Mercantilización del Patrimonio Cultural: Impacto Económico y Sostenibilidad en el Turismo

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El Patrimonio Cultural como Recurso Económico y Sostenible: Límites a la Mercantilización

Introducción

A nadie se le oculta ya la importancia económica que el patrimonio artístico e histórico ha adquirido en las sociedades modernas. Asociado al turismo, se ha convertido en uno de los motivos principales de los desplazamientos de ocio. A su vez, la creciente actividad económica derivada del turismo ha contribuido a la necesidad de reconocimientos para los monumentos o los conjuntos histórico-artísticos, pero con una aceptación desigual de otros legados culturales, como el denominado patrimonio menor o el patrimonio industrial, entre otros. De manera que cada monumento o resto histórico digno de consideración reclama para sí el título de Patrimonio de la Humanidad o Bien de Interés Cultural, un reconocimiento de prestigio internacional o nacional. Igualmente, los políticos utilizan esas declaraciones para publicitar la ciudad, como también para dar a conocer la gestión que se realiza sobre el patrimonio. A veces, los intereses políticos chocan plenamente con diferentes sectores de la ciudad, especialmente asociaciones de defensa del Patrimonio Histórico, que les hace olvidar la finalidad y el compromiso que tienen de proteger.

Primer ejemplo: Hotel Moneo en Hoyo Esparteros, Málaga. La idea que se ha ido imponiendo estos últimos años es que el patrimonio debe ser adaptado a las necesidades del turismo, es decir, a las necesidades de la actividad de lucro. El modo de explotarlo es disponerlo conforme a las necesidades del mercado. Las restauraciones han sido sustituidas por las rehabilitaciones -el ejercicio de sustitución conceptual tampoco es inocente, apenas se habla ya de conservación o de restauración- en las que se cambia lo existente por algo parecido en el mejor de los casos, o, en el peor, por algo correspondiente a una estética inexistente en el lugar. Segundo ejemplo: La Plaza de la Constitución de Málaga es un buen ejemplo de la recuperación urbana.

La Mercantilización del Patrimonio

De este modo, la mercantilización del patrimonio es el proceso por el cual los temas y expresiones culturales llegan a ser evaluados principalmente en términos de su valor de cambio. Estas expresiones culturales y aspectos del patrimonio se convierten en productos de calidad para algunos, en mercancías para los más críticos, que se compran, venden y proporcionan un beneficio para la industria turística del patrimonio. En el contexto de la globalización moderna, pueden producirse acciones contradictorias e introducir un impacto negativo en las sociedades locales, provocando mediante su comercialización la degradación o banalización de una cultura particular; también puede producirse el efecto contrario, es decir, su integración en la economía global. Todo ello va a depender de la gestión que se realice de los recursos. La inversión de los beneficios que se produzca a consecuencia de la afluencia de capital del turismo en un sitio turístico del patrimonio es una parte crucial de cualquier desarrollo sostenible que se puede considerar beneficioso para las comunidades locales.

El Turismo Cultural moderno reproduce una dinámica económica que depende del capital de los turistas y las empresas en la creación de la viabilidad sostenible. El turismo está directamente vinculado con el desarrollo económico, por lo que muchas poblaciones ven la globalización como un medio para proporcionar un mayor acceso a servicios médicos esenciales y materias primas importantes. La industria del turismo ha crecido rápidamente en las últimas dos décadas, y la expansión probablemente continuará en el futuro. Había cerca de mil millones de turistas en 2008, en comparación con sólo veinticinco millones en 1950. Por otra parte, en 2008, el turismo representó directamente casi un billón de dólares. A nivel mundial, aproximadamente el 5% del PIB es generado por el turismo, y una proporción similar de personas están empleadas en la industria del turismo.

El turismo cultural también ofrece oportunidades para que las comunidades definan quiénes son y refuercen sus identidades a través de la mercantilización de ciertos aspectos culturales que la comunidad considera importante y digno de la reproducción. Apoyar, incentivar o fomentar el comercio de productos locales sería una forma idónea de hacer partícipe a la comunidad y de activarla como uno de los interlocutores fundamentales. Un efecto negativo de la mercantilización es el abuso excesivo de un marketing agresivo promovido por los operadores turísticos, medios de comunicación populares y los gobiernos locales. Esto da lugar a un proceso destructivo, en el que a menudo importantes expresiones culturales locales se reducen a la nada. La mercantilización puede ser también un estímulo para reforzar la identidad étnica, ya que pueden revivir las tradiciones culturales que han caído en desgracia bajo los vestigios del colonialismo y el imperialismo.

Tercer ejemplo: Chichén Itzá, Cancún, México. En muchos pueblos mayas del Yucatán, la participación en el turismo es visto como peligroso y como personas ajenas a la sociedad tradicional Maya. Pueblos mayas que suministran gran parte de la mano de obra inmigrante que va a Cancún y otros destinos turísticos también reflexionan sobre lo que significa ser Maya, y los migrantes que van a Cancún son vistos como "menos Maya" que los que se quedan atrás. Los trabajadores migrantes siguen la promesa de puestos de trabajo y el progreso socioeconómico de los destinos turísticos de Cancún. Los Mayas tradicionales temen la mercantilización cultural que a menudo acompaña a la industria del turismo. Este potencial mercantilización se considera perjudicial para las formas de vida tradicionales Mayas. Mientras que el pueblo Maya no está obligado a participar en la industria del turismo, el turismo a menudo incorpora pueblos mayas enteros y mercados. Aunque la mayoría de las personas involucradas en el sector son conscientes de sus roles económicos, es decir, subordinados en un sistema global más amplio, los vendedores de artesanías continúan realizando estos trabajos para los turistas occidentales con el fin de que puedan hacer sus productos y bienes culturales más auténticos.

La Mercantilización en los Espacios Urbanos

Actualmente las ciudades patrimoniales están viviendo un redescubrimiento turístico. En la mayor parte de las ciudades patrimoniales se ha fomentado la actividad turística, tanto desde el sector público como desde el privado, por la importante repercusión económica que los flujos turísticos pueden llegar a tener en la economía de una ciudad. En aquellas ciudades que cuentan con una mayor trayectoria turística es común que exista una cierta compenetración entre los diferentes actores turísticos y que el patrimonio cultural se convierta en un recurso clave para el desarrollo económico.

Cuarto ejemplo: Granada, Córdoba y Málaga. La inclusión de los recursos patrimoniales en las estrategias de desarrollo turístico puede ser una opción interesante para la ciudad, pero la gestión del patrimonio se debe asumir con responsabilidad, tomando conciencia de que se trata de bienes heredados y no renovables. En el proceso de puesta en valor turístico se debe respetar su capacidad de carga, lo que beneficiará tanto al patrimonio como a la visita pública y se debe evitar la banalización, pues en demasiadas ocasiones se sacrifica la autenticidad en pro de la satisfacción del turista. Se trata de propiciar la integración equilibrada de las diferentes funciones del patrimonio, entre las que se encuentra la turística.

Las Ciudades Históricas como Lugares de Ocio y Consumo

El atractivo de las ciudades monumentales reside en su singularidad natural, como consecuencia de las características de los emplazamientos, en sus tramas urbanas, de origen medieval en muchos casos, que confieren personalidad al callejero, en sus edificios monumentales correspondientes a distintas épocas, en las huellas de diferentes estilos artísticos superpuestos en la historia de cada ciudad y en la yuxtaposición de espacios residenciales con características diferentes, que permiten conformar las imágenes culturales de la ciudad.

Quinto ejemplo: Planos de Cáceres; Antequera y Ronda. Esos elementos constituyen recursos turísticos. Pero la configuración de un producto turístico cultural requiere una serie de actuaciones orientadas a la adaptación de los bienes culturales a la visita pública. Es en esta cuestión en la que las ciudades monumentales difieren. En el caso de España, mientras que algunas con mayor tradición turística, como Granada o Sevilla, cuentan con numerosos medios para lograr que el turista disfrute de la visita (guías turísticos especializados, audioguías, sistemas de información y reservas, etc.), otras, que vislumbraron la posibilidad de convertirse en destinos turísticos más recientemente, adolecen de una gestión turística eficaz.

Problemas en el Uso de las Ciudades Monumentales

El recuperado atractivo turístico de las ciudades monumentales tiene ventajas, pero también entraña ciertos riesgos. El turismo genera ingresos y está favoreciendo la conservación del patrimonio cultural, que se transforma en una fuente de riqueza y en elemento de revitalización física, económica y social de la ciudad. Sin embargo, en aquellas ciudades monumentales en las que la gestión turística no se rige por criterios sostenibles están apareciendo efectos negativos. Diversos autores como Castro, Toselli o Velasco han identificado los aspectos positivos y negativos de la creación de productos turísticos a partir del Patrimonio Cultural.

Aspectos Positivos

  • Despierta el orgullo en la población residente y el interés de los poderes públicos por la protección del patrimonio cultural.
  • Puede facilitar la diversificación de la oferta turística de los destinos maduros.
  • Puede constituir un nuevo pilar para economías deprimidas.
  • Favorece la cooperación entre los sectores turístico y cultural.
  • Puede generar recursos económicos que financien el mantenimiento y la conservación de los sitios con patrimonio.
  • Promueve el entendimiento entre pueblos.

Aspectos Negativos

  • Puede traer consigo la banalización y mercantilización del patrimonio cultural.
  • Puede generar rechazo en la población residente cuando ésta no se siente respetada por los turistas.

Aunque el problema que más atención ha recibido en la literatura científica es la degradación de los bienes culturales que se produce cuando no se atiende a la concentración temporal y espacial de los visitantes. De ahí, las numerosas alusiones al concepto de capacidad de carga turística en la literatura académica. Este concepto apareció ligado a la gestión de los usos recreativos de los espacios naturales protegidos, con el fin de minimizar los impactos de la afluencia masiva de turistas. Se trataba de establecer los umbrales máximos/óptimos de utilización, que es a lo que se denomina capacidad de carga o acogida. Cabe matizar que la cantidad óptima de turistas depende de varios condicionantes, de ahí que Watson y Kopachevsky en 1996 distinguieran cinco tipos de capacidad de carga:

  1. Ecológica-ambiental: vendría dada por el número de turistas más allá del cual la calidad del medio ambiente se degrada o se ve comprometida.
  2. Física: vendría dada por la capacidad espacial de un lugar y de sus infraestructuras para acoger turistas.
  3. Socio-perceptual: esta dimensión de la capacidad de carga hace referencia a la tolerancia de las poblaciones residentes en el destino turístico. En este caso, la medición es más compleja y subjetiva.
  4. Económica: Es la capacidad para absorber funciones turísticas sin excluir otras actividades económicas interesantes para el destino turístico.
  5. Psicológica: Es estrictamente experiencial. Se refiere al número de turistas a partir del cual la experiencia turística pierde calidad. Puede variar de un sitio a otro y está cargada de subjetividad.

Es lógico que surjan tensiones entre los sectores turístico y cultural, pues son dos sectores con prioridades diferentes que se ven obligados a convivir. El sector del turismo y el sector de la cultura se diferencian notablemente en algunos aspectos esenciales, como sus fines, sus actores principales, sus destinatarios y la consideración que el patrimonio les merece. El turismo cultural propicia un extraño matrimonio entre el turismo y el patrimonio, que puede ser beneficioso para todas las partes interesadas si se respetan los límites que impone la sostenibilidad y se atiende a las necesidades de la población residente en el destino turístico. La expresión ciudad patrimonial se refiere a todo el núcleo urbano, pero se debe tomar conciencia de que el casco histórico es el que soporta principalmente la actividad turística. Ello obliga a aproximarse a la realidad económica y social de estos barrios, para los que el turismo no siempre es tan beneficioso, aunque sí lo sea para el conjunto de la ciudad. Se observa que se ha pasado de la degradación en habitabilidad, funcionalidad y vida social a ser concebidos como lugares de ocio y cultura, algo en lo que la promoción del turismo tiene mucha responsabilidad.

González, tras analizar la situación de los centros históricos de las ciudades medias del sur de Europa, concluyó que la población residente en ellos es mayoritariamente población envejecida, generalmente de baja extracción social, siendo comunes las viviendas ocupadas por una sola persona y de bajo alquiler. Todo ello, parece haber perjudicado la inversión en su recuperación urbana. En las zonas más degradadas, viven grupos sociales con rentas bajas, en ocasiones, grupos marginales. Existe un pequeño comercio junto a los talleres artesanos, lo que recuerda a otras épocas. Así, envejecimiento y empobrecimiento funcional dan paso a la degradación socioeconómica del casco antiguo, el vaciado social y funcional pronto trae consigo consecuencias urbanísticas. Los centros históricos que se encuentran en la situación descrita anteriormente, son objeto de políticas públicas orientadas a su puesta en valor y dinamización. Pero estas actuaciones no siempre resultan acertadas y pueden provocar dos fenómenos peligrosos para la idiosincrasia del barrio: la gentrificación y la musealización.

La gentrificación se produce cuando las intervenciones urbanísticas transforman un barrio o distrito de la ciudad y elevan su estatus. En ocasiones, las mejoras urbanas hacen que los centros históricos se revaloricen y aumenten los precios de la vivienda, el suelo y los servicios. La población original es sustituida por nuevos ocupantes con un poder adquisitivo mayor. En ocasiones, se transmite a la población que gracias a las intervenciones urbanas se mejorará su calidad de vida, mientras que lo que se gesta es una operación especulativa que terminará desplazando a las clases populares. Constituye un ejemplo las Olimpiadas de Barcelona en 1992, así como el distrito de Lisboa que fue objeto de una profunda rehabilitación con motivo de Expo Lisboa 98. Este barrio pasó de ser un barrio industrial deprimido a convertirse en la zona comercial por excelencia de Lisboa.

Musealizar las ciudades es forzar que se parezcan a la imagen que se tiene de ellas, incentivando las actividades que resultan favorables al turismo. Es decir, se trata de potenciar aquello que se corresponde con la imagen -quizás estereotipada- que tiene el turista o el posible inversor y eliminar u ocultar aquellas otras facetas de la ciudad que le resultarían chocantes o poco atractivas. Un ejemplo es la ciudad de Roma, en la que las políticas urbanas alimentan la imagen de escenario histórico y no faltan aficionados disfrazados de soldados romanos que ofrecen al turista la Roma que espera encontrarse. Quienes apuestan por la musealización intentan conservar la ciudad inalterable. No la dejan evolucionar, prefieren que el tiempo se pare para ella. Así, ofrecen al turista una lectura fácil de la ciudad, preferible para quienes desean consumir la ciudad en tiempo récord y conocer lo básico.

Cuando un núcleo urbano contiene un centro histórico y monumental las operaciones de rehabilitación y reestructuración urbanas no son solamente intervenciones arquitectónicas, son también intervenciones en el medio social y que es necesario compatibilizar el uso residencial, el comercial, el administrativo y el turístico, dentro de un programa de intervención que permita que la ciudad siga viva, cambiando, sin convertirse en un parque temático fosilizado.

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