Modernismo y Generación del 98: Un Análisis Literario
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EL MODERNISMO Y LA GENERACIÓN DEL 98
Entre los siglos XIX y XX se vive en España una crisis intelectual y social, al igual que en el resto de Europa. El malestar era creciente por lo poco que había hecho la Restauración por resolver los problemas que vivía el país. Surgen dos movimientos literarios: el Modernismo y la Generación del 98.
El Modernismo
Comienza a finales del siglo XIX en Hispanoamérica. Fue un movimiento ecléctico inspirado en fuentes como el posromanticismo (E.A. Poe o Bécquer), el simbolismo (que utiliza imágenes para transmitir mensajes) o el parnasianismo (arte literario como creación de belleza).
Entre los temas del Modernismo destacan:
- El rechazo del presente a través de la evasión.
- El refugio en la intimidad.
- El dolor por la existencia.
En cuanto al estilo, utilizaban una lengua llena de sensualidad, léxico rico y diversos recursos fónicos y sinestesias. Además, rescatan versos antiguos (alejandrinos) y experimentan con otros nuevos. El género más utilizado fue la lírica.
José Martí fue el precursor, pero su desarrollo se lo debemos a Rubén Darío. En España, destacan autores como Francisco Villaespesa, Eduardo Marquina, Manuel Machado y, en sus inicios literarios, Antonio Machado, Ramón María del Valle-Inclán y Juan Ramón Jiménez.
La Generación del 98
Se conoce como Generación del 98 a un grupo de escritores españoles, surgido a finales del siglo XIX, compuesto por Unamuno (cabeza de grupo), Pío Baroja, Azorín, Ramiro de Maeztu ("grupo de los tres") y, en cierta etapa, Antonio Machado y Valle-Inclán. Este nombre hace referencia a la pérdida de las colonias españolas.
Cultivaron sobre todo la prosa y en ella desarrollaron temas como:
- La preocupación por España, reflejada en la búsqueda de sus raíces y en la indagación de su pasado, del que les interesa lo que Unamuno llamó "intrahistoria".
- Temas existenciales.
En cuanto al estilo, todos tienden a la sencillez, pero con un vocabulario rico y con la utilización de palabras olvidadas ("terruñeras").
Autores destacados de ambos movimientos:
Rubén Darío
Maestro del Modernismo, destaca por su riqueza expresiva, esteticismo extremo y habilidad métrica. En su obra se aprecia una evolución desde el refinamiento lleno de ensoñación de Azul (1888) y Prosas profanas, hasta la incorporación de temas filosóficos e hispanoamericanos en Cantos de vida y esperanza.
Antonio Machado
Comienza en el Modernismo, como se aprecia en Soledades, transformada más tarde en Soledades, galerías. Otros poemas, donde revela estados de ánimo de profunda melancolía y cansancio vital prematuro. En Campos de Castilla mostrará de forma entrañable y crítica las gentes y tierras de Castilla. En la segunda edición de esta obra, incluirá poemas dolorosos por la muerte de su joven esposa. En sus últimos años, debido a la preocupación cívica, escribirá obras bajo el heterónimo de "Juan de Mairena".
Miguel de Unamuno
El tema de sus obras es el doloroso conflicto entre la necesidad de creer en la vida tras la muerte y la incapacidad de la razón para admitirlo (Del sentimiento trágico de la vida y La agonía del cristianismo); a esto se le suma la vivencia dolorosa de la realidad española (En torno al casticismo). Como narración destaca Niebla, una novela que define como "nivola" para alejarse del modelo realista, al igual que La tía Tula o Abel Sánchez, que pretenden despertar conciencias, inquietar y abrir interrogantes sobre la existencia.
Pío Baroja
Centró su labor en la novela. Sus obras, cargadas de anécdotas, personajes (pesimistas y marginales) y vidas, reciben el nombre de "novelas río". Agrupó sus obras en trilogías: La lucha por la vida (La busca), Tierra Vasca (Zalacaín el aventurero) y La raza (El árbol de la ciencia). A ellas se les suma Memorias de un hombre de acción.
Azorín
Escribe novelas de tenue hilo narrativo con constantes descripciones. El tiempo y la fugacidad son el tema central de sus novelas, como La voluntad y Antonio Azorín, y ensayos como Castilla y Al margen de los clásicos. Tiene un estilo de estudiada sencillez.
Valle-Inclán
Empezó en el Modernismo con sus cuatro Sonatas, en las que construye un mundo lleno de sensualidad, lujo y decadencia; su protagonista, el Marqués de Bradomín, también aparecerá en La guerra carlista. Crea una nueva estética, el "esperpento", en la que adopta una expresión más desgarrada para tratar, de modo crítico y con una deformación propia de la caricatura, la realidad sociopolítica española. El esperpento está formulado en su obra Luces de Bohemia (1920) y en su trilogía teatral Martes de Carnaval, y en novelas como Tirano Banderas.