Nacionalismos en Europa Centro-Oriental: Orígenes y Evolución (1795-1850)
Contexto Histórico: Europa Centro-Oriental a Finales del Siglo XVIII
La Europa centro-oriental a finales del siglo XVIII estaba integrada por grandes territorios que no eran precisamente estados, y mucho menos naciones. Entre ellos destacaban: Rusia, Polonia, el Imperio Otomano, Austria, Prusia y el resto que conformaba el Sacro Imperio, que había sido en la época medieval el Sacro Imperio Romano Germánico. De estos grandes territorios, el que llevó la peor parte fue Polonia, uno de los mayores estados europeos, que a base de repartos de otras potencias desapareció en 1795, ratificándose su desaparición en 1797. Las potencias que se la repartieron fueron Prusia, Austria y Rusia.
El Impacto de la Revolución Francesa y el Expansionismo Napoleónico
A finales de siglo también se sucedieron los hechos de la Revolución Francesa, de gran impacto intelectual, aunque este repercutió en una pequeña parte de la población. Más impacto causó el expansionismo napoleónico, que provocó la creación del Gran Ducado de Varsovia y las Provincias Ilíricas. La respuesta de Rusia a este expansionismo, haciendo retroceder a Napoleón después de su invasión en 1812, sirvió para ayudar a la sociedad francesa a cuestionarse la figura del emperador, cansada de guerras y reacia a aceptar derrotas.
La Restauración y las Autocracias Orientales (1815-1830)
Casi todas las fronteras modificadas por la invasión napoleónica volvieron a su origen en 1815, después del Congreso de Viena. La Europa centro-oriental retornó a los dominios de los imperios ruso, otomano y austriaco; también regresaron los estados alemanes, distinguiéndose Prusia. Esta era la Europa autocrática que, a diferencia de la occidental, donde, aun con las restauraciones monárquicas, ya calaban el liberalismo y el capitalismo.
Oleadas Revolucionarias y el Despertar Nacionalista
Las autocracias orientales, a excepción de Rusia, se vieron sacudidas por distintas oleadas revolucionarias que recorrieron Europa durante la primera mitad del siglo XIX, con los objetivos de establecer el liberalismo y el nacionalismo.
La Oleada de 1830: Polonia y los Balcanes
La oleada de 1830 se redujo a dos núcleos principales: el polaco y los territorios de Serbia y Rumanía dentro del Imperio Otomano. Polonia, estimulada por Francia y confiada en este apoyo, luchó ferozmente contra la dominación rusa, pero fracasó debido a la falta de apoyo del campesinado, la clase social más numerosa de Polonia. Por otro lado, en el segundo núcleo, el influjo de Grecia fue notable en los territorios de Serbia y Rumanía. Tanto en un núcleo como en el otro, el papel más importante lo jugaron las élites intelectuales de Europa occidental. En el caso de los territorios dependientes del Imperio Otomano, rusos y austriacos estimulaban estos nacionalismos, pero con la intención de sacar provecho de ellos.
La Primavera de los Pueblos (1848): Un Fenómeno Pan-Europeo
La Revolución de 1848, denominada la Primavera de los Pueblos, fue de gran relevancia y afectó con mucha más extensión que la de 1830, abarcando las dos Europas: la occidental y la oriental. Los motivos fueron, entre otros, la solidez del sistema liberal-capitalista de la parte occidental, que mediante mecanismos económicos influía en las economías de la zona oriental. Cabe resaltar, además, que el influjo de las ideas nacionalistas y liberales, al tiempo que penetraban en Europa, chocaban con los regímenes imperiales, provocando revueltas en las élites. Estas también derivaron en revueltas de las clases populares que luchaban contra la miseria y el hambre, en lugar de luchar por defender innovaciones intelectuales o sociales, que de antemano sabían que no iban a beneficiarlos en absoluto.