Naturaleza Humana y Razón en Tomás de Aquino y Duns Scoto: Un Contraste Filosófico

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Naturaleza Humana y Razón en el Pensamiento de Tomás de Aquino y Duns Scoto

Aletea una desconfianza en la legalidad o en la capacidad propia de la razón en el pensamiento de Tomás de Aquino, porque él explica que “la razón y la verdad tienen fundamentos distintos”. Esta tesis es, quizá, la piedra fundamental de todo este discurso. Lo que parece decisivo es la evidencia personal sobre la verdad, a pesar de que esta evidencia, necesariamente, ha de tener forma de evidencia racional y, por tanto, objetiva: “La certeza de la razón proviene del intelecto, aunque la necesidad de razonar proviene del defecto del intelecto”. Esta es una tesis que Descartes no habría entendido. Tomás de Aquino da a entender que 'las cosas' son transformadas o reelaboradas en el proceso racional, de forma que, al final del proceso, obtenemos una pobre réplica de la realidad que hemos conocido. La razón ha de acomodarse a las cosas, porque no es el proceder racional o la *ratio rationis* la que mide a las cosas, sino al contrario: “La razón humana no es la medida de las cosas, sino al revés”. Obviamente, el intelecto humano solamente es verdadero en la medida en que *consonat* con las cosas. Algunos teólogos y filósofos posteriores realzaron la importancia de la participación humana en el entendimiento divino, por lo que, al menos desde este punto de vista, el intelecto humano poseería un anclaje fuerte. Pero esta fue una tesis moderna, no medieval. Los medievales entendían que, si se exageraba la presencia del *nous* en la mente humana, habría que concluir, con Averroes, que tal *nous* es el mismo Dios presente en todos los hombres. Tomás prefiere entender que la ley natural es una realidad propiamente, o ante todo, humana.

La Naturaleza Humana como Fin Concreto

La tesis de una naturaleza humana completa o acabada, que solo hubiera que conocer para saber qué es lo que demanda el hombre, es ajena al pensamiento tomista. La Baja Edad Media tomista, más bien, consideró fines (bienes) concretos del hombre. Los que siguieron a Duns Scoto aludieron a la ley del Amor de Dios y desdeñaron tomar en serio una naturaleza que más parecía *pronior ad malum*, inclinarnos al mal. En cualquier caso, no tenía sentido remitirse a algo tan abstracto como la naturaleza del hombre: los tomistas se movieron en un plano medio alejado tanto de la inmediatez de los intereses empíricos como de las alturas de los ideales, entre otras cosas porque entendieron que el ser humano tiende hacia las cosas tanto por ellas mismas como por sus efectos, y los efectos de cada cosa son distintos, aunque se trate de una sola y misma cosa. Además, Tomás de Aquino entendía que la voluntad del hombre no es movida por la cosa en sí, sino por una relación especial que se establece entre la cosa y cada persona.

Naturaleza, Forma y Acción según Tomás de Aquino

Según Tomás, la naturaleza de cada cosa es su modo de actuar de acuerdo con su forma, es decir, con su alma. Las naturalezas determinan los movimientos propios de cada ser, siempre en pos de llegar a ser lo que ya son de acuerdo, preformadamente, con su forma. Además, los seres humanos no solamente son aquello que le dicta su especie o forma: también existe una segunda naturaleza que la proporciona cada individuo, de modo que, junto a la naturaleza propia de la especie, estaría la naturaleza propia de cada persona.

La Oposición de Juan Duns Scoto

Fue Juan Duns Scoto el que se opuso a esta dependencia de las potencias cognoscitivas desde las cosas conocidas, porque Duns entendió que el hombre dispone de potencias que no las debe a las realidades que son conocidas. Scoto enfrentó al hombre con la realidad, haciendo de esta última algo ajeno, en principio, a lo que es el ser humano.

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