Marx y Nietzsche: Crítica, Sociedad y Trascendencia

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El Problema del Conocimiento y la Realidad

Marx fue notablemente crítico de la filosofía previa, acusándola de confinarse a la mera interpretación especulativa del mundo. Para él, la labor filosófica debía estar intrínsecamente ligada a la praxis, que comprendía dos fases fundamentales: primero, entender la realidad para determinar su racionalidad; y segundo, en caso de carecer de dicha racionalidad, trabajar para transformarla. Esta reducción se resume en la evaluación de si la realidad se ajusta a los ideales de libertad, igualdad y fraternidad; de no ser así, se pasa a la segunda fase de la praxis.

Desde sus inicios, Marx abogó por la necesidad de que la filosofía se pusiera al servicio del cambio social. Criticó el idealismo hegeliano y a los jóvenes hegelianos en su obra, señalando que la sociedad se había vuelto excesivamente teórica, olvidando el compromiso activo que los filósofos debían tener con ella.

Al igual que Hegel, Marx sostenía que los acontecimientos históricos no suceden por casualidad, sino que obedecen a una lógica interna; sin embargo, Marx añadía que para comprender el sentido de la historia era necesario interpretarla como una evolución dialéctica. Por último, en cuanto a determinar el protagonista último de la historia, Marx rechazó la noción hegeliana del Espíritu, afirmando en su lugar que la historia no es una manifestación de dicho Espíritu, sino el resultado de luchas entre individuos por obtener los recursos básicos para vivir, concepto que él llamó materialismo histórico.

Para Marx, la realidad está construida por dos elementos materiales fundamentales: el ser humano y la naturaleza. Por ende, el materialismo histórico será la lente a través de la cual se estudiará la realidad social y la sociedad.

Problema de la Sociedad

Para Marx, toda sociedad se compone de dos elementos fundamentales: la base económica, que es el modo en que se organiza la producción material, y la superestructura, que abarca el conjunto de leyes y costumbres que surgen de dicha forma de producción.

El cambio en la base económica puede ocurrir cuando surgen una serie de contradicciones que llevan a la sociedad a entrar en crisis. Estas contradicciones se manifiestan en condiciones objetivas, elementos irracionales dentro del sistema de producción, y condiciones subjetivas, que implican la toma de conciencia por parte de un grupo humano sobre las injusticias del sistema vigente. Estas últimas sirven como catalizador para la revolución.

Frente a esta toma de conciencia, la superestructura genera un mecanismo de defensa conocido como ideología, que constituye una falsa conciencia. La ideología consiste en un conjunto de ideas destinadas a justificar y mantener la realidad establecida, llevando a los individuos a formar teorías erróneas sobre sí mismos y sobre el mundo.

Por ende, la tarea de la filosofía será analizar la realidad social concreta, pasando así a estudiar el capitalismo, bajo la premisa de que en este sistema el ser humano no puede desarrollar libremente su praxis, lo que impide llevar una vida digna y feliz. En su obra "El Capital", Marx analiza este sistema económico, que sigue siendo predominante. La característica principal del capitalismo es la propiedad privada de los medios de producción, lo que genera la división en dos clases sociales: la burguesía, propietaria de los medios de producción, y el proletariado, que posee únicamente su fuerza de trabajo.

Para que el capitalismo funcione, es necesario desposeernos de los medios necesarios para la vida. Una vez despojados, solo podemos vender nuestra fuerza de trabajo a cambio de un beneficio, denominado plusvalía, que debe ser lo suficientemente equilibrado para que el obrero se vea obligado a regresar al trabajo al día siguiente.

Marx, en vista de esto, propone la necesidad de superar el capitalismo para poner fin a la sociedad de clases, siendo la revolución la única forma de lograrlo. El protagonista de esta revolución debe ser el proletariado, que debe adquirir una conciencia de clase que le haga comprender su propia alienación y la necesidad de la revolución para emanciparse y superar este sistema.

Marx propone un nuevo sistema llamado comunismo, donde los medios de producción serán de propiedad colectiva. En esta sociedad, no habrá alienación, ya que todos serán libres para desarrollar plenamente su creatividad. El comunismo representa el sistema definitivo donde desaparecen las clases sociales y, por ende, los conflictos entre ellas. Sin embargo, la ausencia de explotación en el comunismo no implica la ausencia de trabajo. Marx garantiza que aquellos que más se esfuercen recibirán una recompensa mayor, mientras que se asegurará la atención de quienes tengan mayores necesidades.

Problema del Ser Humano

Para Marx, la característica distintiva del ser humano frente al resto de los seres vivos radica en su capacidad para transformar la realidad. No estamos simplemente adaptados al mundo, sino que lo modificamos según nuestras necesidades mediante el trabajo, lo que constituye nuestra praxis.

El ser humano es parte del mundo físico, por lo que su perspectiva es monista. Marx sostiene que el ser determina la conciencia, lo que implica que nuestras condiciones materiales de vida moldean nuestra forma de pensar.

La capacidad humana de producir medios de subsistencia a través del trabajo define la esencia del ser humano, ya que mediante este proceso nos desarrollamos y transformamos la naturaleza. Sin embargo, la manera en que se lleva a cabo el trabajo y cómo se organiza la vida en sociedad determina si el trabajo beneficia al individuo o si lo esclaviza. Una sociedad justa sería aquella en la que todos los seres humanos ejercieran esta praxis desarrollando así su racionalidad en condiciones de igualdad.

Marx introduce un nuevo matiz en la comprensión de la libertad. La libertad humana puede entenderse en términos de la capacidad para satisfacer las necesidades básicas. La ideología, como una visión distorsionada del mundo que solo sirve para justificar el dominio de los poderosos, desempeña un papel crucial en este aspecto.

En la sociedad capitalista, la ideología dominante enfatiza la importancia de la libertad, aunque formalmente no exista la esclavitud. Los capitalistas son libres para contratar y los trabajadores son libres para trabajar. Sin embargo, a pesar de esta aparente libertad, los trabajadores se ven obligados a aceptar las condiciones impuestas si desean sobrevivir. La verdadera libertad solo será alcanzada cuando los seres humanos controlen los medios de producción y produzcan bienes capaces de satisfacer las necesidades de todos.

Problema de Dios

Marx reflexiona sobre el tema de Dios a partir de la obra de Feuerbach La esencia del cristianismo. Para Feuerbach el ser humano no es producto de los dioses, sino que los dioses son producto del ser humano. La religión es una invención de los seres humanos, estos crean a Dios convirtiendo luego el proceso al afirmar que es Dios el que crea a los hombres. De esta manera se seleccionan las cualidades humanas poniéndolas en las manos de un ser inventado, al que se considera creador y dador de nuestra existencia, así culminando con el proceso de alienación.

Marx va más allá, con él afirma que la alienación religiosa es un fenómeno derivado de la miseria religiosa, por la que el ser humano intenta compensar su existencia desgraciada. La religión y la creencia en la existencia de un paraíso después de la muerte, desactiva toda posibilidad de lucha contra injusticias del mundo real. De ahí su cita “la religión es el opio del pueblo”. Por lo que las religiones formarían la ideología y la superestructura contribuyendo a perpetuar el sistema económico. La religión es ideología porque justifica y mantiene la irracionalidad de la realidad, así impidiendo tomar conciencia.

Realidad Nietzsche

El pensamiento de Friedrich Nietzsche se caracteriza por una dualidad fundamental: la crítica destructiva a los valores arraigados en la cultura occidental desde la antigua Grecia y la propuesta constructiva de nuevos valores para el futuro. Su crítica se centra en la racionalidad y el dogmatismo de la cultura occidental, que según él, ha llevado a la decadencia al oponerse a la vida y a lo instintivo. Identifica esta oposición en pensadores como Platón, la religión cristiana y la moral occidental, interpretándolos como síntomas de decadencia.

Nietzsche rechaza el dualismo ontológico presente en la filosofía occidental, especialmente en la concepción platónica de un mundo sensible e imperfecto versus un mundo inteligible y perfecto. Argumenta que esta división infravalora la realidad sensible debido a su mutabilidad, mientras que la razón humana opera con categorías inmutables. Sin embargo, esta perspectiva dualista no demuestra la "imperfección" del mundo sensible, sino la limitación de la razón para comprenderlo. Nietzsche cuestiona si la razón es la única vía para conocer el mundo, sugiriendo la posibilidad de acceder al conocimiento de forma no racional.

Además, Nietzsche desacredita el mundo suprasensible, como las ideas platónicas o la concepción cristiana de Dios, como ilusiones construidas como negaciones del mundo sensible, que es la única realidad para nosotros. Considera que recurrir a un mundo suprasensible es una reacción anti-vital, una negación de la vida, y una expresión de resentimiento hacia ella. Acusa a la moral platónico-cristiana de ser antinatural al ir en contra de los instintos vitales del ser humano, imponiendo un rechazo constante de la naturaleza y la vida en favor de una ilusión generada por el resentimiento hacia ella.

Por otro lado, Nietzsche propone una filosofía vitalista que valora la vida del individuo en su plenitud. Esta filosofía se basa en la aceptación de la vida tal como es, con todas sus experiencias, tanto dolorosas como placenteras. Introduce la dualidad entre lo apolíneo y lo dionisiaco, donde lo apolíneo representa la razón y la armonía, mientras que lo dionisiaco encarna la pasión y la intensidad vital. Nietzsche aboga por la aceptación de la vida con todas sus facetas, incluyendo el dolor y la destrucción, en lugar de rechazarla por su imperfección.

En resumen, Nietzsche critica la metafísica occidental por su rechazo hacia lo vital y propone una filosofía vitalista que abraza la vida en su totalidad, desafiando las concepciones tradicionales y buscando una revalorización de la existencia individual en toda su complejidad.

La Crítica al Conocimiento en Nietzsche

La crítica nietzscheana al conocimiento desafía las concepciones tradicionales arraigadas en la metafísica platónico-cristiana y en la ciencia positivista. En lugar de aceptar una verdad inmutable y universal, Nietzsche propone un enfoque más dinámico y perspectivista, en sintonía con la naturaleza cambiante del mundo y la experiencia humana.

La tradición platónico-cristiana ha caracterizado el conocimiento como la búsqueda de una realidad permanente detrás de las apariencias transitorias. Esta visión, a la que Nietzsche se refiere como "voluntad de verdad", ha separado el mundo en dos esferas: el mundo sensible y el mundo inteligible. Mientras que el mundo sensible es percibido por los sentidos y es considerado cambiante y engañoso, el mundo inteligible es eterno e inmutable, representando la verdadera realidad. Según esta concepción, el conocimiento genuino se obtiene a través de la razón, que unifica y otorga significado a las percepciones sensoriales mediante el uso de conceptos.

Sin embargo, Nietzsche cuestiona la capacidad de los conceptos para captar la realidad tal como es. Aunque los conceptos son útiles para organizar y comprender el mundo, su naturaleza abstracta los aleja de la singularidad y concreción de la realidad. En lugar de representar fielmente la realidad, los conceptos funcionan como metáforas que simplifican y generalizan, ignorando la multiplicidad y el cambio inherentes a la experiencia humana.

El lenguaje, como expresión del pensamiento, también contribuye al engaño metafísico al falsificar el valor de las palabras y su significado. Al codificar el conocimiento en términos conceptuales, el lenguaje refuerza la ilusión de una verdad objetiva y absoluta, alejando aún más a los individuos de la realidad en su complejidad y singularidad.

En el ámbito científico, Nietzsche critica el positivismo que busca expresar las leyes de la naturaleza a través de fórmulas matemáticas. Aunque la ciencia se presenta como una forma rigurosa y objetiva de conocimiento, Nietzsche la ve como otra manifestación del deseo humano de imponer orden y regularidad en un mundo caótico y cambiante. La ciencia, según Nietzsche, no ofrece una interpretación verdadera de la realidad, sino que nace de la repugnancia del intelecto ante el caos del mundo exterior y el interior.

Nietzsche no niega la utilidad de la ciencia ni de los conceptos en la vida cotidiana, pero advierte sobre la tendencia a considerarlos como medios para acceder a una realidad superior y más auténtica. En cambio, propone una nueva forma de conocimiento más acorde con la naturaleza mutante del mundo y la experiencia humana. Esta perspectiva implica una valoración de la intuición y el arte como formas más directas y genuinas de conocer la realidad, ya que captan su complejidad e individualidad de manera más inmediata que la razón conceptual.

El perspectivismo gnoseológico de Nietzsche sostiene que no existe una única verdad absoluta, sino múltiples interpretaciones que dependen del punto de vista del observador. Esta idea subraya la naturaleza subjetiva y contextual del conocimiento humano, que está influenciado por factores como la cultura, la historia y las experiencias individuales. Desde esta perspectiva, la verdad se convierte en un constructo relativo y contingente, en lugar de una entidad objetiva y universal. CONOCIMIENTO

La Crítica de Nietzsche al Cristianismo y la Muerte de Dios

El filósofo Friedrich Nietzsche plantea una crítica profunda al cristianismo, al equipararlo con el platonismo para el pueblo, una concepción que divide la realidad en dos esferas radicalmente opuestas: la terrenal y la divina. En esta visión, la vida terrenal es menospreciada en comparación con una vida ultraterrena, lo que resulta en un rechazo de la existencia terrenal y en una aspiración hacia una realidad superior representada por Dios en el cielo. Esta concepción dualista lleva a una depreciación de la vida terrenal y a una búsqueda constante de la salvación eterna mediante la renuncia y el dominio de los instintos y pasiones.

Para Nietzsche, la muerte de Dios es una consecuencia natural de esta dinámica. Argumenta que el hombre, al racionalizar y cuestionar la existencia de Dios, ha contribuido gradualmente a su propia desaparición. Esta muerte de Dios implica un derrumbamiento de los valores tradicionales y una crisis de sentido en la sociedad occidental, lo que conduce al nihilismo, una sensación de vacío y ausencia de valores.

Sin embargo, Nietzsche no ve el nihilismo únicamente como una fuerza destructiva, sino también como una oportunidad para la creación de nuevos valores. Reconoce una dimensión positiva en el nihilismo, que consiste en la destrucción de las antiguas creencias y en la liberación del individuo para emprender un nuevo rumbo vital. Esta fase de negación y destrucción es crucial para el surgimiento de algo nuevo y vital.

En su propuesta, Nietzsche introduce el concepto del superhombre, un individuo capaz de crear y adoptar nuevos valores. Este superhombre no está limitado por las convenciones morales y religiosas del pasado, sino que se basa en su propia voluntad y creatividad para establecer nuevos estándares de vida. Inspirado en el problema del ser humano y la moral, el superhombre se convierte en un creador de significado y en un líder que desafía las normas establecidas.

En resumen, Nietzsche critica el cristianismo por su desprecio hacia la vida terrenal y su división dualista de la realidad. La muerte de Dios y el consiguiente nihilismo plantean un desafío, pero también una oportunidad para la creación de nuevos valores. En este contexto, el superhombre emerge como un agente de cambio, capaz de redefinir el sentido de la existencia humana y de liberar al individuo de las cadenas del pasado.

DIOS

La Crítica de Nietzsche a la Moral y la Transvaloración de Valores

La crítica de Nietzsche a la moral cristiana occidental se profundiza en su obra "La genealogía de la moral", donde explora los orígenes y la influencia de los valores morales en la cultura europea. Identifica dos tipos de moral: la de los esclavos y la de los señores. La moral de los esclavos, derivada del judaísmo y perpetuada por el cristianismo, invierte los valores al enaltecer el sufrimiento, la humildad y la resignación, promoviendo así la mediocridad. En contraste, la moral de los señores, asociada al concepto del superhombre, celebra la fuerza, la independencia y la afirmación de la vida.

Para Nietzsche, esta inversión de valores es resultado de una rebelión de los esclavos contra sus opresores. Propone una transvaloración de valores, una ruptura radical con los principios morales establecidos, para abrir paso a una nueva moral basada en la figura del superhombre y la voluntad de poder. El superhombre representa la realización máxima del individuo, liberado de las limitaciones impuestas por la moral cristiana y capaz de crear sus propios valores desde la libertad y la creatividad.

Nietzsche describe tres etapas en el camino hacia el superhombre: el camello, que carga con los valores impuestos por la sociedad; el león, que los desafía y destruye en un acto de rebelión; y el niño, que crea nuevos valores desde la inocencia y la autenticidad. Este proceso de transvaloración implica una confrontación con las normas y creencias establecidas, seguida de una liberación de las mismas para dar paso a la creación de valores propios.

La voluntad de poder juega un papel central en esta transformación. Es el impulso vital que busca la dominación y la creación, en oposición a la voluntad de igualdad, que busca nivelar las diferencias y reducir todo lo excepcional a lo común. Nietzsche enfatiza la importancia de la voluntad de poder como motor de cambio y creación de nuevos valores auténticos y significativos.

Además, Nietzsche introduce el concepto del eterno retorno, que desafía la noción de progreso lineal y enfatiza la importancia de vivir cada momento con intensidad y autenticidad, como si se repitiese infinitamente.

En resumen, la propuesta de Nietzsche implica una ruptura radical con la moral cristiana occidental y la creación de una nueva moral basada en el superhombre, la voluntad de poder y la transvaloración de valores. Esta nueva moral busca liberar al individuo de las restricciones morales y sociales, promoviendo la afirmación de la vida y la creación de valores auténticos y significativos desde la libertad y la creatividad.

MORAL

Los Ideales Humanos Post-Muerte de Dios según Nietzsche

La muerte de Dios, según Nietzsche, tiene repercusiones profundas en la humanidad, dejando un vacío en términos de valores y significado. Esta ausencia de un referente divino desafía la moral tradicional y plantea interrogantes sobre el propósito y la dirección de la vida humana. En respuesta a esta crisis, Nietzsche propone tres versiones del ideal humano como posibles caminos hacia una nueva forma de existencia.

Primero, está el ideal estético, que busca la armonía entre lo dionisíaco y lo apolíneo. Este ideal promueve la belleza y la creación artística como medios para alcanzar un estado de plenitud y trascendencia. Sin embargo, esta búsqueda de belleza puede ser percibida como un intento de escapar de la realidad en lugar de enfrentarla de manera directa.

Segundo, encontramos el ideal científico, que busca la sabiduría y el conocimiento sin prejuicios. Aquí, el individuo se esfuerza por comprender la realidad tal como es, sin imponerle ningún significado o propósito preconcebido. Sin embargo, este enfoque puede llevar a una visión nihilista del mundo, donde se percibe la vida como carente de significado o valor intrínseco.

Finalmente, está el concepto del superhombre, que representa la superación del ser humano. Este ideal sugiere que el individuo puede trascender las limitaciones de la condición humana y alcanzar un estado de plenitud y poder. Para llegar a ser superhombre, uno debe atravesar tres fases: el camello, que carga con las cargas impuestas por la sociedad; el león, que se rebela contra estas cargas y las destruye; y el niño, que crea sus propios valores desde la inocencia y la autenticidad.

El superhombre emerge como una figura liberada de las restricciones morales y sociales, capaz de vivir la vida de manera plena y creativa. Se opone a los preceptos morales convencionales y basa su conciencia en la naturaleza misma. Además, Nietzsche introduce el concepto del eterno retorno, que sugiere que todos los acontecimientos se repetirán infinitamente en un ciclo interminable. Esta idea desafía la noción tradicional de progreso lineal y promueve una aceptación radical del devenir como eterna repetición.

En resumen, la muerte de Dios plantea desafíos existenciales profundos, pero también abre la puerta a nuevas posibilidades de autoafirmación y superación. Las diferentes versiones del ideal humano ofrecen caminos diversos hacia la realización personal y la búsqueda de sentido en un mundo sin dioses.

SER HUMANO

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