Movimientos Artísticos del Siglo XIX: Realismo, Naturalismo e Impresionismo
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Realismo y Naturalismo: La Representación de la Realidad
El siguiente movimiento es el Realismo y Naturalismo. Se centra en la representación de lo real y lo concreto, evitando cualquier tratamiento idealizador o subjetivo. Si el Romanticismo buscaba la fuente de inspiración en el mundo interior (intimismo, subjetividad, sentimentalismo, evasión...), el Realismo intenta reflejar la realidad externa de forma objetiva y despersonalizada por medio de la observación. El Realismo se centra en el ser humano, mientras que el Naturalismo lo hace en la naturaleza. Dentro de este movimiento, destacamos:
Gustave Courbet (1819-1877)
Fundador y máximo representante del Realismo. Escoge temas y personajes de la realidad cotidiana. La obra que mejor refleja el Realismo es “El taller del pintor” (1855).
Honoré Daumier (1808-1879)
Uno de los máximos representantes del Realismo francés. Sus temas favoritos se relacionan con la sátira social y la crítica a la diferencia de clases. Gran caricaturista, ilustrador y grabador, y uno de los primeros cronistas. Obras destacadas: “El vagón de tercera clase” (1864) y “Jugadores de ajedrez” (1863).
Camille Corot (1796-1875)
Integrante de la Escuela de Barbizon. Especializado casi en exclusiva en pintar paisajes y muy influyente en el Impresionismo. Obras: “El viejo puente de Mantes” (1855) y diversas sobre Ville d’Avray (1865).
La Escuela de Barbizon: Precursores del Paisaje Realista
Antes de pasar al siguiente movimiento, es importante mencionar la Escuela de Barbizon, un grupo de pintores que se dedicó a la captación realista de la naturaleza. Buscaban alejarse de la creciente confusión y alboroto de las ciudades y del encorsetamiento al que sometía la Academia de Bellas Artes a los artistas. Aunque centrada principalmente en el Realismo, en ella se desarrollaron algunos artistas que influirían en el Impresionismo.
El Impresionismo: Capturando el Instante y la Luz
Así, derivamos en el siguiente movimiento: el Impresionismo. Su nombre deriva del objetivo de los artistas de plasmar su impresión de las cosas. Caracterizado principalmente por captar el momento fugaz, el movimiento, el instante, plasmando los sentimientos que genera en el artista. Es muy importante el uso de la luz para representar la escena fielmente. Destacan las series de un mismo objeto con igual encuadre en diferentes momentos de luz a lo largo del día. Entre los artistas más destacados, encontramos:
Édouard Manet (1832-1883)
Pintor y grabador francés, considerado el precursor de este nuevo estilo. Aunque no es Impresionista en el sentido estricto de la palabra (puesto que las formas en sus pinturas son algo más tradicionales), no por ello es menos revolucionario. Muy influido por pintores como Velázquez y Goya en sus primeras obras. Dentro de su repertorio artístico encontramos: “El bar del Folies Bergère” (1882) y “Desayuno sobre la hierba” (1863).
Claude Monet (1840-1926)
Da nombre al movimiento con su obra “Impresión, sol naciente” (1871), iniciando así la corriente. Desarrolla su carrera alejado de los Salones Oficiales de Arte franceses, que coartaban la libertad de los artistas y restringían con censura sus temas. Encabezó el movimiento desde un punto de vista técnico. Otras de sus obras más conocidas son: “El estanque de las Ninfeas” (1899) o “Mujer con sombrilla” (1875).
Edgar Degas (1834-1917)
Comienza un giro estético al tender a la ruptura del color. Fue uno de los grandes dibujantes de la historia por su magistral captación del movimiento, especialmente en sus obras de carreras de caballos, desnudos y bailarinas, siendo estas últimas las más conocidas. Sus retratos son muy apreciados por la complejidad psicológica y la sensación de verdad que transmiten.
Pierre-Auguste Renoir (1841-1919)
Renoir ofrece una interpretación más sensual del Impresionismo, más inclinada a lo ornamental y a la belleza. Para ello, exagera los colores llegando a idealizarlos, convirtiéndolos casi en irreales. En cuanto a los temas, se inclinó por los cuerpos femeninos en paisajes. Destacan: “Baile en el Moulin de la Galette” (1876); “Almuerzo de los remeros” (1881) o “Las grandes bañistas” (1884-1887).