Marx y Mill: Filosofía Política Comparada

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Expón la filosofía política de Karl Marx

Marx se inscribe dentro de los movimientos del siglo XIX (socialistas y anarquistas) que surgen en defensa de la igualdad frente al liberalismo, que ensalzaba la libertad. En Marx, la teoría del hombre, la teoría de la sociedad y la teoría política son inseparables.

Marx entendía al hombre como un ser natural, material, con necesidades que satisfacer en sociedad a través del trabajo. El trabajo es la acción propiamente humana, con la que transforma la naturaleza y se realiza a sí mismo. El problema de la sociedad capitalista es que el trabajador no se realiza trabajando; al contrario: es tratado como una mercancía más que el propietario capitalista compra y vende para producir aquello que le interesa con el fin de acumular capital.

Es por ello que el hombre, en esta sociedad, está alienado, enajenado, explotado: no solo recibe un salario miserable por su trabajo, sino que, además, su trabajo no le realiza ni humaniza. Esta alienación económica da lugar a otras en lo social, jurídico-político, religioso y filosófico a modo de ideologías que justifican dicha explotación: las leyes y el Estado, la religión y la filosofía, el arte y la cultura en general, en la sociedad capitalista, están al servicio de los propietarios empresarios para su enriquecimiento a costa del trabajador/obrero/proletario.


Expón la filosofía política de John Stuart Mill

Educado en el empirismo y el utilitarismo, su teoría política y su ejercicio como diputado en el Parlamento están determinados por esos principios.

Su ideal político es el desarrollo del individuo apoyándose en su libertad, ya que es el fundamento de la felicidad humana y del progreso individual y social. Ahora bien, el principio de utilidad exige que el sujeto que actúa busque no solo su propio bien (su beneficio, su placer, su felicidad), sino el de la humanidad. Cuantos más individuos se desarrollen en esta línea, más respeto habrá por los demás y mejor organización social tendremos. Por tanto, bueno [tanto desde el punto de vista moral como político] es aquello que proporciona el mayor bien y la mayor felicidad para todos, por lo que hay que desarrollar en la práctica social el sentimiento moral de preocupación por los demás, que es lo que conduce al altruismo y la vida moral.

En esta línea, la mejor forma de gobierno es la que va acompañada del mayor número de consecuencias beneficiosas, inmediatas y factibles para la comunidad. Esto se consigue en los Estados democráticos, mejor mediante democracia directa y, si no es posible, mediante la representativa. Ahora bien, la “voluntad del pueblo” significa “la voluntad de la porción más numerosa del pueblo”, la voluntad de la mayoría, que, aunque identifique lo beneficioso para ellos mismos con lo beneficioso para la comunidad, tiene que respetar a las minorías, su libertad y dignidad.

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