Migración en el Siglo XIX: Impacto Demográfico y Económico Global

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Durante el siglo XIX, aproximadamente 60 millones de personas emigraron desde Europa. Esta explosión demográfica generó desequilibrios en los activos económicos, especialmente en la tierra.

Flujos Migratorios y sus Motivaciones

Este cambio significativo en la intensidad del flujo migratorio refleja diversas motivaciones y un desplazamiento desde el norte hacia el sur de Europa. A partir de los años ochenta del siglo XIX, surgió un nuevo flujo migratorio originado en el sur y el este de Europa.

Mientras que América del Norte y Oceanía fueron los destinos preferidos por los emigrantes de la Europa Noroccidental, los emigrantes provenientes del Sur se establecieron principalmente en América Latina.

Emigración Estacional y la Revolución del Transporte

En Estados Unidos, las autoridades estimaron que alrededor de un tercio de los inmigrantes regresaban a sus ciudades de origen una vez que habían acumulado fortuna. Se desarrollaron formas de emigración estacional, conocidas como emigración golondrina. Esto fue posible gracias a la revolución de los transportes, con la incorporación de la máquina de vapor a los barcos y el aumento de la capacidad de transporte.

La disminución de los costes de transporte permitió integrar actividades económicas realizadas en zonas geográficas muy distantes.

Características de los Emigrantes

Los emigrantes eran preferentemente jóvenes varones que vivían en ciudades europeas y provenían de actividades económicas urbanas. Generalmente, se producía un proceso de selección natural en la composición de la emigración: los más alfabetizados, jóvenes y varones eran quienes emigraban.

El camino seguido por los primeros emigrantes servía como guía para sus seguidores, quienes marchaban después gracias a la información y el dinero proporcionados por los pioneros.

Impacto de la Emigración en la Distribución del Ingreso

La emigración redistribuyó la población europea, y con ello el trabajo, por amplias zonas del mundo. A pesar de esto, persistían diferencias en las dotaciones de factores productivos entre países. En los países receptores de emigración, los salarios reales disminuyeron debido a la mayor oferta de trabajo, mientras que las rentas de la tierra y del capital aumentaron. Es decir, la emigración también modificó las pautas de distribución del ingreso, ya que alteró la abundancia relativa de trabajo, tierra y capital en los países emisores y receptores.

Como consecuencia, la emigración nacida a partir del proceso globalizador aumentó la desigualdad económica en los países receptores de población. En cambio, en los países emisores, el efecto fue opuesto.

Entre los países desarrollados que generaron emigración, la globalización tuvo efectos igualitarios en la distribución del ingreso. En cambio, entre los países que recibieron la emigración, la globalización generó más desigualdad.

Globalización y Convergencia Económica

La transferencia de conocimientos y factores productivos que implica la globalización hace que los países más atrasados crezcan más rápidamente que los ricos, hasta alcanzar sus niveles de PIB per cápita en términos absolutos. Para ello, son también necesarios el cambio económico estructural y la transición al capitalismo industrial.

Conclusión: Prosperidad y Divergencia

Por lo tanto, podemos concluir que durante el largo siglo XIX, y a raíz de las fuerzas globalizadoras, una proporción mayor del mundo se hizo más próspera. No obstante, este proceso de convergencia en una parte de los países que recibían la influencia económica de Europa fue simultáneo al estancamiento del resto de los países pobres. Las colonias vieron limitadas sus oportunidades de crecimiento, aspecto que se ha denominado la gran divergencia.

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