La Naturaleza y Pertenencia de la Iglesia de Dios según 1 Corintios 1:1-3

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La Iglesia es de Dios

Referencia: 1 Corintios 1:1-3

Introducción

  • Esta carta fue escrita por el apóstol Pablo a la iglesia de Dios que está en Corinto (1 Corintios 1:2).
  • Pablo recuerda a los hermanos que la iglesia pertenece a Dios y no a los hombres, ni al pastor, ni al predicador. Si pensáramos en la iglesia de esta manera, nos enfocaríamos más en la realidad que nos une y menos en las diferencias que nos dividen.
  • La palabra “iglesia” es traducción del vocablo griego EKKLESIA, que significa “los llamados fuera” (de algo), es decir, asamblea. Este vocablo griego aparece en Hechos 19:39, 41, donde se traduce “asamblea”. Se usa en sentido universal, con referencia a todos los llamados o cristianos en el mundo (Mateo 16:18), y en sentido local, como aquí (los llamados en Corinto).
  • Esta expresión no se trata de una denominación por nombre propio, sino de la iglesia, es decir, los llamados de Dios, los que le pertenecen a Él. Pablo señala que es la iglesia de Dios, que es única y que debe estar unida.

¿Por qué la Iglesia es de Dios?

I. Porque está Consagrada en Jesucristo (1 Corintios 1:2)

  • La palabra consagrada significa que está dedicada, ocupada o entregada al servicio de Dios en Jesucristo.
  • Solo en Jesucristo podemos consagrar y santificar nuestra vida.
  • La iglesia de Dios en Corinto consistía en gente que había sido apartada del pecado por Dios (Juan 17:19: Santificados por la verdad; Hechos 26:18; 1 Corintios 6:11; Colosenses 1:13; 1 Tesalonicenses 4:3; Tito 2:14; 1 Pedro 2:8, 9); es decir, santificada o consagrada.
  • Esta santificación se encuentra solamente en conexión con Cristo Jesús y con lo que Él ha hecho por nosotros (1 Corintios 1:30).

II. Porque ha sido Llamada a ser un Pueblo Dedicado a Dios (1 Corintios 1:2)

  • El apóstol Pablo en esta carta utiliza la palabra griega háguios, que significa Santo. Describe a una persona o cosa que se ha consagrado como propiedad y servicio de Dios. Somos justos y santos por el llamamiento de Dios (1 Corintios 1:24).
  • La iglesia de Corinto, y toda iglesia del Señor, debe ser completamente diferente de las demás personas porque pertenecen a Dios y están apartadas para su servicio.
  • Estos corintios eran santos (apartados) porque habían sido llamados por el evangelio (2 Tesalonicenses 2:13-14; Efesios 1:4; Efesios 4:1). El llamamiento es santo; por lo tanto, ellos deberían ser santos (1 Pedro 1:14-16). Como llamados, eran personas apartadas del pecado. La idea no es ser llamados para ser algo, sino para ser una cierta clase de santos.

III. Porque Hemos sido Llamados a la Compañía de los que en Toda Parte Invocan el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo

  • El apóstol Pablo quiere que los hermanos en Corinto recuerden que eran parte de una gran hermandad por la gracia de Dios.
  • La Biblia nos llama los santos que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
  • Esta carta no es privada, ya que está dirigida a la iglesia del Señor, la cual no está compuesta por los que se llaman de Pablo ni de Cefas (1 Corintios 1:12), sino por todos aquellos que, estén donde estuvieren, invocan a Jesús por Señor (Hechos 2:21; Romanos 10:13: “todo aquel que invocare”).
  • Esto no significa meramente implorar al Señor en oración, suplicando que les salve, como muchos lo aplican. Cristo niega tal interpretación (Mateo 7:21-23; Lucas 6:46). ¡No hay que pedirle a Dios que nos salve! Él es quien nos pide a nosotros que seamos reconciliados con Él (2 Corintios 5:20).
  • En Romanos 10:9 vemos que el que cree, será salvo. En el versículo 13, el que invoca será salvo. Pero creer es obedecer, porque en el versículo 16 dice Pablo que no todos obedecen, y como prueba cita a Isaías, quien dice que no todos habían creído. No creían porque eran “rebeldes” (Romanos 10:21).
  • La palabra invocar en este verso implica creer y obedecer. Invocamos el nombre de nuestro Señor Jesucristo cuando reconocemos nuestro estado perdido y reconocemos que Jesucristo puede salvarnos de nuestros pecados al obedecer sus mandamientos que nos prometen perdón y salvación (Hechos 2:21; Hechos 22:16). Esto fue lo que sucedió con los corintios y con cada uno de nosotros y los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

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