Miguel Hernández: Trayectoria Poética, Compromiso y Legado Inmortal
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La Trayectoria Ideológica y Poética de Miguel Hernández
En la trayectoria ideológica de Miguel Hernández se distinguen dos momentos clave: por un lado, su primera etapa oriolana de ideología conservadora, junto a su amigo Ramón Sijé; y, por otro lado, una ideología progresista y reivindicadora, fruto de sus nuevas amistades madrileñas y de los avatares políticos.
La Transformación en Madrid y el Compromiso Social
En marzo de 1934, Hernández viaja a Madrid por segunda vez. Esta visita marca el inicio de una nueva etapa que lo introducirá en la intelectualidad de la capital y lo desprenderá del influjo del ambiente oriolano, lo que provocará una profunda crisis personal y poética.
Durante este periodo, comenzará a colaborar en la revista Cruz y Raya y entablará amistad con miembros de la Generación del 27, sobre todo con Vicente Aleixandre, cuyo poemario La destrucción o el amor lo decantará por la poesía impura.
En 1931, se incorporará a las Misiones Pedagógicas, un proyecto educativo español de la Segunda República diseñado para difundir la cultura general entre los analfabetos. Así es como empieza el compromiso social de Miguel Hernández.
El Compromiso Político y la Poesía de Guerra
El estallido de la Guerra Civil Española obliga a Hernández a dar el paso definitivo hacia el compromiso político. Ingresa como voluntario en el Quinto Regimiento y es nombrado Jefe del Departamento de Cultura. Allí se encarga de la edición de varias publicaciones, la organización de la biblioteca y la programación de su poesía en el frente.
Esta poesía de guerra quedará recogida en Viento del pueblo, obra publicada en Valencia en 1937. Hernández comprende el poder transformador de la palabra, así como su función social y política. Se trata de un poemario comprometido que denuncia las injusticias y se solidariza con el pueblo oprimido. La voz poética se alza para:
- Proclamar el amor a la patria.
- Educar a los suyos en la lucha por la libertad.
- Increpar a quienes tiranizan al ser humano.
Algunos de sus poemas más famosos en este sentido son: El niño yuntero y Aceituneros de Jaén.
El Pesimismo Intimista y las "Tres Heridas"
El optimismo de Miguel comienza a diluirse al comprobar la inestabilidad de Europa ante el drama que se vive en España. Esto, sumado a un conflicto bélico que se dilata en el tiempo, le provoca una profunda depresión. Pese a la alegría por el nacimiento de su primer hijo, la poesía hernandiana deriva hacia un progresivo pesimismo intimista.
A esta etapa pertenece El hombre acecha (1939), un volumen donde el poema pasa de cantar a susurrar, o dicho de otra manera, de exaltar a los héroes a lamentarse por las víctimas (como en Canción primera y Canción última).
El Legado Final: Cancionero y Romancero de Ausencias
Al acabar la guerra, Hernández es detenido. En septiembre de 1939, al salir de la cárcel y antes de volver a ella de manera definitiva, entregó a su esposa Josefina un cuaderno manuscrito que había titulado Cancionero y romancero de ausencias. Este contenía poemas que alcanzó a escribir en 1938 a raíz de la muerte de su primer hijo. Se trata de un libro unitario con poemas escritos desde la cárcel que los editores recogieron posteriormente.
Con este último poemario, el oriolano alcanza la madurez poética, caracterizada por la sencillez de la lírica popular y los temas obsesionantes de su mundo poético: el amor, la vida y la muerte, sus "tres heridas".
Conclusión: La Voz Comprometida de Miguel Hernández
En síntesis, el compromiso social y político de Miguel Hernández se percibe con nitidez en su voz poética, que exalta al hombre que lucha por la justicia, lamenta el dolor de las víctimas oprimidas y reprende a los explotadores de la patria.