Naturaleza Social del Hombre: Aristóteles, Hobbes, Weber y Durkheim

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Aristóteles y la Naturaleza Social

El problema de la naturaleza del hombre ha sido tratado desde todos los puntos de vista. Aristóteles examinó las formas concretas de sociabilidad. Desde el comienzo, su preocupación estuvo centrada en la fundación de las comunidades políticas, las polis griegas. La sociabilidad más fundamental es la unidad doméstica. Por agregación de estas se forma la aldea, y una asociación de aldeas da lugar a la polis, la cual Aristóteles considera la sociedad perfecta y reúne todas las condiciones necesarias para que el hombre alcance su fin último. La sociedad existe por naturaleza, eso quiere decir que el hombre es un ser social. La ciudad es una cosa natural y el hombre es un animal político. Animal político es animal social. Aristóteles se fundamenta en dos hechos: la posesión del lenguaje y la imposibilidad de satisfacer sus necesidades aisladamente. El hombre que no vive en el seno de una polis es porque ostenta uno de los dos estados, o es dios o es un bruto, entendiéndolo como situación cercana a la de un animal salvaje.

El hombre es social porque es el único que tiene lenguaje como medio de comunicación, pues la palabra es propiedad exclusiva del hombre. Puede transmitir lo injusto y lo justo, lo bueno y lo malo. El otro razonamiento entiende al hombre como animal social, está basado en la idea de que los hombres son incapaces por sí mismos de satisfacer cumplidamente sus necesidades.

El Individuo Frente a la Sociedad

Nos adentramos en el pensamiento de la modernidad, que se caracteriza por la independencia recíproca entre el hombre y la sociedad. En el binomio individuo-sociedad, algunos han puesto el acento en el primero, destacando el carácter voluntario y contractual de la sociedad. Hobbes estima que la sociedad no es un hecho natural, sino el fruto artificial de un pacto voluntario. En este estado, los hombres poseen derecho total, absoluto sobre todas las cosas de la naturaleza. El estado de naturaleza es un estado de todos contra todos. La sociedad política nace de un pacto voluntario por el que los individuos renuncian a sus derechos para garantizar el orden y la supervivencia. Hobbes sostiene una concepción poco común con el ideal de comunidad cívica de Aristóteles. El ginebrino piensa que la sociedad y el orden político son condiciones para la supervivencia. El estado de naturaleza estaría fundamentado por una situación de todos contra todos, de anarquía perpetua, donde el progreso humano y la razón no tienen sentido alguno. El orden social es gracias a que la sociedad es una construcción artificial que se mantiene unida a través de los intereses personales. El análisis de Hobbes parece hacer imposibles las relaciones humanas pacíficas y cooperativas. Y para que ningún individuo se beneficie de algo sin dar nada a cambio, Hobbes propone la firma del contrato social, mediante el cual se nombra a un soberano que les obligue a cumplir dicho pacto y haga respetar la ley. Este contrato por el cual se establece la sociedad civil hace que los hombres se comporten basándose en el deseo de las relaciones pacíficas. El cumplimiento de estos pactos puede llevarse a cabo incluso con la fuerza.

Para Weber, la sociedad es la culpable de todo lo que el hombre tiene de antinatural: la desigualdad, la injusticia... El estado natural no debe entenderse como un estado de hecho, sino como una construcción que permite conocer cómo es en sí la misma naturaleza humana, para ajustar sus exigencias al ordenamiento social. Hablar de la naturaleza del hombre en sí misma al margen de su dimensión social, significa olvidar que el hombre ya de por naturaleza es social.

La Sociedad Frente al Individuo

El descubrimiento de lo social llevó a los autores a conceder a lo social como autonomía propia y defender su existencia, al margen de los individuos. Así, la sociedad posee leyes propias y son independientes de la voluntad del individuo. Ya se trate de la ley de los tres estados de Comte o las dialécticas de Marx, se trata de una nueva forma de entender la dinámica social, que escapa de la acción del individuo. Los hombres pueden acelerar o retrasar el curso de la historia, pero la sociedad responde a las leyes que son independientes. La libertad humana no puede hacer otra cosa que aceptar el desarrollo histórico y comprenderlo. El autor que con más insistencia ha dejado delimitado la autonomía de lo social respecto del individual ha sido Durkheim. Lo social tiene una existencia real, aunque coacciona al individuo, y le induce a conformar su comportamiento de acuerdo con las normas sociales. En la actualidad, la polémica está superada. El hombre es social, pero de tal manera que ni el individuo podría entenderse al margen de la sociedad, ni esta prescindiendo de los hombres que forman el grupo social.

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