Naturaleza Social y Política del Hombre en la Filosofía de Aristóteles

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Situación del Autor en su Momento Histórico

Este texto pertenece a Aristóteles, filósofo de la Edad Antigua. Vivió en el siglo IV a.C. y fue testigo del final de la cultura clásica griega.

Tema Central del Texto

El tema que plantea este texto es la naturaleza social del ser humano, dotada de razón. En esta característica reside el fundamento de las sociedades humanas.

Ideas Principales

  • La naturaleza no hace nada en vano.
  • Solo el ser humano está dotado de lenguaje (logos), lo que lo diferencia de los animales.
  • Los animales poseen voz, con la que pueden expresar sensaciones de dolor y placer.
  • La palabra (logos) permite exclusivamente a los seres humanos reflexionar y decidir sobre lo justo y lo injusto.
  • Dado que la naturaleza no hace nada en vano, se afirma que el hombre es, por naturaleza, un ser social.

Relaciones entre las Ideas

El autor establece la tesis de que el hombre es un animal social. El fin último del hombre es vivir en sociedad, ya que solo en ella puede encontrar su desarrollo pleno.

Esta tesis se fundamenta en dos razones:

  • El hombre está dotado por naturaleza de una característica que lo hace superior al resto de los animales: el lenguaje (logos).
  • La palabra sirve para relacionarse con otras personas y permite llegar a acuerdos sobre lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto.

Todo esto lleva a la conclusión de que el lenguaje hace posible la existencia de una Constitución y de leyes fundamentales que rigen la ciudad (polis).

Explicación Detallada de las Ideas

Aristóteles concibe al hombre como un ser social por naturaleza. Esta idea se fundamenta en su concepción teleológica, que postula que la naturaleza no hace nada en vano; es decir, todo lo que existe en la naturaleza tiene una finalidad, y la realización de ese fin propio constituye el bien de cada ser. La finalidad de los atributos con los que la naturaleza ha dotado al hombre es que este viva en comunidad.

Esta teoría se opone a la que plantearon los sofistas, quienes sostenían que los hombres se unen por pactos o convenciones. Para Aristóteles, la sociabilidad es una evidencia innegable porque solo el hombre posee la palabra (logos), mientras que los animales solo tienen voz, con la que pueden expresar dolor y placer, como corresponde a los seres con alma sensitiva. El alma de los seres humanos es racional; el logos nos posibilita el lenguaje para el diálogo con otros seres humanos. La palabra nos permite realizar valoraciones, elecciones y juicios sobre lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto. Así, la palabra convierte al hombre en un ser ético y político por naturaleza.

Todas estas apreciaciones llevan al autor a considerar que el lenguaje permite a los ciudadanos organizarse para llevar una vida buena. De hecho, Aristóteles afirma que el hombre aislado sería un dios o una bestia.

La familia designa el primer ámbito de actividad social del ser humano, surgiendo para satisfacer las necesidades básicas y cotidianas. El conjunto de varias familias da lugar a la aldea. Sin embargo, como ocurre en todo pensador de la Grecia clásica, la ciudad (polis) es la referencia máxima de la vida social humana; es la comunidad perfecta y autosuficiente. La polis es el ámbito de la razón, del lenguaje, del conocimiento y de toda acción humana fundamentada. Es el fin al que tienden todas las demás formas de sociedad. En el seno de la polis, el hombre alcanza la felicidad.

Aquí se observa la profunda vinculación entre ética y política en el pensamiento aristotélico. Nadie puede ser virtuoso si no ha sido educado, y es al Estado al que corresponde la función de educar. No obstante, según Aristóteles, solo podían acceder a la felicidad los ciudadanos libres, quedando excluidos los esclavos, los extranjeros, las mujeres y todos aquellos que carecieran de conocimiento. Su ideal de vida es, por tanto, un ideal aristocrático, el de una élite privilegiada. En este aspecto, Aristóteles fue fiel a su contexto social y cultural.

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