Las Meninas de Velázquez: Técnica, Personajes e Influencias

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Análisis Formal de Las Meninas

Velázquez se recrea con la luz, haciendo que sobresalgan las figuras del primer plano y sumerge en la oscuridad aquellas que se alejan de este. El juego de luz y sombra ayuda a crear una ilusión de espacio en el cuadro. La luz que entra por la puerta del fondo y su contraste con la oscuridad del techo y de la pared lateral derecha del espectador da profundidad a la escena.

La paleta es clara, luminosa, con gran riqueza de colores y matices. Utiliza indistintamente una pincelada larga y fluida con otra corta y precisa que le ayuda a perfilar con gran maestría los vestidos de las damas. Es capaz de transmitir con gran realismo texturas tan diferentes como la rigidez de los vestidos, la dureza de la madera o la suavidad del pelaje del perro.

Velázquez desarrolla la técnica de gota sobre mancha, lo que nos permite observar con claridad a cierta distancia algunos detalles. Las formas etéreas de los reyes reflejados en el espejo del fondo las realiza con el pincel mojado con más trementina que pigmentos, acariciando más que pintando la tela. Estos dos elementos (la puerta y el espejo) proporcionan una gran profundidad escénica: la puerta amplía el espacio visual y el espejo refleja algo que quizá está fuera del espacio propiamente pictórico.

Velázquez domina perfectamente la técnica de la perspectiva aérea y plasma la atmósfera existente entre los cuerpos, difuminando sus contornos. El uso de la perspectiva aérea y el contraste entre la luz y la sombra refuerzan la profundidad escénica.

Los personajes en primer plano están situados en dos grupos de tres. En el centro está la Infanta Margarita, hija de los reyes de España, y sus meninas o damas de compañía: María Agustina Sarmiento, a la izquierda de la infanta, es la que ofrece con una reverencia una jarrita de agua sobre un plato de oro, e Isabel de Velasco, situada en el otro lado, que hace una reverencia con una ligera inclinación.

A la derecha del espectador se sitúa otra tríada que se compone de la enana macrocéfala Maribárbola, el enano Nicolasito Pertusato y del mastín que aguanta resignado la patada de este último. Detrás de los personajes del primer rango, hablan medio escondidos en las sombras la dama de honor Marcela de Ulloa y un guardadamas.

En el otro lado encontramos la figura del mismo Velázquez, quien con una mano aguanta un pincel y con la otra la paleta. La cruz roja de Santiago le fue añadida después de su muerte por orden del rey y es un símbolo de su propia entrada a la nobleza, por la cual luchó toda su vida, pero también por la de la pintura.

Un gran lienzo que da la espalda al espectador se levanta delante del artista. ¿Qué está pintando? Este es uno de los enigmas sin resolver de este cuadro.

La imagen de pie y bajo una cortina, de los reyes Felipe IV y de la reina Mariana de Austria, se refleja en el espejo de la pared al fondo de la sala. El hombre que observa desde las escaleras es pariente del pintor. El gesto de su brazo llama la atención del espectador, que de otra manera hubiera podido pasar desapercibido. El punto de fuga del cuadro se concreta en su silueta.

Finalmente, colgadas en la pared, aparecen dos copias de los originales de Rubens (Palas y Aracne) y Jordaens (Apolo y Marsias). Las copias fueron ejecutadas por Juan Bautista del Mazo.

Modelos e Influencias en la Obra de Velázquez

Asimiló rápidamente el arte pictórico del pasado, especialmente la pintura veneciana del siglo XVI (Tiziano) y el naturalismo de Caravaggio, y acabó de configurar su propia técnica y estilo personal aprendiendo de grandes maestros contemporáneos como Rubens. Hizo su aprendizaje artístico con los maestros sevillanos Francisco de Herrera el Viejo y posteriormente Francisco Pacheco.

En cuanto a Las Meninas, tanto la posición en primer plano del mastín como el recurso del espejo en el fondo han sido comparados con la célebre obra de Van Eyck, “El matrimonio Arnolfini”.

En España, Velázquez tendrá también grandes admiradores y seguidores. Goya se inspiró claramente en Las Meninas para pintar su retrato de la familia de Carlos IV. En el siglo XX, su obra fue motivo de reflexión para muchos artistas, entre los cuales destacan Picasso y El Equipo Crónica.

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