Manejo de la Hemorragia Aguda: Mecanismos Defensivos, Shock y Cuidados Esenciales

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Mecanismos Defensivos del Organismo ante la Hemorragia

El organismo, ante una pérdida significativa de sangre, activa los siguientes mecanismos defensivos:

  1. Hemostasia espontánea, debida a:
    • Irritación de la íntima vascular, que origina un reflejo vasoespástico local en el punto de la lesión.
    • Hipotensión y lentitud de la circulación durante la lipotimia en la anemia aguda, lo que favorece la coagulación sanguínea y la formación de trombos.
  2. Vasoconstricción generalizada: En la anemia aguda, el individuo presenta palidez y frialdad debido a la contracción de las arterias y capilares. Su palidez es blanca y carece del tinte cianótico característico del shock, donde solo se pierde plasma y los hematíes, con su hemoglobina no oxigenada, se conservan, lo que determina el matiz azulado.
  3. Cierre del circuito renal: El flujo sanguíneo del riñón alcanza casi la mitad del gasto cardíaco. Al reducir el flujo renal, se favorece el flujo hacia otros órganos vitales.
  4. Vaciamiento de los órganos de depósito: Hígado, bazo, etc., que al contraerse ejercen una verdadera autotransfusión.
  5. Aflujo de líquido: Desde los tejidos a la sangre, aumentando el volumen sanguíneo. Por ello, se comprende que la sangre de un individuo con hemorragia aguda se encuentre diluida, a pesar de la pérdida de sangre íntegra.

Shock Post-Hemorrágico

A diferencia del síncope colapsante, el shock hemorrágico se instala de forma progresiva y rápida, aunque no de manera súbita, y se presenta tras un periodo de latencia de varias horas. Se trata de un individuo que ha experimentado un síncope hemodinámico y se ha recuperado mediante posición de Trendelenburg o inyección de suero fisiológico (SF). Existe, pues, palidez, frialdad, taquicardia y taquipnea, signos a los que a menudo no se les da importancia, pues se consideran residuos del síncope, y a veces remiten. Sin embargo, en otros casos, estos signos se acentúan progresivamente y en pocas horas se instala un cuadro de shock.

Manifestaciones Clínicas de la Hemorragia

El conjunto de signos y síntomas que presenta un paciente como consecuencia de la pérdida hemática dependerá del volumen de sangre extravasado y de la rapidez con que se produzca la pérdida. Estas manifestaciones son:

  • Paciente inquieto, angustiado.
  • Piel fría, húmeda y pálida debido a la vasoconstricción.
  • Puede padecer cianosis.
  • El paciente tiene sed y se pueden apreciar signos de deshidratación (signo del pliegue cutáneo).
  • Taquicardia, como mecanismo de compensación.
  • Taquipnea, para compensar el déficit de oxígeno.
  • Descenso de la temperatura corporal.
  • Hipotensión arterial, por disminución del gasto cardíaco.
  • Pupilas isocóricas (inicialmente) y posible aparición de midriasis.
  • Lipotimia y somnolencia, debido a hipoxia cerebral.

Si no se actúa con rapidez, la evolución y el agravamiento de estos signos y síntomas pueden conducir al shock hipovolémico o hemorrágico y, posteriormente, a la muerte del paciente.

Objetivos de Enfermería en la Hemorragia

El objetivo principal es la interrupción de la hemorragia de la forma más rápida posible, priorizando las necesidades del paciente y sin perder de vista su estado general. Para ello, se establecen cuatro puntos básicos:

  1. Identificar el origen o la causa de la hemorragia.
  2. Reponer la volemia y componentes hemáticos perdidos, según la pauta dictada por el facultativo.
  3. Conseguir buena oxigenación y perfusión de los tejidos.
  4. Mantener el estado homeostático del paciente, y evitar que los parámetros vitales y de laboratorio se desvíen de las condiciones normales.

Deben seguirse los protocolos establecidos por cada centro asistencial para asegurar la fluidez y la interrelación del equipo, garantizando una aplicación certera de las medidas para restablecer la integridad y autonomía del paciente.

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