El mensaje de Jesús: Inclusión, amor y el Reino de Dios

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1. Jesús cumple el plan de su Padre Dios

Jesús toma partido por los que menos importan en la sociedad. La sociedad le proponía tres posibilidades para obtener la felicidad:

  • Acumular bienes materiales: Si conseguía que todos fueran ricos, entonces serían felices.
  • El poder: Podía buscar el poder sobre todo el mundo y ejecutar lo más adecuado para el pueblo.
  • El éxito: También podría ganar popularidad, que todo el mundo le admirara y así harían lo que Él dijese.

Jesús rechazó estas propuestas del tentador en el desierto. Los bienes materiales, el poder y el éxito no se ajustaban al plan de Dios. Frente al tener, al poder y al éxito, eligió la sencillez, el cuidado y la humildad.

Juan Bautista, primo de Jesús, era profeta y proclamaba que había que convertir el corazón porque la venida de Dios estaba cerca. A todos los que querían cambiar los bautizaba en el Jordán. Jesús se bautizó entre mucha gente venida de lejos. A partir de este momento comenzó a proclamar el Evangelio.

2. El lema de Jesús es la inclusión

Jesús comenzó su Buena Noticia invitándonos a compartir con Él su vida. Daba igual que fueran puros o impuros, hombre o mujer, niños o ancianos, judíos o paganos. Había llegado el reino de Dios.

  • No es un estado de justicia, paz y amor, que se identifica con la persona misma de Jesús.
  • Es para todos, sin distinción de cultura, nación, clase social, sexo o religión. No es solo para unos cuantos, como decían algunos judíos.
  • Es un regalo de Dios que tiene dos condiciones: basta querer para entrar, pero una vez dentro hay que participar y contribuir a que crezca cada vez más.
  • Comienza aquí y ahora, transformando nuestro alrededor y nuestro mundo en un mundo más humano.
  • Crece lentamente en nosotros y en el mundo, como una semilla; hay que tener paciencia y esperanza.
  • Hace feliz a todo aquel que participa en su edificación en el mundo y en la humanidad.

Su forma de acercarse a la gente sorprendía y extrañaba, ya que muchas veces se saltaba las normas para estar con personas no muy bien vistas. Por eso algunos decían que era el Mesías, otros le llamaban impostor porque se relacionaba con los impuros.

3. Los gestos de Jesús son signos y obras

Jesús actuaba de manera especial con la gente, por medio de gestos a los que llamamos signos del Reino:

3.1. Las comidas con pecadores, extranjeros y mujeres

Jesús escandalizó por su amistad con algunas personas mal vistas. Hablaba con ellas en público, entraba en casas, comía con ellas. A Jesús no le importaba que le criticasen por comer con los pecadores; cuando le preguntaban, respondía que había venido a curar a los enfermos, no a los sanos. Comer con los que nadie comía era un signo y una obra del Reino: Dios acoge a todos, especialmente a los que otros desprecian.

3.2. Las curaciones

Los milagros se consideraban un signo del poder y la preocupación de Dios por su pueblo. Jesús tenía ese don, pero los milagros de Jesús no solo son curaciones, son inclusiones en la sociedad: curaba físicamente, los reintegraba socialmente; perdonaba los pecados, les purificaba interiormente; curaba las heridas invisibles y hacía que se sintieran personas valiosas.

Cuatro tipos de milagros:

  • Curaciones físicas: Jesús curó a muchas personas que dejaron de ser pecadores a los ojos de la gente y volvieron a la vida social.
  • Expulsiones de demonios: A las personas poseídas por el demonio, Jesús las acogió, las calmó y las alivió.
  • Revivificación de muertos: Jesús revivió a tres muertos. Simbolizan la fuerza de Dios y su poder frente a la muerte.
  • Milagros de la naturaleza: Expresan la divinidad de Jesús, pues tiene dominio sobre las fuerzas naturales.

4. Jesús pone la norma: el amor

4.1. Una norma

En medio de una sociedad donde se practicaba la intolerancia, Jesús se propuso denunciar las desigualdades y predicar que el amor de Dios es lo único que nos hace hermanos y hermanas. Jesús se sintió libre:

  • Libre para tratarse con las mujeres, de segunda clase en su sociedad.
  • Libre de valorar a todos por igual, pese a las diferencias sociales entre esclavos, libres, ricos y pobres.
  • Libre para perdonar los pecados de los que eran perseguidos por otros, los publicanos y los adúlteros.
  • Libre de curar a enfermos en sábado, día sagrado de descanso.
  • Libre de hablar con los extranjeros, pese a ser impuros por no ser judíos.

Para Jesús solo hay una vara de medir al otro: el amor infinito.

4.2. Una actitud

Amar a Dios supone tenerle siempre presente a lo largo del día, y en las decisiones diarias decidir pensando en cómo quiere Dios que actuemos. Amar a los demás supone una gran actitud constante de disponibilidad. Y amarse a sí mismo obliga a valorarse en su justa medida, conociéndose bien y sabiendo cuáles son mis errores y mis virtudes. Este triple esfuerzo no se puede dar sin dos actitudes:

  • El perdón: supone acercarse a los demás sin dobles intenciones.
  • El diálogo: como única forma de hacer cambiar las cosas y mejorarlas en la vida diaria.

5. Jesús explica qué es el amor

Para explicar el centro de su mensaje, Jesús usaba un lenguaje sencillo, con palabras fáciles de entender y comparaciones de la vida cotidiana para que todo el mundo que le oyera lo entendiera. Jesús usaba:

  • Pequeñas explicaciones, llamadas logia: cortas y muy comprensibles.
  • Pequeñas comparaciones: de actitudes o acciones opuestas y exageradas.
  • Narraciones cortas y sencillas, reales o imaginarias, que podían ser entendidas por todos y tenían una enseñanza de fondo: las parábolas.

Tanto la logia como las comparaciones y las parábolas tenían como objetivo hacer reflexionar al que nos escucha sobre Dios, su vida o su conducta.

Las parábolas no hablan todas de lo mismo:

  • Unas hablan del Reino de Dios: cómo se construye, qué características tiene...
  • Otras hablan de Dios: su bondad, su misericordia, su perdón...
  • Y otras contraponen dos comportamientos humanos, uno positivo y otro negativo, para compararlos y reflexionar sobre ellos.

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