El Modernismo y las Vanguardias en la Literatura Española

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En 1898 no solo ocurrieron acontecimientos históricos reseñables, sino que se produjo la visita de la mayor influencia modernista del momento en poesía, el nicaragüense Rubén Darío. Como era frecuente, los autores hispanoamericanos solían realizar varios viajes a Europa para empaparse de las tendencias de la madre patria. No obstante, el caso de Rubén Darío fue peculiar, pues él marcó tendencia con 3 etapas literarias marcadas por la publicación de varios títulos: su poemario Azul... (1888), Prosas profanas en 1905 y, por último, Cantos de vida y esperanza (1925), obra que culmina con un desengaño vital y poético, expresado en el poema “Lo fatal”.

A raíz de la publicación del primer poemario destacado hasta el día de su muerte, en el año 1916 se da el movimiento modernista, encarnado en un grupo de jóvenes rebeldes, preocupados por la estética y enfrentados al movimiento estético anterior (el Realismo), que reciben la etiqueta, peyorativa en principio, de modernistas, artistas que buscaban nuevas formas expresivas para romper con los moldes del realismo, de ahí la renovación de la métrica, usando el alejandrino, el dodecasílabo, el eneasílabo, la silva y el soneto, junto al uso del verso libre; intentando evadirse de la realidad de su tiempo hacia tierras lejanas y exóticas (Grecia, Roma, China, Japón, Oriente); motivos americanos, indígenas e hispanos como reacción a la pujanza de EEUU marcan la temática de sus obras. Además de estos temas, en sus obras aparecen símbolos que dan elegancia al poema (el cisne, el pavo real, la rosa, la flor de lis, las joyas, las princesas, etc.), propia de la pequeña burguesía a la que pertenecían, procedentes de los dos movimientos franceses por antonomasia: el parnasianismo (Leconte de Lisle), cuya mayor preocupación era conseguir la belleza y la perfección de las formas y el simbolismo (poetas malditos: Baudelaire, Verlaine, Mallarmé y Rimbaud), que tratan de buscar la correspondencia entre las sensaciones, lo que se esconde detrás de la apariencia de las cosas.

Entre los modernistas españoles destacan Manuel (Almas) y Antonio Machado, Valle-Inclán y Juan Ramón Jiménez, que abogan por una poesía más acorde a la segunda etapa modernista, en la que dejan de lado la preocupación por la forma y la belleza y se concentran en el símbolo, la melancolía y el interior del poeta (poesía pura, desnuda) cuya principal influencia era Bécquer.

Antonio Machado

Antonio Machado es un poeta y dramaturgo, que trasiega entre el modernismo y el noventayochismo. En su primera etapa es claramente modernista. Sus poemas concentran toda su temática en el tema del tiempo visto desde la emoción (la fugacidad de la vida), que gira en torno a diversos símbolos: la mañana, la tarde, la noche, el reloj, el agua, los ríos, el mar (brota, corre o se estanca), el camino (la vida, que se hace al andar), la noria (el pensamiento); el amor, enmarcado en el recuerdo y la nostalgia de Leonor y el sueño, que son para él la única vía de conocimiento.

Su trayectoria literaria se divide en 3 etapas, marcadas por obras reseñables. En su primera etapa destaca Soledades, galerías y otros poemas (1907), un poemario de poesía plenamente simbolista, en el que predominan las emociones más íntimas del poeta (búsqueda del yo, la melancolía, la nostalgia); en la segunda etapa, su obra culmen es Campos de Castilla (1912), en la que refleja su preocupación por España con paisajes castellanos (Soria), Dios, el dolor, la soledad, la nostalgia, acaecidos tras la muerte de Leonor y el regreso a Andalucía con los paisajes de Baeza. En la tercera etapa y última etapa (aparición de Guiomar) publica Nuevas Canciones (1924), de carácter filosófico.

Juan Ramón Jiménez

Por su parte, el novecentista y modernista Juan Ramón Jiménez concibe la poesía como la belleza y el conocimiento, que es superior al que concede la razón y que permite acercarse a lo esencial, lo universal y lo eterno. Su obra se divide en 3 etapas:

  • Etapa sensitiva (desde sus orígenes poéticos hasta 1916-17), en la que comienza escribiendo con un estilo intimista y sencillo, de fuerte musicalidad y bajo la influencia de Bécquer (Arias tristes, 1902). A partir de 1908, acaba asumiendo el estilo modernista, cultivando temas como la belleza, el amor, la tristeza, las flores, los pájaros, el uso de adjetivos y sinestesias. Destacan en este periodo Poemas mágicos y dolientes y su obra más conocida: Platero y yo (prosa poética).
  • Etapa intelectual en la que se cultiva una poesía “pura”, “desnuda”, de un estilo sencillo y sin adornos, destinada a una minoría y con el objetivo de dar el nombre exacto a las emociones. Entre ellas Diario de un poeta recién casado.
  • Etapa “suficiente o verdadera”, que se concentra en la búsqueda de Dios, llegando al misticismo (Dios deseado y deseante). Premio Nobel de Literatura 1956.

Las Vanguardias

No obstante, en los primeros años del siglo XX y como ruptura total con la literatura anterior surgen las vanguardias (“ismos”), una nueva concepción del arte marcado por lo irracional, lo indescriptible, lo incoherente, la mirada objetiva a las novedades de la época (la locomotora, el motor, la bombilla, etc.), la visión crítica de la realidad. Entre ellas están el expresionismo, el futurismo (Salinas), el cubismo, el dadaísmo, el surrealismo (Lorca, Dalí, Buñuel), el creacionismo y el ultraísmo.

Estas dos últimas tendencias son las denominadas vanguardias españolas. La cabeza visible del ultraísmo es Guillermo de la Torre, que busca una nueva forma poética, renunciando al sentimentalismo y tratando temas maquinistas y deportivos, usando los caligramas, tal y como hacía el cubismo. Asimismo, el creacionismo quiere “hacer un arte que no imite, ni traduzca la realidad”, jugando al azar con las palabras. Los principales autores de esta corriente vanguardista son Vicente Huidobro, Juan Larrea y Gerardo Diego.

Conclusión

En conclusión, tanto el Modernismo como las vanguardias son movimientos artísticos de ruptura con los movimientos anteriores, aunque las vanguardias suponen una ruptura total con el Romanticismo y el Realismo, mientras que el Modernismo aún conserva algunos rasgos románticos. No obstante, el Modernismo es el arte bello, elegante, que cuida la forma y los símbolos. Por otro lado, las vanguardias rompen con toda la coherencia artística, cortando lazos con todas las manifestaciones artísticas anteriores, como manifestación a todos los conflictos que estaban ocurriendo en ese momento, rompiendo con toda norma, algo que la Generación del 14 y algunos miembros de la Generación del 27 consiguen cultivar, logrando que España desarrolle un arte nuevo y reivindicativo, poniéndola a la altura de Europa.

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