La Misericordia Divina: Jesús, el Perdón de los Pecados y la Sanación del Alma

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Jesús perdona a los pecadores: el camino del arrepentimiento o contrición es fundamental en la fe cristiana para experimentar la misericordia divina.

Jesús y los Pecadores

Jesús se encontró muchas veces con pecadores. Algunos ejemplos de estos encuentros son:

  • Cuando le presentaron a un paralítico y Jesús lo curó, perdonando también sus pecados.
  • Perdonó a una mujer pecadora que mostró gran amor y arrepentimiento.
  • Perdonó a San Pedro después de sus negaciones, al buen ladrón en la cruz y a aquellos que lo crucificaban.

Jesús perdonaba a todo hombre o mujer que se acercaba a Él con arrepentimiento de sus pecados. Así nos enseñó cuán grande es la misericordia de Dios para con todos los hombres, pues todos somos pecadores y por todos murió en la cruz.

El Arrepentimiento o Contrición

El arrepentimiento o contrición consiste en un dolor del alma —un dolor de amor— y un rechazo del pecado cometido, con la firme resolución de no volver a pecar (también conocido como propósito de enmienda).

La contrición puede ser de dos tipos:

  • Contrición perfecta: Brota del amor a Dios, a quien se ama sobre todas las cosas. Esta contrición perdona los pecados veniales e incluso los mortales si incluye el firme propósito de confesarse cuanto antes.
  • Contrición imperfecta (también llamada atrición): Tiene su origen en la consideración de la fealdad del pecado o en el temor a la condenación eterna y otras penas.

La verdadera contrición, sea perfecta o imperfecta, lleva siempre al deseo y la necesidad del sacramento de la Penitencia. No hay contrición auténtica si se desprecia este sacramento, instituido por Jesucristo precisamente para perdonar los pecados. No es suficiente el arrepentimiento interior para borrar los pecados graves sin acudir a la confesión sacramental, o al menos tener el propósito de hacerlo.

Aunque la contrición perfecta perdona los pecados mortales, el fiel debe igualmente confesar sus pecados mortales en el sacramento de la Penitencia antes de acercarse a recibir la Comunión, a menos que exista una causa grave y no haya oportunidad de confesarse; aun en este caso, debe tener el propósito de confesar los pecados mortales lo antes posible.

Para recibir válidamente el sacramento de la Penitencia, es preferible que la contrición sea perfecta, pero es suficiente recibirlo con contrición imperfecta (atrición).

Definiciones Clave

Pecado: Es una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna. Es una ofensa a Dios, a quien desobedecemos en vez de corresponder a su amor.

Contrición: Significa arrepentimiento. Consiste en el rechazo claro y decidido del pecado cometido, con el propósito de no volver a pecar.

El Sacramento de la Penitencia o Reconciliación

Jesús instituyó el sacramento de la Penitencia, también conocido como sacramento de la Reconciliación, de la Confesión o del Perdón. Lo instituyó en forma de juicio misericordioso.

Solo Jesucristo, por ser Dios, tiene el poder de perdonar los pecados. Sin embargo, Él quiso otorgar este poder a los Apóstoles y a sus sucesores, los obispos y presbíteros. La Iglesia ejecuta este poder por medio de los sacerdotes válidamente ordenados.

Efectos del Sacramento de la Penitencia

Los principales efectos de este sacramento son:

  • Nos reconcilia con Dios, recuperando la gracia santificante si se había perdido por el pecado mortal.
  • Nos reconcilia con la Iglesia.
  • Perdona los pecados confesados y, bajo ciertas condiciones, los olvidados.
  • Devuelve la paz y la serenidad de la conciencia.
  • Aumenta las fuerzas espirituales para el combate cristiano.

Cómo Recibir Bien el Sacramento de la Penitencia

La parábola del hijo pródigo (Lucas 15, 11-32) ilustra maravillosamente el proceso de conversión y el perdón misericordioso de Dios. Para recibir fructuosamente el sacramento de la Penitencia, el penitente debe realizar ciertos actos:

  1. Examen de conciencia: Reflexionar con sinceridad sobre los pecados cometidos desde la última confesión bien hecha, a la luz de la Palabra de Dios y las enseñanzas de la Iglesia.
  2. Contrición o arrepentimiento: Dolor sincero por los pecados cometidos y rechazo de los mismos. Esto incluye el propósito de enmienda, es decir, la firme resolución de no volver a pecar y de evitar las ocasiones de pecado.
  3. Confesión sincera e íntegra: Declarar todos los pecados mortales (en número y especie) no confesados anteriormente al sacerdote, quien actúa in persona Christi. También es recomendable confesar los pecados veniales.
  4. Satisfacción o penitencia: Cumplir la obra de penitencia impuesta por el confesor. Esta tiene como fin reparar el daño causado por el pecado y ayudar al penitente a comenzar una vida nueva.

La confesión individual e íntegra de los pecados graves, seguida de la absolución, es el único medio ordinario para la reconciliación con Dios y con la Iglesia.

Conceptos Fundamentales

Reconciliación: Es el restablecimiento de la amistad con Dios cuando nos habíamos apartado de Él por el pecado. Este sacramento también reconcilia al penitente con la Iglesia.

Absolución: Son las palabras litúrgicas y el gesto mediante los cuales el sacerdote, en nombre de Jesucristo y por el poder recibido de Él, otorga el perdón de los pecados al penitente en el sacramento de la Penitencia.

El Encuentro de Jesús con los Enfermos y el Sacramento de la Unción

Ante el misterio del sufrimiento y la enfermedad, solo Cristo ofrece una respuesta definitiva y esperanzadora. Él mismo sufrió y mostró una compasión especial por los enfermos. Solo Él puede confortar verdaderamente a quien esté padeciendo una enfermedad grave o la debilidad de la ancianidad, con el fin de que su ánimo no desfallezca ante la realidad del dolor y la perspectiva de la muerte.

Jesús continúa su ministerio de sanación y consuelo para con los enfermos por medio de la Iglesia. Por esta razón, instituyó el sacramento de la Unción de los Enfermos. Este sacramento confiere una gracia especial para fortalecer al enfermo, unirlo más íntimamente a la Pasión de Cristo, y prepararlo para el paso a la vida eterna, si es la voluntad de Dios, pudiendo también otorgar el alivio físico.

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