Las Meninas de Velázquez: Composición y Significado de una Obra Maestra
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Las Meninas de Velázquez
I. Catalogación de la Obra: Descripción de los Elementos
La obra a describir es una pintura del arte Barroco, realizada con la técnica de óleo sobre lienzo de grandes dimensiones (3,18 x 2,76 m), que se localiza en el Museo del Prado (Madrid).
Elementos Plásticos
En los elementos plásticos, el pintor se recreó con los efectos lumínicos, haciendo que la luz incidiese sobre las figuras en primer plano y sumergiendo en la penumbra a las más alejadas. El juego de luz y sombras ayuda a crear la ilusión de espacio en el cuadro. La luz que entra por la puerta del fondo y su contraste con la oscuridad del techo y de la pared lateral a la derecha del observador dan profundidad a la escena.
La paleta es clara, luminosa y de una gran riqueza de colores y matices. Velázquez utiliza indistintamente una pincelada larga, fluida y visible, con otra corta y precisa, que le ayuda a perfilar con gran maestría los detalles en los vestidos de las infantas. Su inigualable pincel es capaz de transmitir, con gran realismo, texturas tan diferentes como la dureza de la madera, la rigidez de los vestidos de las infantas o la suavidad del pelaje del perro en el que parece que se hundirá el zapato del enano.
También es excepcional la captación de la luz, tanto en los efectos generales como en los detalles. A su vez, Velázquez domina perfectamente la técnica de la perspectiva aérea y plasma la atmósfera existente entre los cuerpos mediante el difuminado de sus contornos que, junto al contraste entre la parte iluminada (centro) y la oscura (paredes y techo), refuerza el sentido de la profundidad escénica. Esta pincelada abocetada acentúa la sensación de realidad (un crítico francés, al contemplar la obra, llegó a decir: “¿dónde está el cuadro?”), de modo que las figuras parecen tener vida.
Composición
La escena se sitúa seguramente en un aposento del Alcázar de Madrid, donde el pintor sevillano tenía su taller.
Los personajes en primer plano están dispuestos en dos grupos de tres. En el central destaca la infanta Margarita, hija de los reyes de España, que está acompañada por sus meninas o damas de compañía: María Agustina Sarmiento, que le ofrece servicialmente un búcaro de agua en un plato de oro, e Isabel de Velasco, que se inclina reverente.
A la derecha del espectador se encuentra la otra tríada, compuesta por la enana Maribárbola, el enano Nicolasito Pertusato, quien da una patada al tranquilo mastín que yace en el suelo. Las anomalías físicas y los colores oscuros de los vestidos de los componentes de este grupo resaltan la belleza y la claridad cromática de los atuendos de los tres. Detrás de los personajes en primer término conversan, medio ocultos en la penumbra, la dama de honor Marcela de Ulloa y un guardadamas.
En el extremo opuesto y detrás de un gran lienzo se erige la figura escrutadora del propio Velázquez, quien con una mano sostiene el pincel y con la otra la paleta. La cruz de Santiago que luce en el pecho fue añadida después de su fallecimiento por orden del rey.
El hombre en los peldaños de la escalera, con la puerta abierta y que descorre las cortinas, es José Nieto, aposentador de la corte, como el mismo Velázquez. El punto de fuga del cuadro se concentra en su silueta. El gesto de su brazo nos lleva a la imagen de los reyes de España, Felipe IV y Mariana de Austria, reflejados en el espejo del fondo de la sala. El vasto espacio comprendido entre las cabezas de los retratados y el techo confiere un efecto aéreo a la composición.
Finalmente, colgados en la pared aparecen representadas dos escenas mitológicas, copiadas respectivamente de Rubens (“Palas y Aracne”) y de Jordans (“Apolo y Marsias”).
La paleta es de una gran riqueza cromática, destacando los matices tonales del blanco y el negro, y su contraste con el rojo de los detalles ornamentales de los vestidos. Los contornos de las figuras se difuminan. Las formas etéreas de los reyes reflejadas en el espejo fueron realizadas con un pincel humedecido con más trementina que pigmento.
Identificación de la Obra, Autor y Localización
Inicialmente, este lienzo constaba en los inventarios de palacio como “El Cuadro de la Familia”. Una vez finalizado, el cuadro fue colgado en el despacho de verano de Felipe IV, un lugar al que sólo el rey tenía acceso y que indica el cariz familiar y privado que tuvo la obra para él.
Temática de la Obra
La temática de la obra ha suscitado numerosas interpretaciones. La más aceptada es la que considera que el lienzo muestra la irrupción de la infanta Margarita y su séquito en el estudio del pintor, ocupado en la elaboración de un retrato de la pareja real, cuya efigie se plasma en el espejo. Sin embargo, según la reconstrucción de perspectivas, el espejo también podría reflejar lo que está pintado en el cuadro, y en este caso habría de preguntarse a quién miran el pintor, la infanta y otros personajes del séquito.
Algunos estudiosos han interpretado la pintura como un alegato del artista sevillano a favor de la nobleza de la pintura, equiparándola a la poesía y, por tanto, considerándola como Arte y no como artesanía. En esta línea se entendería y se justificaría la aparición, a la izquierda del cuadro, del autorretrato del pintor con el pincel y la paleta en sus manos, luciendo la cruz de la Orden de Santiago, conseguida tres años después, en 1659, y que fue mandada pintar por el rey como reconocimiento al artista.
Las Meninas, nombre acuñado por el pintor Madrazo en 1843 (menina es una palabra de origen portugués que significa “dama de honor”), fue pintado en 1656 y es obra de madurez de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (Sevilla, 1599-Madrid, 1660).
Etapas de Velázquez
Considerado uno de los grandes genios de la pintura, Velázquez se formó como aprendiz en el taller del que sería su suegro, Francisco Pacheco. A la edad de 18 años ya era maestro pintor, y posteriormente se trasladaría a Madrid, donde fue nombrado pintor de corte de Felipe IV a la edad de 24 años, hasta su muerte. La obra de Velázquez evolucionó a través de varias etapas.
- De su etapa sevillana destacan “La vieja friendo huevos” o “El aguador”, llenos de gran realismo e intenso plasticismo.
- Entre sus obras posteriores, caben destacar sus espléndidos retratos de los reyes, del Conde-Duque de Olivares, el de Inocencio X, pintado en Italia, y sus cuadros de bufones, llenos de respeto a los retratados.
- En el tema religioso destaca su Cristo crucificado.
- En los temas históricos, “Las Lanzas”, nombre popular de “La rendición de Breda”.
- En los temas mitológicos: “La Fragua de Vulcano”, “Los Borrachos” (“La exaltación de Baco”) y “Las Hilanderas”, su última gran obra.
- Durante su estancia en Italia pinta “La Villa Médicis”, donde la técnica impresionista aparece plenamente formulada.
Velázquez es, sin duda alguna, el artista del barroco español más universal y uno de los grandes genios de toda la Historia del Arte.
Antecedentes y Consecuentes
Velázquez asimiló rápidamente el arte pictórico del pasado –en especial la pintura veneciana del siglo XVI (Tiziano) y el naturalismo de Caravaggio- y aprendió de grandes maestros contemporáneos como Rubens, para acabar creando una técnica y un estilo personales que le llevaron a ser una de las figuras cumbres del arte barroco.
Influencia de Van Eyck
En cuanto al lienzo de “Las Meninas”, tanto la posición en primer plano del perro, como el recurso del espejo reflejando aquello que supuestamente no está en el espacio pictórico, han sido comparados con la célebre obra de Van Eyck, “El Matrimonio Arnolfini”.
Influencia Posterior
En cuanto a la influencia posterior, a partir del siglo XIX su pintura se convirtió en fuente de inspiración de los artistas más progresistas, que destacaron la tremenda modernidad de su técnica. Entre ellos sobresalieron los impresionistas y concretamente Manet, quien calificó a Velázquez como “el pintor de los pintores” (La composición de “El pífano” se inspiraría en “Pablo de Valladolid”). En España, Goya se inspiró en Las Meninas para pintar “La familia de Carlos IV”.
En el siglo XX su obra ha sido motivo de reflexión e interpretación por una serie de artistas, entre los que destacan Francis Bacon, Picasso y el Equipo Crónica. Bacon realizó una serie de cuadros en los que el “Retrato de Inocencio X” es el protagonista. Picasso diseccionó y reinterpretó “Las Meninas” en más de 50 cuadros en los que pintó sus Meninas de forma completa o en detalle, con un estilo cubista.
Por otra parte, dentro de la tendencia del Pop Art, destacan las pinturas y recreaciones escultóricas del Equipo Crónica sacadas del cuadro e individualizadas como objeto artístico.
La admiración que despertó el cuadro de Las Meninas se refleja en los elogios que le dedicó el pintor Luca Giordano, quien lo consideró la “teología de la pintura”, expresión que significaría que de la misma manera que la teología es la ciencia superior, así, esta tela es la pintura superior.