La Naturaleza Espiritual del Ser Humano: Cinco Experiencias que Revelan la Trascendencia
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Las Ventanas del Alma: Experiencias Humanas que Revelan la Trascendencia
Podemos cuestionarnos acerca de qué significado último tienen algunas de las experiencias más profundas que todo ser humano realiza: la belleza, el amor, la necesidad de certezas que nos saquen del absurdo y proporcionen coherencia a la propia vida, la radical exigencia de libertad, y la voz de la conciencia. ¿No son acaso “ventanas” del alma?
A través de ellas observamos algo del misterio de la condición humana que se resiste a ser considerada pura materia. Estas experiencias nos indican una naturaleza espiritual que nos abre a otra dimensión: Dios.
Las Cinco Manifestaciones de la Condición Humana
A. La Belleza
La belleza nos sumerge en la felicidad que proporciona el descubrir la armonía y el sentido de la realidad.
La filosofía de Kant anuncia: lo bello es lo que agrada universalmente y sin concepto, lo que suscita un placer desinteresado, porque lo bello es una finalidad sin fin, sea de tipo utilitarístico o moral. Por el contrario, la fealdad es deficiencia de ser, su perversión por indigencia…
Para todos, el placer o emoción es sintomático del conocimiento estético, de la verdad percibida mediante formas artísticas. La Belleza constituye por ello una de las caras de la trinidad ideal: la Verdad, el Bien y la Belleza. El artista lleva su luz a la oscuridad; no reproduce ni copia, sino que crea formas sensibles, receptáculos de contenido ideal. La percepción intuitiva de la Belleza es ya una cierta victoria creadora sobre el caos y la fealdad.
B. El Amor
El amor trasciende la mera sensualidad o instintividad animal y nos descubre la dignidad de todo ser humano.
En el libro del Génesis, en el relato de la creación del hombre, Dios afirma: “no es bueno que el hombre esté solo”. La soledad, en efecto, significa la subjetividad del hombre, la cual se constituye a través del autoconocimiento. El hombre está solo porque es diferente del mundo. Con esta conciencia, se advierte a sí mismo como persona.
El ser humano, precisamente por ello, se realiza en el amor que pide reciprocidad. El corazón del ser humano solo encuentra un interlocutor válido en sus semejantes. Esta es su radical diferencia con el resto de las criaturas. Otra característica del amor es su definitividad: el ser humano no desea ser amado o amar “a plazos”, desea que sea para siempre, en una correspondencia que no tenga fin.
C. La Exigencia de la Libertad
La exigencia de la libertad nos hace comprendernos a nosotros mismos más allá de cualquier determinismo. A diferencia de los animales, sometidos a lo que su código genético les posibilita, el ser humano, en su libertad, escribe el libro de su vida.
No obstante, habría que diferenciar *libertad* de *libre albedrío*. El libre albedrío apunta a la posibilidad de elegir de modo general; la libertad, en cambio, apunta a elegir lo justo, lo bueno, lo que corresponde. Por tanto, la libertad viene unida a la voz de la conciencia.
D. La Voz de la Conciencia y el Bien
La voz de la conciencia expresa la necesidad de asentar la propia vida en el bien. Por ello se puede distinguir entre sinceridad y verdad. Se puede ser muy sincero y vivir en falsedad.
Hoy vivimos en un relativismo radical, que se podría describir como “una mirada pobre” a la realidad. Este relativismo se manifiesta en varios ámbitos:
- Ámbito Político: Es obvio que el Estado ha de aplicar la justicia. Sin embargo, la justicia posee una naturaleza ética y, por ello, no puede ser arbitrariamente inventada.
- Ámbito Cultural: El relativismo cultural plantea la irreductibilidad de las expresiones de las diversas culturas a factores comunes.
- Ámbito Moral: El relativismo moral, más evidente, cree haber hecho inviable el término “naturaleza humana”, haciendo imposible una moral objetiva o un camino común del hombre en la construcción de su identidad específica.
E. La Búsqueda de la Verdad
La búsqueda incansable de la verdad nos impulsa a descubrir las últimas razones de todo cuanto existe. El ser humano se resiste a vivir en la ignorancia y no puede vivir instalado en el error en cada uno de los órdenes de la vida.
No solo en lo cotidiano, sino que en los momentos álgidos de sufrimiento o alegría, el ser humano necesita descubrir el porqué y el sentido último de sus experiencias. La agnosis (la falta de conocimiento o ignorancia) instalada en el alma se convierte en una insoportable enfermedad.
Conclusión
Todas estas experiencias son algo exclusivamente humano, diferenciador de cualquier otra realidad material, pues las supera a todas. Estas “ventanas del alma” apuntan a la trascendencia que finaliza en Dios mismo.