Marxismo Esencial: Materialismo Histórico, Alienación y la Transformación Social

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La Inversión Dialéctica: De Hegel a Marx

Suele señalarse que la filosofía de Marx parte de una cierta “inversión” de la de Hegel. Tanto Marx como Engels asumen de la dialéctica de Hegel la idea de que la realidad histórica está en movimiento y que la ley por la que podemos comprender ese movimiento es la dialéctica. También asumirán los tres momentos de la dialéctica propuestos por Hegel:

  • La idea (tesis)
  • La negación de la idea (antítesis)
  • La síntesis

Eso sí, Marx da más importancia al momento de la contradicción, y no tanto a la síntesis, como hace Hegel. Pero lo importante es que, frente a Hegel, negarán que el espíritu o las ideas sean el motor de la historia y, por ello, uno de los objetivos de su materialismo dialéctico será invertir la dialéctica del espíritu hegeliana. No son las ideas las que determinan la materia, sino que son las condiciones materiales en las que vive el ser humano concreto, y los modos de producción en cada momento, los que determinan las ideas. Las relaciones de producción y sus contradicciones son el verdadero motor de los procesos y cambios históricos. Por eso, al “idealismo” de Hegel se opone el materialismo de Marx y Engels: todo elemento o actividad intelectual están “impregnados” de materia. La naturaleza es previa al espíritu. Así, Marx llega a afirmar en El Capital, que “lo ideal no es más que lo material transferido y traducido en el cerebro humano”.

Este carácter previo de la naturaleza material puede rastrearse, en el mismo siglo XIX, en la teoría de la evolución de Darwin, que se basó en factores materiales para afirmar que toda la naturaleza había evolucionado desde lo más elemental. Darwin “historificó la naturaleza”, mientras que Marx y Engels “materializan la historia”, en el sentido en que su visión materialista de la dialéctica se aplica a la historia, y produce el materialismo histórico, es decir, toda una interpretación de la historia hecha a través de la materia. Desde este punto de vista, también encontramos una antropología opuesta a la de Hegel. Mientras que para Hegel lo que define al ser humano es su actividad espiritual, para Marx se trata de las relaciones con la materia y los otros seres humanos, relaciones cuyo centro indiscutible es el trabajo.

La Alienación del Trabajo en el Capitalismo

Fragmento A: El Problema de la Alienación Económica

El problema filosófico planteado es la relación entre el capitalismo y la alienación del trabajador, con respecto al producto de su trabajo y a su propia actividad. Las tesis sostenidas, junto con sus argumentos, son varias:

  1. Afirma, como un hecho económico, que el obrero es más pobre cuanta más riqueza produce. Esto lo argumenta señalando que el trabajador mismo es una mercancía, puesto que el trabajo no solo produce mercancías propiamente hablando, sino que se produce también a sí mismo y al obrero como mercancía. Pero el trabajador es una mercancía que se abarata en proporción inversa a la riqueza que produce, del mismo modo que el valor que atribuimos a las cosas y a las personas es también inversamente proporcional.
  2. En segundo lugar, define el objeto producido por el trabajo como trabajo fijado en el objeto, objetivación del trabajo o realización del mismo. Sin embargo, argumenta, la realización del trabajo es a la vez desrealización del trabajador, que se ve desposeído del producto de su trabajo; la realidad que produce se le enajena y se convierte en un objeto extraño.
  3. En tercer lugar, sostiene que incluso el trabajo mismo se convierte en un “objeto”, en el sentido de que es algo de lo que se apropia el capital.

En cuanto a situar la problemática en el conjunto de la filosofía del autor, esta se encuadra dentro de la teoría de la alienación, que a su vez surge del análisis del trabajo industrial y la crítica del modo de producción capitalista. Con la expresión subrayada (asumiendo que existía en el texto original) Marx se refiere a la muerte de obreros de la época de la Revolución Industrial, en condiciones inhumanas de privación, pero entendiendo este problema como grado extremo dentro del proceso de desrealización del trabajador, puesto que cuanto más objetos produce, o más trabajo “realiza” para el capitalista, más se empobrece o desrealiza él, de forma inversa.

Fragmento B: El Extrañamiento y la Analogía Religiosa

El problema filosófico planteado es la relación entre el capitalismo y la alienación del trabajador, con respecto al producto de su trabajo y a su propia actividad. Las tesis sostenidas, junto con sus argumentos, son varias:

  1. Afirma que el trabajador se relaciona con el producto de su trabajo como un objeto extraño.
  2. Marx precisa en segundo lugar que este extrañamiento es un proceso: cuanto más se trabaja, más poder se transfiere a ese mundo extraño de las cosas (objetivo) y más se empobrece el propio trabajador y su mundo interior (subjetivo).

Argumenta esto por analogía, comparando este proceso con la alienación religiosa, tal y como la entendía Feuerbach. Es decir, “cuanto más pone el hombre en Dios, tanto menos guarda en sí mismo”, dice, en el sentido de que la alienación de uno mismo sucede cuando olvidamos que la religión es creación nuestra, que a Dios lo han creado los humanos y no a la inversa, con el resultado de que el ser humano se somete a la imagen que él mismo ha creado, del mismo modo que el trabajador se somete al objeto.

Fundamentos del Pensamiento Marxista: De la Alienación a la Revolución

El pensamiento de Karl Marx tiene raíces tanto sociales como filosóficas. Su encuentro con Engels le permitió acercarse a las condiciones de los trabajadores fabriles y a los movimientos obreros, además de influenciarse por los economistas liberales. En el ámbito filosófico, Marx se basó en la inversión materialista de la dialéctica hegeliana.

El materialismo histórico es su forma de interpretar la historia a través de la materia y el trabajo, considerando que transformamos la naturaleza socialmente mediante el trabajo, que es la condición humana fundamental. La historia, entonces, no es la historia del espíritu o de las ideas (como Hegel planteaba), sino la historia material del trabajo. Marx entiende que toda sociedad se divide en dos partes: la infraestructura económica y la superestructura ideológica. La infraestructura está compuesta por las fuerzas productivas y las relaciones de producción, mientras que la superestructura es el conjunto de ideas, valores e imágenes que configuran la conciencia en un momento determinado de la historia. Las ideologías que emergen en esta superestructura representan y encubren los intereses de la clase dominante, que es la que controla su producción. Estas ideologías, según Marx, actúan como "falsa conciencia", al ocultar las contradicciones y desigualdades del sistema de producción.

Una de las principales ideas de Marx es la alienación, que tiene muchas formas, pero la más importante es la alienación económica. Esta proviene de la contradicción entre los intereses de las dos grandes clases sociales: los que poseen los medios de producción (capitalistas) y los que venden su fuerza de trabajo (trabajadores). La alienación se da porque los trabajadores no solo se ven separados de su actividad productiva, sino también del producto de su trabajo, que no les pertenece, sino que es apropiado por el capitalista.

En el modo de producción capitalista, las mercancías tienen un doble valor: valor de uso (para qué sirven) y valor de cambio (lo que se obtiene por ellas). El trabajo tiene un valor de uso (producir mercancías) y un valor de cambio (el salario). Marx argumenta que el capitalista paga solo por el tiempo necesario para reproducir la fuerza de trabajo del trabajador, es decir, el tiempo suficiente para que el trabajador cubra sus necesidades básicas. El resto del tiempo de trabajo, que produce mercancías que el capitalista puede vender, no es remunerado, lo que permite al capitalista obtener la plusvalía, es decir, el valor excedente del trabajo no pagado.

Marx propone que la solución a esta alienación se encuentra en la revolución social, donde los trabajadores, al tomar conciencia de sus intereses, deben organizarse para superar la explotación capitalista. La lucha de clases, entre los capitalistas y los proletarios, se convertirá en el motor de la historia. Marx ve el fin de esta lucha en la creación de una sociedad comunista sin clases, donde se abolirán las divisiones de clase y el Estado desaparecerá.

Este proceso pasaría por dos fases:

  1. La revolución en la que los trabajadores tomen el poder político y colectivicen los medios de producción.
  2. La dictadura del proletariado, en la que los bienes se distribuirán según las necesidades de cada quien.

Finalmente, después de esta fase, se podría abolir el Estado y organizar la sociedad en comunas autogestionadas. Este análisis presenta a Marx como un pensador que busca no solo entender la realidad, sino también transformarla.

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