La Monarquía Hispánica en el siglo XVI: Consolidación y Expansión
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La Nueva Monarquía de los Reyes Católicos
Unión dinástica y reorganización político-administrativa
Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, de la dinastía Trastámara, accedieron al trono de Castilla en 1474 tras ganar la guerra civil contra Juana "la Beltraneja", hija de Enrique IV, hermano de Isabel y anterior rey de Castilla. Isabel fue apoyada por el rey de Aragón, su suegro, y por la pequeña nobleza y oligarquía de las ciudades. Juana fue apoyada por los reyes de Francia y Portugal y por los miembros de la alta nobleza que temían una monarquía fuerte y autoritaria. La derrota de los partidarios de Juana en la batalla de Toro marcó el desenlace de la guerra. Juana renuncia a sus derechos sucesorios en el Tratado de Alcaçovas en 1479.
La subida al trono de Aragón por parte de Fernando supone la creación de un nuevo Estado, la Monarquía Hispánica, que engloba las Coronas de Castilla y Aragón. Esto no se traduce en una unificación política, sino dinástica. Cada territorio mantiene sus instituciones de gobierno, algo acordado en la "Concordia de Segovia" durante la guerra civil. Se crea un ejército permanente independiente de la nobleza, pagado por la monarquía, y un nuevo cuerpo de funcionarios, fieles y eficaces a los monarcas.
Los Reyes Católicos hicieron una profunda reforma administrativa y política y son considerados los monarcas que inician la transición del medievo a la modernidad. Las reformas pretendían fortalecer el poder de los monarcas frente al de la nobleza, apoyándose en las ciudades, lo que marca el nacimiento de la monarquía autoritaria y el declive del sistema feudal.
Una de las reformas más importantes es la consolidación de la figura del corregidor, representante del poder real en el gobierno de las ciudades de Castilla con funciones administrativas, judiciales y policiales.
Las Cortes, donde se reunían los representantes de las principales ciudades del reino y los estamentos privilegiados, fueron convocadas con menor frecuencia. El Consejo Real de Castilla, entre otros, tomó cada vez más importancia en los asuntos del reino y para el gobierno de los territorios. Aparecen los secretarios reales: funcionarios con formación en leyes que mediaban entre los consejos y los reyes. Existían dos tipos de Consejos: los temáticos (Hacienda, Santa Inquisición) y los territoriales (Castilla, Aragón). La Santa Hermandad, un cuerpo policial sufragado por las ciudades, apareció para garantizar el orden público y sirvió de control real para someter a la nobleza díscola.
Los monarcas obtenían sus ingresos del comercio americano, del quinto real, de las rentas derivadas de las órdenes militares. El papa Alejandro VI entregó el maestrazgo de las órdenes militares a Fernando, lo que supuso una fuerte inyección de dinero y el aumento de su poder territorial. Para mejorar los ingresos y poder desarrollar un ejército y una burocracia real, crearon el Consejo de Hacienda.
Se creó un sistema judicial centralizado, las Audiencias, como un nivel superior de impartir justicia por encima del sistema judicial feudal desempeñado por los señores en sus territorios, y los Tribunales Reales de Apelación (las Chancillerías con sedes en Valladolid y Granada). El Consejo Real de Castilla era la última instancia judicial.
Se creó el Tribunal de la Santa Inquisición para velar por la unidad religiosa alcanzada en 1492 tras la conquista del Reino Nazarí de Granada, y tras la expulsión de judíos y musulmanes en el mismo año. Se empleó como un medio para reforzar el poder real, tenía jurisdicción en las dos Coronas y dependía directamente de los monarcas. Se fomentaron las regalías (derecho de los reyes a intervenir en la Iglesia de su país), lo que supuso el control en el nombramiento de los obispos.
En la Corona de Aragón las reformas fueron menos importantes. Destacó la creación de la figura del virrey, uno en cada reino, incorporada en 1515.
La Configuración del Imperio Español en el Siglo XVI
La herencia de Carlos I y los cambios en tiempos de Felipe II
Los reinados de Carlos I y Felipe II, conocidos como "Austrias mayores" por el poder que ejercieron durante todo el siglo XVI y para diferenciarlos de sus sucesores (los menores), suponen la aparición de una superpotencia que englobará amplos y dispersos territorios gracias a las herencias de sus antecesores. Carlos I recibe por parte paterna: los territorios europeos heredados de la Casa de Borgoña (Flandes y el Franco Condado), a los que se añade, tras la muerte de Maximiliano I, Austria, el Milanesado y el Sacro Imperio Romano Germánico. Por parte materna: Castilla, las Islas Canarias, plazas norteafricanas (Melilla, Orán, Bugía...), las posesiones americanas, y Aragón con las posesiones en Italia (Nápoles, Cerdeña, Sicilia).
Mantener ese imperio heredado y su obsesión por la creación de una monarquía católica universal le llevan a intentar ser elegido Emperador, lo que supone un enorme gasto para las arcas castellanas. El monarca solicita préstamos a banqueros alemanes y genoveses, y exige el pago de innumerables impuestos que recayeron fundamentalmente sobre Castilla, dando lugar a la Revolta de las Comunidades castellanas que derivará en una crisis económica, lo que llevará a la declaración de bancarrota de la hacienda real en 1557. Para alcanzar la deseada hegemonía tiene que enfrentarse a numerosos enemigos en largas guerras que agravan la situación económica, siendo Francia su gran rival. Los protestantes alemanes y el Imperio Otomano, por motivos religiosos, abren nuevas frentes bélicas.
Felipe II, personalizará un modelo de autoritarismo monárquico más perfeccionado. A diferencia de su padre, gobierna desde Castilla, y crea una capital permanente en Madrid. Se centró en las posesiones hispánicas (debido a que los dominios imperiales alemanes pasaron a manos de su tío Fernando de Austria), y, a partir de 1580, en los dominios portugueses, logrados tras un conflicto sucesorio que se resuelve en su favor por tener derechos dinásticos al trono portugués. Combatió a la monarquía francesa (San Quintín) y a los turcos otomanos (batalla de Lepanto) en conflictos heredados del reinado de su padre. Con Francia llegó a un tratado de paz en 1559, la Paz de Cateau-Cambrésis, lo que significó la renuncia de los franceses sobre las posesiones italianas de la monarquía hispánica.
También combatió contra los protestantes calvinistas de las Provincias Unidas, en un conflicto religioso, económico y político. La monarquía hispánica demostró poca habilidad en manejar el problema, ya que intentó resolverlo por la fuerza. Se enfrentó también a la monarquía inglesa de Isabel I. En 1588, Felipe II envía una poderosa flota llamada "Armada Invencible" a la costa inglesa, pero la expedición fracasa estrepitosamente, marcando el comienzo de la decadencia en la política exterior hispana.
El paso a un siglo XVII dominado por la idea de atraso, decadencia y crisis se debe a los enormes gastos derivados de las campañas bélicas llevadas a cabo por los Austrias "mayores", el desinterés de las clases rentistas en invertir sus beneficios en actividades productivas como el comercio o la industria y la incapacidad de gestionar el "tesoro americano".