El Mito de la Caverna de Platón: Símbolos y Significado

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Los Prisioneros y las Sombras

En el fragmento de este texto de Platón aparecen unos prisioneros que están en una caverna. Estos prisioneros están atados de pies y manos y miran hacia delante. Detrás de ellos hay un fuego, y entre este y los encadenados hay un camino por donde pasan personas llevando objetos en su cabeza, de manera que los prisioneros solo ven las sombras de los objetos, por lo que, para ellos, las sombras de esos objetos son la única realidad.

Estos prisioneros simbolizan la ignorancia casi total o la situación original de los humanos (la doxa). Este grado de ignorancia es el que, para Platón, poseían los ciudadanos atenienses de aquella época. Estos, para Platón, viven en la ignorancia pero creyéndose ser sabios. No pueden ser sabios porque viven en el mundo sensible, el cual es un reflejo del mundo real o de las ideas. Viendo este reflejo, los ciudadanos atenienses creen conocer la realidad, pero no es así, porque hasta que no conozcan el mundo de las ideas, no podrán conocer la verdadera realidad.

Los prisioneros también pueden representar los seres humanos cuando carecen de educación, porque solo conocen lo que ven, sin pensar que puede haber algo detrás de todo aquello, sin usar la razón. Además, la figura de los prisioneros es a la caverna lo que el alma al cuerpo. Al igual que el alma está encerrada en el cuerpo sin poder conocer el mundo de las ideas, los prisioneros están encerrados en la caverna sin conocer el mundo exterior.

En el interior de la caverna, las sombras son el reflejo de los objetos fabricados que transportan unos hombres en su cabeza; los prisioneros no pueden ver las sombras de estos hombres puesto que los tapa un muro. Estas sombras son el último grado de realidad, ya que son reflejos de reflejos, son sombras creadas por la luz del fuego. Son el poco conocimiento que queda en el alma después de que esta haya caído y haya vuelto a estar encarcelada en el cuerpo de alguien que solo es capaz de contemplar reflejos de otros reflejos, puesto que el alma ha olvidado todos sus conocimientos del mundo de las ideas. Los prisioneros, atados de pies y manos contra la pared, no conocen otra cosa que las sombras que pueden percibir, por lo que son su única realidad y representan el grado de eikasía.

En el exterior, las sombras aparecen como reflejos en el agua; esta vez las sombras ya no son proyectadas por el fuego, sino por el sol, que simboliza el bien. Así que, a través de estas sombras, se puede llegar a conocer cosas de manera racional, llegando así a conocer los entes matemáticos. De esta forma se representa el grado de dianoia, dentro de episteme.

El Ascenso al Mundo de Arriba y el Sol

En el fragmento, el ascenso del prisionero, por la dura subida y su posterior adaptación a la luz, representa el ascenso del alma al mundo inteligible, es decir, al mundo exterior. Este proceso supone el paso de la ignorancia al conocimiento. Pasa de la oscuridad a la luz, a pesar de la resistencia que opone el prisionero a ser liberado.

El camino que recorre el prisionero hasta el mundo exterior es un camino gradual y doloroso, símbolo de la educación, en el cual el alma va recordando cómo era la luz, la cual conocía antes de caer presa en el cuerpo. Este proceso concluye con la contemplación del sol (el bien), el cual solo podrá observar después de que sus ojos se hayan acostumbrado a su luz.

El sol es en el mundo visible lo que el bien es en el mundo inteligible, por lo que el sol es el símbolo de la idea del bien en el mundo visible. Con la sabiduría que proporciona la contemplación del sol, el alma racional domina sobre las pasiones y los instintos.

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