Miguel de Unamuno: Legado Literario y Profundidad Filosófica
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La Obra Literaria y el Pensamiento de Miguel de Unamuno
El pensamiento de Miguel de Unamuno se proyecta de forma tan inmensa que se ve reflejado en sus obras de todos los géneros literarios, aunque su cauce expresivo natural es el ensayo.
Los Ensayos de Unamuno
Unamuno escribió múltiples artículos de periódico, así como libros ensayísticos. De estos, En torno al casticismo es el primero importante, el cual aborda la decadencia española y considera necesario alejarse del casticismo y tipismo nacionales, reclamando un acercamiento a Europa. En esta obra, acuña el concepto de intrahistoria, entendido como la vida cotidiana de los hombres y mujeres anónimos.
Con la crisis espiritual que padece, sus preocupaciones políticas dan paso a las de orden ético-religioso. Para Unamuno, el intelectualismo puro representa un fracaso, una reducción del espíritu a mera inteligencia analítica.
El irracionalismo unamuniano hace de la ambivalencia, de la contradicción entre los opuestos y del gusto por la paradoja, el camino intelectual de profundización en la interioridad. Su lenguaje expresa la imposibilidad de una construcción filosófica del mundo completa y acabada. La incertidumbre es, de hecho, el motor creativo de su obra.
En este Unamuno agónico, tres son las ideas básicas que lo atormentan:
- El miedo a la muerte.
- La necesidad de creer en un Dios que garantice la inmortalidad personal.
- La certeza racional de que tal Dios no existe.
Unamuno concibe esta inmortalidad como la perpetuación de la conciencia individual. Esta contraposición entre el anhelo de un Dios y la certeza de su no existencia da como resultado un conflicto entre el escepticismo racional y el anhelo sentimental. Estas ideas se plasman magistralmente en dos importantes ensayos: Del sentimiento trágico de la vida y La agonía del cristianismo.
La Novela en la Obra de Unamuno
El interés de Unamuno por la novela fue constante a lo largo de toda su vida. En 1897 publica Paz en la guerra, que relata, con una técnica todavía próxima a la novela realista y con abundantes elementos autobiográficos, el cerco carlista de 1874 a la ciudad de Bilbao, defendida por los liberales.
En 1902 aparece Amor y pedagogía, una novela que rompe con las formas de narración tradicionales y se aproxima al género del ensayo. Coincide en ello con Azorín y Baroja, quienes el mismo año publican, respectivamente, La voluntad y Camino de perfección. Así, 1902 —año en que aparece también Sonata de otoño, de Valle-Inclán— se convierte en una fecha significativa para la renovación de la novela española.
Unamuno acuña para sus peculiares relatos posteriores el término de nivola, con el que designa a su obra Niebla. En ella, el propio autor se convierte en personaje de ficción con quien se encara el protagonista de la novela, exigiéndole ser dueño de su futuro.
Además de unas cuantas novelas cortas y de cerca de un centenar de cuentos, otras novelas suyas destacadas son Abel Sánchez, La tía Tula y San Manuel Bueno, mártir. Esta última cuenta la historia de un cura de pueblo que ha perdido la fe, pero que, aparentando tenerla, desarrolla una actividad vivísima para que sus feligreses mantengan intactas sus creencias religiosas.
La Poesía de Unamuno
Aunque fue más conocido por su labor en prosa, la poesía ocupó un lugar importante para Unamuno. Para él, la poesía es la más alta expresión del espíritu, por lo que prefería a los poetas hondos y de trascendencia filosófica. En su poesía, Unamuno huye de la sonoridad fácil, porque creía que el sentimiento poético ha de ser pensado. Su poesía aborda los mismos temas que su prosa.
En cuanto a la métrica, destaca en el uso de las estrofas tradicionales con predominio de la rima asonantada, pero tampoco es infrecuente la elección de la métrica irregular, con escasa atención al ritmo musical.
El Teatro de Unamuno
Unamuno escribió también una decena de dramas, en los que son bien visibles sus habituales preocupaciones. El suyo es un teatro intelectual, próximo también al ensayo, que ni busca ni alcanza el éxito comercial. Influido en sus primeras obras por la estética simbolista, su ideal dramático se aproxima después al de los trágicos griegos.
El diálogo y el monólogo, siempre densos, reflejan la vida interior de los personajes y la actividad de la conciencia. Este teatro intelectual y filosófico se enfrenta al teatro español de la época en sus temas y en su orientación estética.
Más allá de su carácter experimental, excesivo esquematismo y falta de atractivo para el espectador habitual, el teatro unamuniano tiene las mismas virtudes del conjunto de su obra literaria: su condición lírica, su capacidad de percepción del infierno de lo cotidiano, su sensibilidad para asociar imágenes y, en general, para lo inconsciente.