El Manifiesto de los Persas: Reacción al Liberalismo y Restauración del Absolutismo en España
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El Manifiesto de los Persas
Clasificación del texto
El texto se trata de un fragmento del documento conocido como el Manifiesto de los Persas. Es un texto de naturaleza política circunstancial colectivo, que fue redactado y firmado por 69 diputados de las Cortes de Cádiz (serviles) de ideología absolutista. Se trata de un documento de fuente primaria donde queda reflejado, por primera vez en la historia de España, el pensamiento de un grupo ideológico. En general representaban a la alta nobleza (interesada en recuperar poder político), a la mayor parte de la Iglesia y, en cierto modo, también a gran parte de las clases populares. El manifiesto se dirigió a Fernando VII (V.M.), por lo tanto, es privado. Los “serviles” no comulgaban con las medidas adoptadas por las propias Cortes de Cádiz ni con la Constitución de 1812, de ideología liberal; pero tampoco estaban de acuerdo con el Despotismo Ilustrado (siglo XVIII). Estos solicitaban la vuelta del “pactismo” de las Cortes, al estilo tradicional, con el monarca, vigente durante el reinado de los Austrias, y la situación de partida de 1808. Fernando VII recibió la adhesión de los grupos más inmovilistas para recuperar las instituciones del Antiguo Régimen y abolir la Constitución, siendo su finalidad restaurar el absolutismo. De esta manera, El manifiesto supone un movimiento reaccionario a la crisis del Antiguo Régimen, posicionándose contra del gobierno liberal vigente en España, así como contra las medidas adoptadas por las cortes gaditanas y la Constitución de 1812.
Contexto histórico
Tras la firma del Tratado de Valençay (1813), Fernando VII vuelve a España recibido con entusiasmo. El monarca pronto manifestó cuáles eran sus intenciones respecto a los cambios acaecidos en el país en su ausencia. La firma del Tratado de Valençay permitió también dar por finalizada la Guerra de la Independencia (1808-1813). El regreso de Fernando VII planteó el problema de integrar al monarca en el nuevo sistema político definido por las Cortes de Cádiz en la constitución de 1812. El Rey había abandonado el país como un monarca absoluto y debía volver como uno constitucional. Por otra parte, la burguesía liberal y las clases medias, las cuales eran minoritarias, veían el regreso de Fernando VII como la oportunidad de contar con un rey constitucional por primera vez en la historia de España. Sin embargo, los liberales de las Cortes, que no aceptaron el Tratado de Valençay, dudaron de la buena voluntad de Fernando VII de aceptar el nuevo sistema político liberal e hicieron todo lo posible para que volviera directamente a Madrid para jurar la constitución gaditana, para poder ser reconocido como rey. Fernando VII trató de retrasar su viaje a Madrid, donde sería presionado a jurar la Constitución, lo máximo posible al tiempo que realizaba un periplo por España para conocer los apoyos con los que contaba para restaurar el absolutismo. Aunque finalmente fue obligado a acudir a Madrid.
Frente a los liberales los absolutistas, encabezados por la nobleza y el clero, que habían visto como desaparecían sus derechos y privilegios, y que sentían un gran resentimiento por los sectores liberales, cuyo triunfo se sintetizaba en la proclamación de la constitución de 1812, sabían que la vuelta del Rey era su oportunidad para volver al Antiguo Régimen. Así, se organizaron para mostrarle su apoyo incondicional y que este restaurase el absolutismo. Cuatro días después de su regreso a España (12 de abril de 1814), le fue entregado el denominado Manifiesto de los Persas a Fernando VII en Valencia. Desde ese momento, el movimiento reaccionario a la crisis del Antiguo Régimen y el gobierno liberal, contó con el apoyo del ejército dirigido por el general Elío, autor de un pronunciamiento a favor del absolutismo en Valencia, y el apoyo de la iglesia, que se veía perjudicada por las desamortizaciones y el fin de los privilegios estamentales. Respaldado por estos, Fernando VII elaboró el Decreto el 4 de mayo, que declaraba “nulas y de ningún valor y efecto” la Constitución y la demás legislación aprobada en su ausencia, lo que suponía la reinstauración del Antiguo Régimen. La escasa resistencia de los liberales, debido a sus escasos simpatizantes, hizo que Fernando VII, conocido como “el deseado”, llegase a Madrid aclamado por las masas populares durante una marcha triunfal, y empezase un gobierno absolutista que hacía volver al punto de partida previo a la Guerra de Independencia (1808-1814). Con la disolución de las Cortes, la restauración de los mayorazgos y los señoríos jurisdiccionales, además de una dura represión contra afrancesados y liberales, que fueron reducidos a la clandestinidad.
Análisis del texto
El manifiesto de los persas constituye un movimiento reaccionario a las ideas liberales, así como una justificación ideológica de la monarquía absoluta y los principios que regían al Antiguo Régimen, en sus instituciones y religiosamente. En el texto localizamos dos partes diferenciadas, que tratan; en la primera, se presenta como la monarquía absoluta como el mejor sistema de gobierno, justificándose a partir del derecho divino; y en la segunda, se formulan peticiones de los serviles a Fernando VII, como la derogación de la constitución de 1812 y la reimplantación del absolutismo.
En el primer párrafo, los autores consideran que los seis años de la Guerra de Independencia (1808-1814), en ausencia de Fernando VII, han sido un periodo de anarquía similar a la tradición de los antiguos persas tras la muerte de su rey, La idea principal del texto es la necesidad del absolutismo como sistema de gobierno óptimo, que acabase con la anarquía y desorden público para lograr la estabilidad del estado, justificando este poder con distintas ideas secundarias como la ilegitimidad de las Cortes y la Constitución, así como la constatación del liberalismo como contrario a los intereses estatales. El absolutismo se justificaba en las teorías de Hobbes, que lo consideraban “un mal necesario”, obra de la razón humana, que nos libra del estado natural de guerra entre semejantes mediante un contrato social que nos quita de esa naturaleza violenta para someternos a un poder, el monarca, encargado de mantener la paz.
De esta manera, los diputados absolutistas, autoproclamados representantes de España por encima de las Cortes, a las cuales no consideraban legítimas, presentan distintos fundamentos para la reinstauración del absolutismo, provenientes tanto, desde puntos de vista racionales, como de origen divino y cuya finalidad es la justificación de la monarquía absoluta y El Antiguo Régimen. En segundo lugar, exponen la postura de los firmantes en contra de la igualdad aludiendo que los gobiernos que tienen como principios la igualdad política de sus ciudadanos (soberanía nacional), están destinados a sucumbir, además apoyaron la sociedad estamental. Por último, exponen la esencia del pensamiento absolutista, justificando este tipo de régimen como el único capaz de evitar los conflictos internos y garantizar así la armonía de todos los que forman la sociedad, y el ejercicio de un poder real sin instituciones que lo limiten. Fundamentado la monarquía a la vez en la voluntad divina y en una necesidad humana, que no puede estar sujeta al control del pueblo ni a ninguna ley. Además, justifica el poder absoluto del monarca como algo natural a la esencia humana, pues desde tiempos antiguos han aceptado el derecho de conquista y la sumisión voluntaria del pueblo a los reyes (Hobbes), de manera que estos han guiado a los pueblos en su ignorancia y su incapacidad para distinguir en aquello que les convenía (despotismo ilustrado). En resumen, en esta primera parte los serviles trataron de mostrar su apoyo al rey basándose en la legitimidad del Absolutismo, y la inestabilidad del liberalismo y la Constitución.
En la segunda parte, los serviles formulaban sus distintas solicitudes al monarca, como la anulación de la Constitución de 1812, aprobada en su ausencia y sin su consentimiento. Además, aunque anteriormente Fernando VII ya había aprobado la reunión de las Cortes en su forma tradicional, y no como asamblea constituyente, en el último párrafo se solicitó también la convocatoria de Cortes Estamentales (tradicionales). De esta forma lo que se busca es retomar el viejo modelo de monarquía autoritaria típica de los Austrias (desaparecido tras la llegada de los Borbones) en donde los grupos privilegiados se reservaban una parte del poder a través de las Cortes, como votar los impuestos. Sin embargo, Fernando VII no pudo contentar a todos los serviles pues, aunque restauro el absolutismo y el Antiguo Régimen, nunca convocó de forma voluntaria las Cortes durante su reinado. Aunque se vio forzado a hacer una nueva convocatoria de cortes ante las circunstancias extraordinarias durante el trienio liberal (1820-1823).
Conclusión
Para concluir, el Manifiesto de los Persas fue de gran importancia para la restauración del régimen absolutista en España con Fernando VII en el trono, provocando un nuevo conflicto ideológico entre liberales y absolutistas, y una ruptura definitiva entre estos grupos políticos. El Decreto del 4 de mayo de 1814 derogó la labor legislativa de las Cortes y la Constitución de 1812, proclamando el absolutismo en España. Esta “victoria” absolutista vino unida a una dura represión a los liberales y la restauración de entre otros: la sociedad estamental, la monarquía absoluta, los gremios, la Inquisición, los señoríos jurisdiccionales...
El regreso del absolutismo se enmarcaba en la corriente europea dominante tras la derrota de Napoleón, reflejada en el Congreso de Viena (1815). El inexistente apoyo a los liberales de las clases superiores y populares, donde cabe destacar la ignorancia popular cuya fuente principal de información eran los párrocos poco afines al liberalismo, les forzó a recurrir a la violencia para poder acceder al poder, de lo que no fueron capaces fruto de su debilidad gubernamental y la circunstancia de las colonias americanas, casi independizadas de España, dando lugar a numerosos pronunciamientos militares. El gobierno liberal había fracasado debido al escaso apoyo social con que contaba y la aversión de los sectores sociales más poderosos (nobleza y clero).
Sin embargo, Años más tarde, el pronunciamiento del coronel Riego (Cabezas de San Juan, Sevilla) en 1820, permitió a los liberales acceder nuevamente al poder y restaurar la Constitución de 1812, durando hasta el 1823 con la finalización del Trienio Liberal (1820-1823) por la intervención del ejército francés de “los Cien mil hijos de San Luís” mandado por la Santa Alianza. Tras esto, se volvió al absolutismo durante la Década Ominosa (1823-1833) cuando, ante el fracaso del absolutismo para sacar a España de la crisis, se puso en marcha una nueva política consistente en un pacto entre los liberales moderados (López Ballesteros) y Fernando VII. El liberalismo, sin embargo, no se instalaría definitivamente en España hasta la I Guerra Carlista en 1833, donde se enfrentaron partidarios del absolutismo y el liberalismo.