Maestros de la Retórica y el Arte Escénico en la Antigua Roma
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Terencio
Los prólogos de Terencio van dirigidos a personas cultas o versan sobre polémicas literarias. En la Hecyra observamos la digresión sobre la figura del actor, quien es responsable de una compañía que dirige y elige el repertorio. Es el motor de todo sistema teatral. En Roma no había ciudadanos actores, eran esclavos.
Cicerón
Ha sido considerado el orador más elocuente de Roma. En Sobre la Retórica observamos cómo este arte puede influir en la opinión y en los sentimientos de la gente, ya sea a través de la oratoria o de la literatura. Cicerón, junto con Quintiliano, es el gran maestro de este arte. La similitud entre texto hablado y texto interpretado hace que los manuales de retórica se conviertan en una de las fuentes más importantes para comprender el teatro de la época.
Quintiliano
Su fama se debe al libro sobre la oratoria, un manual para perfeccionar el habla de políticos, abogados, profesores y estudiantes. Se trata de un tratado de pedagogía y teoría literaria y nos sirve para conocer la técnica interpretativa. Afirma que la memoria es el tesoro de la elocuencia y la relaciona con la improvisación. Describe como temas todos los rasgos relacionados con la voz: dicción, entonación… La voz se ha de disponer armónicamente para no estar en disonancia con el discurso. La respiración no debe dejar cortada la frase. Para pronunciar lo que tenemos que decir en un período más largo, hemos de recoger el aliento, pero no durante largos períodos de tiempo ni con ruido. La forma adecuada de pronunciar el discurso es con las emociones internas del corazón (que hacen enternecer). Lo que se representa por imitación carece de fundamento natural. La voz revela el alma del pensante. Los gestos han de estar en consonancia con la voz y al servicio de la mente.
Luciano de Samosata
Escribe sobre la pantomima, un espectáculo teatral en el que se fundían danza y drama. El actor, en cada papel, emplea una máscara distinta con ropas llamativas. El texto de Luciano está planteado como un diálogo entre dos personajes. Cratón ataca la pantomima por frívola y afeminada, y Licinio la defiende como uno de los mayores placeres de la vida. Señala la antigüedad de la pantomima y menciona algunos personajes ilustres. Menciona el repertorio de la pantomima y las virtudes y defectos de sus intérpretes.
Sobre la Pantomima
El actor de pantomima necesita practicar con claridad para que todo lo que haga resulte evidente, sin necesidad de intérprete. La pantomima se compromete a mostrar costumbres y emociones y a representarlas. La representación es una exhibición de intelecto y es una expresión de actividad corporal. La danza no es solo agradable para los espectadores, sino que también es sanísima para sus ejecutantes. Los vicios de la pantomima son el movimiento irracional de muchos actores, el movimiento rítmico pero retrasado o anticipado... Los pantomimos tienen que estar provistos de todos los sentimientos humanos.