Mesianismo Sacerdotal y la Figura del Hijo del Hombre en el Judaísmo
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El Mesianismo Sacerdotal en Israel
En Israel, el sacerdocio está en función de la familia. Las familias de la tribu de Leví son sacerdotales. A los levitas se les ha dado en heredad el culto a YHWH. Los sacerdotes (kohen) son quienes han de transmitir e interpretar la revelación de Dios, la Torá. Y también son quienes han de ofrecer sacrificios en nombre de todo el pueblo. Pero no sólo esta tribu ejerce funciones sacerdotales. También el cabeza de familia, por ejemplo en la Pascua, ejerce un sacerdocio; y los jefes carismáticos, como Moisés. Pero serán sobre todo, los reyes quienes tienen un sacerdocio peculiar en cuanto cabeza de su pueblo, aunque sólo se les llama expresamente sacerdotes en el famoso salmo 110: “Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec”. Melquisedec fue aquel rey de Salém, “sacerdote de Dios Altísimo” que ofreció un sacrificio de pan y vino cuando Abraham volvía de la guerra (Gn 14, 18).
En algunos salmos y profetas encontramos también una “teología de Sión”, que une la esperanza mesiánica con el templo y la monarquía. Pero será después de la experiencia traumática del exilio en Babilonia, cuando el mesianismo se desarrolla y con la restauración del Templo de Jerusalén cobra un nuevo significado la figura del sacerdote. El Templo es el centro del Reino. Por eso, no será extraño que el Mesías esperado tenga un carácter sacerdotal. El profeta Zacarías, hacia el año 520, presenta la figura del sumo sacerdote Josué coronado. Es una figura simbólica. No se trata de una coronación verdadera, sino de la corona mesiánica. El término “Germen” es una alusión al mesías, que alude al “Tronco de Jesé” del que hablaba el profeta Isaías (Is 11,1) y el profeta Jeremías. Con ello Zacarías indica que el Mesías no será un rey “político”, sino “sacerdotal”, religioso; expresión de la esperanza en la salvación que viene de Dios y no de las fuerzas del hombre.
El Hijo del Hombre en el Contexto Histórico
Después de la vuelta del destierro (538), Israel vive bajo el dominio persa hasta el 336, año en que Alejandro Magno ocupa Palestina. A su muerte (323) sus generales se reparten el imperio fundando diversas dinastías. Palestina quedó al principio bajo la jurisdicción de la dinastía de Egipto, los “lágidas”, que respetaron la religión judía. Pero en el año 198 Antíoco III, que regentaba la dinastía Seléucida de Siria, arrebató a Siria el territorio palestino e intentó imponer por la fuerza la religión griega. Su sucesor, Antíoco IV, erige en el templo de Jerusalén una imagen a Zeus en el año 167. Estalla entonces una revuelta de resistencia, iniciada por el sacerdote Matatías y llevada a término por su hijo Judas Macabeo. Su triunfo hizo posible la independencia en tiempo de su sucesor Juan Hircano (134-104), quien inicia una nueva dinastía en Israel, la dinastía asmonea (o de los macabeos). Esta dinastía terminará más tarde como consecuencia de las intrigas y luchas civiles que posibilitan la intervención de Roma el año 63 a.C. El general Pompeyo nombró a Hircano II Sumo Sacerdote, lo cual fue considerado por algunos como una usurpación. Surge entonces el grupo de los “fariseos” o separados y, más tarde, los “esenios” grupo fariseo radical. Frente a todos ellos están los “saduceos” partidarios de las asmoneos y de la legitimidad constituida. En el año 40 a.C., Herodes, un ministro de Hircano, reconquista Jerusalén y es nombrado rey por los romanos, aunque no aceptado por el pueblo. En su tiempo nació Jesús de Nazaret.
El Libro de Daniel y el Género Apocalíptico
El libro de Daniel es obra de un autor desconocido del s. II a.C., compuesto entre el 167-164, a raíz de la revuelta macabea. Escrito en hebreo y arameo, su género literario es el apocalíptico.
Apokalyptein, significa descubrir, revelar. El género apocalíptico construye relatos grandiosos sobre visiones o sueños, con un lenguaje simbólico. Utiliza la simbología de los números, comparaciones e imágenes. De esta manera se ofrece una interpretación de los acontecimientos históricos para animar al pueblo en tiempo de desgracia o persecución. Es un género que se desarrollará mucho entre los s. II a.C.-II d.C. Está próximo al género profético porque anuncia la salvación, pero es eminentemente escatológico. Anuncia el “Día del Señor”. Su lenguaje es cifrado, simbólico y sólo comprensible para iniciados.
Estructura y Simbolismo en el Libro de Daniel
El libro de Daniel se sitúa artificiosamente en Babilonia, 4 siglos antes de su composición. Los capítulos 1-6 tienen la apariencia de una narración en la que aparece la figura de un joven noble, Daniel (o Dan ‘El) y tres compañeros, que están al servicio de Nabucodonosor. Los capítulos 7-12 contienen visiones de Daniel, y en ellos se habla de un “como hijo de hombre” cuyo Reino de los santos no pasará jamás. Este reino se manifestará según el designio escondido de Dios y se extenderá a todos los pueblos. Anuncia el despertar de los muertos a una vida o a un oprobio eternos.
La Visión del Hijo del Hombre en Daniel 7
La primera y única vez que se habla del hijo del hombre la encontramos en Dn 7. Este capítulo se divide en dos partes:
- vv. 1-14: describe una visión.
- vv. 15-27: interpreta la visión.
vv. 1-14: En la visión apocalíptica aparece el mar, que representa el caos opuesto a Dios, del que surgen cuatro bestias, que representan cuatro imperios, el último de los cuales es el contemporáneo del autor: el imperio seléucida de Antíoco IV. Estos cuatro imperios han sucumbido ante el juicio de Dios que ha comenzado. Es en este juicio donde aparece el hijo del hombre.
v. 13s: Hay una escena de entronización. Junto al “Anciano de Días”, que representa a Dios, sentado en su trono y rodeado de los ejércitos celestiales participantes en el juicio, viene “en las nubes del cielo”, que representan la transcendencia, un “como hijo de hombre”, que recibe el poder, la gloria y el imperio escatológico, eterno, indestructible, universal, con el poder de juicio definitivo.
Interpretación del Hijo del Hombre
¿Quién es este “semejante a un hijo de Hombre, este bar ‘enas, que es una traducción aramea del hebreo ben ‘adam? Etimológicamente significa un individuo humano, un hombre. El v. 13 significa, pues, uno “semejante a un hombre”, que viene del cielo y opuesto a los monstruos que emergen del caos marino. Es la figura del reino transcendente-escatológico de Dios frente a los imperios históricos de la tierra. Este individuo representa una colectividad, un reino. Es decir, los israelitas perseguidos, el pueblo de Dios, los “santos del Altísimo”. Es un símbolo corporativo de una colectividad.
Más tarde, la literatura apócrifa (Libro de Henoc, Libro IV de Esdras) la figura del hijo del hombre será identificada con el Ungido y lo presenta como transcendente y preexistiendo junto a Dios. Un ser celeste y glorioso que juzga en nombre de Dios y aniquilará todo lo malo y corrompido, a los violentos, los pecadores y las potencias satánicas. Él traerá la liberación de los justos, será el vengador de sus vidas y su reino será de paz.