Del Modernismo a la Generación del 98: Un recorrido literario

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Modernismo

El Modernismo fue un movimiento literario que se originó en Francia e Hispanoamérica a finales del siglo XIX. Entre sus características más importantes destacan la rebeldía y el inconformismo, el alejamiento de la realidad y la búsqueda de la belleza formal en las obras. Recibió influencia de autores extranjeros como Walt Whitman y Oscar Wilde, y españoles como Bécquer y Jorge Manrique. Sus temas principales coinciden con los del Romanticismo: el amor no correspondido, la angustia existencial, el rechazo al mundo y la necesidad de evasión hacia mundos imaginarios o épocas pasadas. Además, presenta un fuerte componente indigenista, con temas relacionados con la historia, el paisaje y los héroes hispanoamericanos. El Modernismo introdujo novedades en la métrica, experimentando con versos alejandrinos (catorce sílabas), dodecasílabos (doce) y eneasílabos (nueve). Su lenguaje es rico y bello, con abundantes adjetivos, nombres de colores y metáforas.

Principales representantes del Modernismo

El Modernismo fue un movimiento eminentemente poético, cuyo principal representante es Rubén Darío, escritor nicaragüense, autor de libros como Azul, Prosas profanas o Cantos de vida y esperanza. Entre los poetas modernistas españoles destacan Francisco Villaespesa (Confidencias, El libro de Job), Manuel Machado (Alma, La fiesta nacional) y Salvador Rueda (Aires españoles). También existió un teatro modernista con obras de tema histórico en verso, donde destacaron Francisco Villaespesa (La leona de Castilla) y Eduardo Marquina (En Flandes se ha puesto el sol).

Generación del 98

La Generación del 98 está formada por escritores con preocupaciones comunes sobre la realidad de su tiempo. Sus obras abordan temas como España y la existencia humana. Preocupados por el estado de España tras la crisis del 98, en la que perdió sus últimas colonias (Cuba, Puerto Rico y Filipinas), reivindicaron el pasado glorioso del país, cuando dominaba el mundo política y culturalmente (Imperio Hispánico, Siglo de Oro). Valoraron a Castilla como origen de España y reflejaron su paisaje en sus obras. En cuanto a los problemas existenciales, abordaron el sentido de la existencia, el paso del tiempo, la muerte y la religión. Su estilo se caracteriza por una lengua sencilla y espontánea, enriquecida con palabras del castellano antiguo y con un importante componente de realismo.

Prosa de la Generación del 98

En la prosa, destaca el ensayo, con autores como Miguel de Unamuno (Del sentimiento trágico de la vida), José Martínez Ruiz, "Azorín" (Castilla, La ruta de Don Quijote), Ramiro de Maeztu (Don Quijote, Don Juan y La Celestina) y Ángel Ganivet (Cartas finlandesas). En la novela, destacan Ramón del Valle-Inclán, con obras de inspiración modernista (Sonatas) y otras que deforman la realidad española con la técnica del esperpento (Tirano Banderas); Azorín, con novelas de tema filosófico como La voluntad; Miguel de Unamuno, con novelas abiertas como Niebla, sobre la personalidad y la libertad, y San Manuel Bueno, mártir, sobre la religión y la fe; y Pío Baroja, con trilogías como La busca o El árbol de la ciencia.

Poesía y teatro de la Generación del 98

En poesía, sobresalen Unamuno, con una poesía personal de tema religioso (El Cristo de Velázquez); Valle-Inclán, cercano al esperpento (La pipa de kif); y Antonio Machado, cuyas primeras obras (Soledades) tienen influencias modernistas, mientras que en Campos de Castilla se acerca al estilo del 98. En teatro, los autores del 98 buscaron una renovación, pero sin éxito. Unamuno eliminó la importancia de los elementos no textuales en obras como La esfinge o Fedra, ambas de tema religioso. Azorín rechazó el realismo teatral (Old Spain). El autor más importante fue Valle-Inclán, con una etapa modernista (Voces de gesta, Divinas palabras) y otra del esperpento (Luces de bohemia, trilogía Martes de Carnaval).

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