Maravillas Barrocas de Madrid y Santiago: Hospicio y Fachada del Obradoiro
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Real Hospicio del Ave María y San Fernando
El Real Hospicio del Ave María y San Fernando se encuentra en Madrid. Su autor es Pedro de Ribera (1721-1726). Es de estilo barroco y el material utilizado fue el ladrillo y la piedra.
Pedro de Ribera concibió la portada del hospicio como un retablo de piedra arenisca de gran efecto escenográfico. Para ello se sirvió de pilastras en forma de estípite y guirnaldas vegetales como marco de la obra, y situó a su alrededor una simulación de cortinajes pétreos, rocallas, flores y lazos que producen magníficos efectos de claroscuro y de juego de volúmenes.
La portada está constituida por dos cuerpos separados por una cornisa. En el cuerpo inferior se representa el escudo real de Felipe V con el Toisón de Oro, y, sobre él, la representación de la Coronación de la Virgen con el niño rodeada de ángeles.
El cuerpo superior se compone de una hornacina que acoge un grupo escultórico realizado por Villabrille y Ron presidido por la figura de San Fernando. La obra culmina con un frontón triangular acogido por molduras y elementos vegetales.
La portada-retablo se sitúa en la fachada del Real Hospicio como un cuerpo de gran sentido ascensional que rompe con la cornisa y la tendencia horizontal del edificio, acentuando a su vez el gran contraste entre la piedra y el ladrillo y la profusión ornamental de la portada, en relación con la sencillez de líneas del resto de la fachada.
El hospicio se encuentra en la Calle de Fuencarral, en el centro de la ciudad. Está situado junto al palacio del Conde de Aranda y a los antiguos almacenes de hielo de Madrid, llamados Pozos de la Nieve.
Esta obra representa la exaltación de la nueva corte borbónica como protectora de los desfavorecidos, debido al carácter asistencial y benéfico del edificio.
El Hospicio, construido en 1674 en unas casas situadas en el centro de Madrid, se dedicó al recogimiento y amparo de los mendigos de la ciudad. En 1721 fue derribada esta edificación para levantar el edificio definitivo de Ribera. A través de las esculturas de la Coronación de la Virgen y del rey Fernando III el Santo, se resalta la institución religiosa que lo fundó, la Hermandad del Ave María y San Fernando.
En 1922 el edificio deja de realizar las funciones de hospicio y en 1929 se reutiliza como museo municipal de la historia de Madrid.
La exuberancia decorativa y la recargada plasticidad de su obra presentan una gran influencia de Churriguera.
Fachada del Obradoiro
La Fachada del Obradoiro se encuentra en Santiago de Compostela. Su autor es Fernando de Casas Novoa (1738-1747). Es de estilo barroco y los materiales utilizados fueron el granito y el vidrio.
Esta fachada-retablo se concibió como un telón ornamental para proteger el Pórtico románico de la Gloria, que se encuentra en la puerta Oeste de la catedral compostelana.
Para ello, Casas Novoa planteó una portada de granito articulada en tres calles, con un claro dinamismo ascensional y con amplios ventanales que aligeran el conjunto y que proporcionan la luz suficiente como para apreciar las tallas del pórtico y las naves de la iglesia románica.
El cuerpo central de la portada se eleva un poco más que el resto. Culmina con una hornacina que contiene el grupo escultórico formado por el Apóstol Santiago y dos reyes a sus pies que simbolizan la monarquía española. En la base de la hornacina podemos observar la tumba del apóstol en relieve.
La realización de la Fachada del Obradoiro culminó la remodelación urbanística que se iba llevando a cabo en la Plaza del Obradoiro desde el S.XVI con la construcción del Hospital Real y del nuevo claustro de la Catedral.
Su nombre se debe a la prolongada presencia que, en la plaza que hace frente a la Catedral, tuvieron los talleres de canteros que trabajaron en la remodelación barroca impulsada por el canónigo y arquitecto José de Vega y Verdugo en 1658, quien propuso sobreponer un cuerpo barroco en toda la extensión visible del edificio, que acogiera al peregrino a la vez que planteaba enriquecer el interior con un gran baldaquino sobre la tumba del apóstol.
La fachada-retablo demuestra la influencia que los grabados sobre las arquitecturas efímeras ejercieron en las artistas barrocos coetáneos. El repertorio ornamental del conjunto también es un ejemplo de la influencia que los tratados manieristas flamencos y nórdicos ejercieron en el empleo de bloques prismáticos, cornisas con volutas y esferas como puntos de apoyo.