Monarquía Hispánica: Estructura, América y Conflictos del Siglo XVI

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La Monarquía Hispánica: Una Unión Dinástica

Esta monarquía hispánica debe entenderse como una mera Unión Dinástica de dos Coronas (Castilla y Aragón) en la que cada Corona sigue rigiéndose por sus leyes, monedas, instituciones y Cortes. Es un Estado plural, no unitario, que sólo tenían en común una misma monarquía.

Sin embargo, era evidente el predominio de Castilla por extensión y población. Ahora bien, las leyes y disposiciones reales eran firmadas por representantes de ambas coronas, cuyas instituciones se juraron mutua lealtad.

Política respecto a América en el siglo XVI

Gobierno y administración de América: Los nuevos territorios fueron incorporados a Castilla, desde donde se ejerció su control político y económico. Para ello se creó en 1524 el Consejo de Indias, de él dependía la Casa de la Contratación, situada en Sevilla. La administración política de los territorios americanos fue una copia de la existente en Castilla.

Los recursos económicos americanos se convirtieron en una fuente de ingresos esencial para la monarquía: la propiedad de las minas americanas era del rey de España, que concedía su explotación.

Sevilla se convirtió en una populosa ciudad, la más poblada de España hasta finales del siglo XVI, gracias a la actividad que se generó con su puerto, fluvial, el único con derecho a comerciar con América.

Los Conflictos en el Exterior: Carlos I y Felipe II

La lucha contra los protestantes

La ruptura de la unidad católica, como consecuencia de la reforma religiosa denominada Reforma Protestante, fue el principal problema de la monarquía de Carlos I. Él, como defensor de la iglesia, se enfrentó al protestantismo en dos ámbitos: el político-militar y el religioso. Derrotó a los príncipes protestantes en la Batalla de Mühlberg, pero no acabó con el problema. El papa Paulo III convocó el Concilio de Trento, donde los teólogos españoles contribuyeron a la reacción católica frente al protestantismo y al fin llegó la Paz de Augsburgo.

Los enfrentamientos con Francia e Inglaterra

Carlos I y Francisco I de Francia se enfrentaron por el dominio de los reinos y ducados de Italia y por los territorios de Flandes. Durante el reinado de Felipe II, los conflictos con Francia continuaron hasta que se produjo la victoria de los tercios españoles en San Quintín y la firma de la Paz de Cateau-Cambrésis.

Felipe II apoyó a los católicos frente a los protestantes calvinistas. Más adelante, Felipe II decidió enfrentarse a Inglaterra y preparó una flota llamada Armada Invencible, pero la expedición fue un desastre y regresó vencida.

El dominio por el Mediterráneo

Carlos I lanzó con éxito un ataque contra Túnez, pero fracasó en la conquista de Argel. Durante el reinado de Felipe II, los otomanos amenazaron todo el Mediterráneo al apoderarse de Chipre y Túnez. Ante ello, se armó una gran escuadra que tuvo lugar en el Golfo de Lepanto con una gran victoria cristiana.

La rebelión de los Países Bajos

La guerra de los Países Bajos fue el mayor problema para Felipe II. Se originó por el descontento ante los fuertes impuestos, por el surgimiento de un sentimiento nacionalista y por el conflicto religioso. Finalmente, el sur de los Países Bajos, católico, aceptó la obediencia de Felipe II, pero el norte, algunas provincias de Holanda, luchaban por la independencia.

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