El Martirio de San Mauricio: Obra Maestra Manierista del Greco
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La Devoción de la Legión Tebana
En el cuadro que nos ocupa, se narra el martirio del general romano Mauricio y de toda su legión por negarse a participar en los sacrificios de los dioses paganos.
Composición Innovadora y Simbolismo Espiritual
Es la articulación del cuadro, original, novedosa y compleja, la que le otorga al lienzo un especial atractivo. En primer plano, dispone El Greco a los generales romanos discutiendo sobre el trance en que se hallan. Pero lo hacen como envueltos en una atmósfera sobrenatural, donde los gestos y las actitudes sólo denotan una postura de aceptación mística.
En segundo plano y en una curiosa perspectiva serpentinata, se coloca a todos los miembros de la Legión Tebana, algunos ya decapitados y otros esperando a serlo, en una visión sincrónica en la que no hay evolución cronológica, sino que se confunden pasado y futuro en una negación de la dimensión del tiempo que refuerza el sentido sobrenatural, idealizado, místico, no terrenal, en el que El Greco desenvuelve la escena.
Fusión de lo Terrenal y lo Celestial
Como en otros tantos cuadros suyos, toda esta visión de nivel de tierra que acabamos de describir, se funde a la perfección con un nivel de gloria en el que flotan nubes y ángeles que esperan gozosos a los futuros mártires con palmas en las manos, dispuestos, cómo no, en violentos escorzos, que permiten esa perfecta correlación entre ambos niveles.
Características Manieristas y la Espiritualidad Idealizada
En cualquier caso, el nivel de tierra de esta obra es menos real que en otras ocasiones, precisamente porque está ya imbuido, como hemos indicado, de un marcado sentido espiritual e idealizado: véase en este sentido la deformación de los personajes; la gracilidad de los gestos; la estilización de los cuerpos, y la luz blanquecina que irradia de ellos mismos, como llamas que se elevan, en una perfecta simbolización de su profunda espiritualidad, del convencimiento de su fe y de la visión mística del martirio. Todos ellos, por otra parte, rasgos característicos de la pintura manierista.
Colorido Frío y la Danza de las Figuras
A ello también podríamos añadir sus colores fríos y las posturas danzarinas de los generales de primer plano, perfectamente interrelacionados entre sí, no sólo a través de su expresión gestual, sino, sobre todo, del ritmo sutil y ágil que aportan las líneas de los brazos, manos e incluso dedos de todos ellos, verdadero prodigio de delicadeza formal y de perfección compositiva.
El Encargo de Felipe II y la Oportunidad Perdida
El cuadro, como decíamos, fue encargo del rey Felipe II, y constituyó la oportunidad perdida de El Greco de acceder como pintor a la Corte del rey, porque lo cierto es que la obra, así concebida, no gustó al monarca: en el tema no destacaba en primer término el martirio, sino que, en un rasgo muy manierista, éste quedaba en segundo plano, destacándose la faceta puramente espiritual del acontecimiento. Tampoco agradaron los colores, excesivamente fríos, ni los resabios manieristas porque en sí mismos son heterodoxos. Por todo ello, y porque la propia personalidad de El Greco se opuso a aceptar cualquier rectificación proveniente de nadie que no fuera él, el rey desistió de realizarle nuevos encargos, quedando así el pintor al margen de la Corte.