Moderados vs. Progresistas en España: Ideologías y la Constitución de 1812
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Moderados y Progresistas durante el Reinado de Isabel II
Durante el reinado de Isabel II en España, los moderados y los progresistas representaban dos corrientes políticas opuestas dentro del liberalismo.
Características de los Moderados
Los moderados estaban respaldados por la aristocracia, la alta burguesía y los funcionarios. Defendían un modelo de Estado centralista y una monarquía fuerte, con poderes muy concentrados en el gobierno. Su constitución de referencia era la de 1845, que restringía los derechos políticos y establecía un sufragio censitario muy limitado. En cuanto a la Iglesia, mantenían una relación estrecha con ella, asegurando sus privilegios. Además, limitaban las libertades públicas, como la de prensa o reunión, y crearon la Guardia Civil para garantizar el orden. En lo económico, apostaban por un modelo proteccionista que beneficiaba a las élites.
Características de los Progresistas
Por su parte, los progresistas contaban con el apoyo de las clases medias, la pequeña burguesía y los sectores populares. Eran más partidarios de la descentralización y de un mayor control parlamentario sobre la monarquía. Su constitución preferida era la de 1837, que ampliaba las libertades y establecía un sufragio censitario más abierto. Defendían una menor influencia de la Iglesia y promovieron procesos de desamortización para reducir su poder. En cuanto a derechos y libertades, los progresistas impulsaban una mayor apertura, permitiendo más libertad de prensa y reunión. Además, favorecían a la Milicia Nacional como fuerza de seguridad y defendían un comercio más libre.
Conclusión
En conclusión, los moderados apostaban por un sistema más conservador y centralista, mientras que los progresistas defendían un modelo más liberal y participativo.
Comentario de Texto: Constitución de 1812
El texto pertenece al ámbito jurídico y político, ya que es una Constitución que establece las bases del sistema político español. Fue promulgada por las Cortes de Cádiz el 19 de marzo de 1812, en plena Guerra de la Independencia (1808-1814) contra Napoleón. Su finalidad era organizar España bajo principios liberales, sustituyendo el absolutismo de los Borbones por una monarquía constitucional. Los destinatarios eran todos los ciudadanos españoles, tanto de la península como de las colonias americanas.
Principios Fundamentales del Liberalismo en la Constitución de 1812
La Constitución de 1812 se basa en los principios fundamentales del liberalismo, inspirados en la Revolución Francesa y en la Ilustración:
- Soberanía nacional (art. 3): El poder ya no reside en el rey, sino en la nación, representada por las Cortes. Esto rompe con el absolutismo borbónico.
- División de poderes:
- Poder legislativo: En las Cortes, encargadas de elaborar las leyes.
- Poder ejecutivo: En el rey, pero con limitaciones constitucionales.
- Poder judicial: Independiente, garantizando la justicia imparcial.
- Monarquía constitucional: El rey sigue existiendo, pero su poder está limitado por las leyes y por las Cortes.
- Derechos individuales: Se reconocen ciertas libertades, como la igualdad ante la ley y la libertad de imprenta.
- Sufragio censitario e indirecto: No todos los ciudadanos podían votar, solo aquellos con ciertos recursos económicos. Además, las elecciones se realizaban en varias fases (los ciudadanos elegían representantes locales, que a su vez elegían diputados a las Cortes).
- Religión oficial: El catolicismo sigue siendo la única religión permitida (art. 12), sin libertad religiosa. Esto muestra que el liberalismo en España aún estaba muy influenciado por la Iglesia.
Contexto Histórico y Legado de la Constitución de 1812
La Constitución de 1812 se aprobó durante la ocupación napoleónica. Las Cortes de Cádiz, mayoritariamente liberales, buscaban un nuevo modelo de Estado que rompiese con el absolutismo borbónico. Sin embargo, esta Constitución apenas tuvo aplicación real. Cuando Fernando VII regresó al trono en 1814, abolió la Constitución y restauró el absolutismo con el Manifiesto de Valencia (“de los Persas”). Solo volvió a estar vigente durante el Trienio Liberal (1820-1823), hasta que la intervención de la Santa Alianza restauró de nuevo el absolutismo.
La Constitución de 1812 fue la primera en España en aplicar los principios del liberalismo y sentó las bases del constitucionalismo español. A pesar de sus limitaciones (como el sufragio restringido o la falta de libertad religiosa), marcó el camino hacia la modernización del Estado.
Su influencia se vio en constituciones posteriores, como la de 1837 (más flexible pero también liberal) y la de 1869 (la primera plenamente democrática en España). A pesar de la oposición de los absolutistas, la idea de que la soberanía pertenecía a la nación y no al rey ya no tenía vuelta atrás.