Mitos Griegos Fundamentales y la Esencia de la Tragedia Ática

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Explorando los Mitos Griegos y su Significado

El Concepto de Mito en la Antigua Grecia

El término mythos (del griego μῦθος) originalmente significaba 'palabra', 'discurso' o 'fábula'. Hoy en día, la connotación popular de 'mito' como algo falso o irreal difiere de su significado en la antigüedad, donde era una narrativa tradicional con profundo valor cultural y explicativo. Fueron los sofistas quienes comenzaron a diferenciar de manera más marcada entre el mythos (entendido como la tradición oral, las historias que los poetas cantaban y el auditorio escuchaba) y el logos (entendido como el razonamiento, el argumento lógico, y más tarde, la palabra escrita y la literatura). Uno de los primeros en intentar interpretaciones alegóricas de los mitos, considerado un precursor de la mitología como estudio, fue Teágenes de Regio. Platón, por su parte, tuvo una relación compleja con los mitos: aunque utilizó formas míticas en sus diálogos, también criticó los mitos homéricos y hesiódicos tradicionales por presentar a los dioses de manera inmoral o inadecuada. El mito constituía la materia prima fundamental, el argumento principal, de la tragedia griega.

El término mitología hace referencia a un doble ámbito: por un lado, la colección de mitos de una cultura particular y, por otro, el estudio e interpretación de dichos mitos.

La Envidia Divina y la Condición Humana

En las sociedades griegas antiguas, estaba muy presente el agón (ἀγών), el espíritu de lucha, contienda y competitividad, no solo en el ámbito bélico, sino también en el atlético, artístico e intelectual. A los dioses olímpicos, según se representa en muchos mitos, les disgustaba profundamente que un mortal intentara igualarlos o eclipsarlos (lo que se conoce como phthonos theon o envidia de los dioses), y solían castigar tal arrogancia de manera cruel.

Sophrosyne vs. Hybris: El Equilibrio y el Exceso

Dos conceptos éticos fundamentales, a menudo en tensión, son la sophrosyne (σωφροσύνη: templanza, autocontrol, moderación, prudencia, conocimiento de los propios límites) y la hybris (ὕβρις: desmesura, soberbia, arrogancia, acciones violentas o intemperantes que transgreden los límites impuestos por los dioses o la sociedad). Muchos de estos mitos servían como advertencia, buscando infundir en los seres humanos un temor reverencial y la comprensión de la importancia de respetar los límites para evitar la ira divina y la desgracia.

Tres Mitos Griegos Ejemplares

El Mito de Sísifo: Astucia y Castigo Divino

Sísifo, rey y fundador de Corinto, fue célebre por su astucia e inteligencia, pero también por su impiedad y desafío a los dioses. Existen varias versiones de su historia que ilustran su carácter y su terrible castigo:

  • Una versión destaca su astucia en asuntos terrenales, como cuando marcaba la parte inferior de las pezuñas de sus ovejas para identificar a quienes se las robaban (a menudo Autólico, abuelo de Odiseo).
  • El episodio más conocido que condujo a su castigo eterno relata cómo Sísifo fue testigo del rapto de la ninfa Egina por Zeus. Cuando el padre de Egina, el dios río Asopo, la buscaba desesperadamente, Sísifo le reveló el paradero de su hija a cambio de que Asopo creara una fuente de agua dulce para la acrópolis de Corinto. Al entrometerse en los asuntos divinos y revelar los secretos de Zeus, este lo condenó a un castigo ejemplar en el Tártaro: empujar eternamente una enorme roca cuesta arriba por una ladera empinada, solo para que, justo antes de alcanzar la cima, la roca rodara inevitablemente hacia abajo, obligándolo a recomenzar su fútil tarea por toda la eternidad.
  • Otra versión narra cómo Sísifo, antes de morir, ordenó a su esposa Mérope no realizar los ritos funerarios. Al llegar al inframundo, se quejó ante Hades (o Perséfone) de la impiedad de su esposa y pidió permiso para regresar brevemente al mundo de los vivos para castigarla. Una vez allí, se negó a volver. Finalmente, Hermes o Ares (en algunas versiones, porque Sísifo había encadenado a Tánatos, el dios de la muerte, impidiendo que nadie muriera hasta que Ares lo liberó) lo devolvió por la fuerza al Tártaro, donde recibió su famoso castigo.

El Mito de Aracne: El Desafío a los Dioses en el Arte del Tejido

Este mito narra la historia de Aracne, una joven lidia de extraordinaria habilidad como tejedora, cuyas obras eran admiradas por ninfas y humanos por igual. Tan orgullosa estaba de su talento que se jactó de ser superior a Palas Atenea (Minerva en la mitología romana), la diosa de la sabiduría, la artesanía y la guerra estratégica. Atenea, disfrazada de anciana, le advirtió amistosamente que fuera más modesta y pidiera perdón a la diosa por su arrogancia. Aracne, lejos de amedrentarse, despreció el consejo y desafió a la propia Atenea a un concurso de tejido. La diosa aceptó el reto. Atenea tejió en su tapiz una escena que representaba la majestad de los doce dioses olímpicos y, en las esquinas, cuatro episodios de mortales que habían desafiado a los dioses y habían sido castigados. Aracne, en cambio, tejió con insuperable habilidad una serie de escenas que mostraban las infidelidades, engaños y amoríos vergonzosos de los dioses, especialmente de Zeus. La obra de Aracne era técnicamente perfecta, pero su tema era una afrenta directa. Atenea, enfurecida por la perfección de la obra de Aracne y, sobre todo, por la irreverencia de su contenido, rasgó el tapiz y golpeó a Aracne con su lanzadera. Desesperada y humillada, Aracne intentó ahorcarse. Atenea, en un acto de aparente piedad mezclada con un castigo eterno, la salvó de la muerte pero la transformó en una araña, condenándola a ella y a sus descendientes a tejer telas por toda la eternidad.

El Mito de Marsias y Apolo: La Competición Musical y la Crueldad Divina

El sátiro frigio Marsias era un consumado intérprete del aulós (una flauta de doble tubo). Según una versión, encontró este instrumento después de que la diosa Atenea lo desechara al ver que le deformaba el rostro al tocarlo. Marsias recogió el aulós y pronto aprendió a tocarlo con tal maestría que su música encantaba a todos los que la oían. Envanecido por su habilidad, se atrevió a desafiar a Apolo, el dios de la música, la poesía y las artes, a un concurso musical. Las Musas fueron designadas como juezas. En la primera ronda, la habilidad de ambos contendientes fue tan pareja que las Musas no pudieron decidir un ganador. Apolo, entonces, para asegurar su victoria, propuso que el ganador podría hacer lo que quisiera con el perdedor y añadió una nueva condición: que cada uno tocara su instrumento al revés y cantara al mismo tiempo. Apolo, con su lira, pudo cumplir fácilmente esta condición, pero Marsias, con su aulós, no podía cantar mientras tocaba, ni su instrumento sonaba bien al revés. Así, Apolo fue declarado vencedor. Como castigo por la hybris de Marsias al atreverse a competir con un dios y por su derrota, Apolo lo colgó de un pino y lo desolló vivo. Se dice que su sangre y las lágrimas de las ninfas y los sátiros que lloraron su muerte dieron origen al río Marsias en Frigia.

Reflejo de la Estructura Social en la Mitología

Estos mitos también reflejan una estructura jerárquica no democrática, profundamente arraigada en la cosmovisión y la sociedad griega antigua, que establecía un orden claro de superioridad e inferioridad:

  • Dioses sobre humanos
  • Padres sobre hijos
  • Reyes (o gobernantes) sobre la sociedad

La Tragedia Ática: Espectáculo y Reflexión Social

A las representaciones de la tragedia ática, especialmente durante las Grandes Dionisias en Atenas, asistía prácticamente toda la ciudad. La tragedia no era un mero entretenimiento; servía como un acto de demostración pública de la grandeza cívica y cultural de Atenas, que se mostraba en todo su esplendor. El estado invertía considerables sumas de dinero en la producción de estas obras, reconociendo su importancia comunitaria.

Orígenes y Función de la Tragedia

El origen del término tragedia (τραγῳδία) está vinculado a Dionisio, dios del vino, el éxtasis, la fertilidad y el teatro. Comúnmente se interpreta como la combinación de tragos (τράγος, macho cabrío) y oidé (ᾠδή, canto), es decir, "el canto del macho cabrío". El macho cabrío era un animal asociado con Dionisio y sus rituales, posiblemente como animal de sacrificio o como disfraz de los coreutas en las primeras representaciones. La tragedia tenía una importante función educativa, social y política, explorando temas profundos sobre la naturaleza humana, la justicia, el destino y la relación entre los hombres y los dioses.

El Papel de Dionisio

Dionisio era un dios de naturaleza misteriosa, ambigua y enigmática. Existe una influyente interpretación, popularizada por Nietzsche, que lo sitúa en una polaridad dinámica y en contraposición a Apolo (dios del orden, la razón y la forma), representando Dionisio lo instintivo, lo irracional, la disolución de los límites y el éxtasis. Dionisio es un dios intrínsecamente asociado a la transformación, los cambios de forma, las máscaras y las contraposiciones. Se puede establecer una distinción con la épica: mientras esta se narra predominantemente en tercera persona y busca la verosimilitud (apariencia de verdad), la tragedia se desarrolla a través de la acción y el diálogo en primera persona de los personajes, representando una "realidad" escénica que, aunque ficticia, explora verdades profundas. Dionisio, dios de la máscara y la transformación, a menudo no es quien aparenta ser, encarnando así la esencia misma del actor y del teatro.

Contenido y Estructura de las Tragedias

Los protagonistas de las tragedias eran predominantemente héroes y heroínas de la era mítica, figuras extraordinarias, a menudo considerados semidioses o con un linaje divino. Una tensión central en la tragedia es la contraposición entre la condición humana ordinaria, que idealmente busca la moderación (sophrosyne), y la naturaleza excepcional de los héroes, quienes frecuentemente incurren en el exceso (hybris). La estructura dramática a menudo presenta un ascenso del héroe hacia la gloria, la fama y el poder, un ascenso intrínsecamente ligado a su desmesura. Inevitablemente, este ascenso es seguido por una caída catastrófica (metabolé o peripecia), a menudo presenciada y comentada por el coro.

Con frecuencia, el héroe trágico actúa bajo un estado de até (ἄτη) —ceguera, engaño o infatuación enviados por los dioses o surgidos de su propio carácter— que le impide ser plenamente consciente de la realidad que le rodea o de las implicaciones de sus actos. Es esta ceguera la que lo impulsa a cometer el exceso que, si bien puede llevarlo a la cima de su poder, también precipita su ruina. A través de esta caída, el orden cósmico o social, que había sido perturbado por la transgresión del héroe, se ve finalmente restituido. Esta fundamental contraposición entre el exceso y la moderación se manifiesta dramáticamente en la interacción y el contraste entre el héroe (individual, extraordinario, transgresor) y el coro (colectivo, representante de la comunidad, la tradición o la prudencia). Los héroes trágicos, en su grandeza y pasión, a menudo no comprenden o desprecian los dictados de la moderación, y continúan su trayectoria ascendente hasta que, inevitablemente, "estallan" o se enfrentan a la destrucción. Un ejemplo arquetípico de esta naturaleza heroica, aunque proveniente de la épica, es Aquiles en la Ilíada, cuya ira desmedida tiene consecuencias devastadoras.

La Catarsis y la Lección Moral

Según la Poética de Aristóteles, la tragedia, al suscitar compasión (eleos) y temor (phobos) en el espectador, logra la kátharsis (κάθαρσις) o purificación de tales emociones. Esta experiencia catártica se facilita porque los sufrimientos representados en escena les ocurren a personajes de elevada estatura (héroes), no a personas comunes. El espectador, al identificarse y distanciarse simultáneamente, puede aprender de sus errores y extraer una lección moral: si uno evita la desmesura y respeta los límites, es posible eludir tales desgracias. La tragedia, en última instancia, subraya la fragilidad de la condición humana: somos seres a menudo indefensos ante fuerzas mayores, que no siempre comprendemos la verdadera dimensión de nuestras acciones o del mundo que nos rodea, y somos propensos a la caída y al sufrimiento.

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