Maestros de la Escultura Moderna: Rodin, Picasso, Minne y Maillol
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Auguste Rodin
L'Âge d'airain (La Edad de Bronce)
Esta icónica obra de Rodin es conocida también por otros títulos como El Vencido, Hombre Primitivo o El Despertar del Hombre.
Estancia en Bélgica y Viaje a Italia (1871-1877)
Tras su desmovilización en enero de 1871, Rodin regresó a Bruselas, donde se estableció durante seis años, atraído por las oportunidades de trabajo ofrecidas por los burgomaestres. Esta estancia se vio interrumpida en 1876 por una peregrinación a Italia, donde descubrió Florencia, la Capilla de San Lorenzo y Roma. Miguel Ángel, a quien admiraba por encima de todo, le "dejó algunos de sus secretos".
Controversia y Reconocimiento de La Edad de Bronce
A su regreso, Rodin continuó trabajando en un desnudo masculino que lo había mantenido ocupado desde octubre de 1875. En enero de 1877, el yeso fue expuesto en el Círculo Artístico y Literario de Bruselas. Sin embargo, un artículo de L'Étoile belge afirmó que la obra había sido realizada a partir de un vaciado del natural. Esta acusación persiguió a Rodin cuando presentó su figura en París, en el Salón, bajo el título La Edad de Bronce.
Para defenderse, Rodin ofreció al jurado fotografías y vaciados. Sus amigos escultores belgas, como Gustave Biot, acudieron en su apoyo, declarando: "Encuentro extraño que en París, un certificado como el que me pide sea necesario; sin embargo, me complace y es todo un deber entregárselo".
A pesar del nombramiento de un director de Bellas Artes, Edmond Turquet, más benevolente con Rodin, el Consejo de Inspección, enviado en febrero de 1880, se negó a que este modelo fuera fundido en bronce. Fue entonces cuando intervinieron escultores reconocidos como Dubois, Falguière, Carrier-Belleuse, Chapu, Chaplain, Thomas y Delaplanche. Ellos demostraron que el talento de improvisación y memoria del escultor, así como "su excepcional energía y potencia de modelado", probaban que La Edad de Bronce no era ningún fraude.
Convencido, Turquet compró el yeso y encargó el bronce a la fundición Thiébaut frères. Este ejemplar, el del Museo de Orsay, fue expuesto en el Salón de 1880, donde Rodin fue galardonado con una medalla de tercera clase. La Edad de Bronce obtuvo un éxito internacional inmediato.
Pablo Picasso
Cabeza de picador con nariz rota (1903)
En 1903, Picasso modeló Cabeza de picador con nariz rota. Esta obra se inspiró en la escultura de Rodin Hombre de la nariz rota (1864) y en la temática de las tauromaquias.
Henri Matisse
La Jeannette V (1910-1913)
Una de las series de esculturas de cabezas femeninas de Matisse, que explora la simplificación y la abstracción de la forma.
George Minne
La Fontaine des Cinq Adolescents (1898)
Esta obra aborda el tema clásico de Narciso de las Metamorfosis de Ovidio, presentando un canon espiritual, huesudo, característico de la estética nórdica. Minne multiplica la figura cinco veces, teniendo como precedente Las Sombras de Adán de Rodin, logrando una composición más compleja que la figura puramente escueta. La escultura se multiplica en el agua, evocando el tema clásico de Narciso que se miraba en un espejo, un hedonismo clásico recuperado en el siglo XIX.
Minne conoció a Rodin en París y fue un artista simbolista, contemporáneo de Gustav Klimt en Viena. Su fuente utiliza un banco corrido que sirve para el descanso, lo que la convierte en una fuente moderna en contraposición a la fuente piramidal barroca. Aporta una modernización urbanística a través de este elemento. Esta fuente se encuentra en el Museo Folkwang de Essen, Alemania.
Innovación en la Talla Directa
Una de las innovaciones clave de Minne fue la recuperación de la talla directa en piedra, una técnica que se había dejado de utilizar en la segunda mitad del siglo XIX, recuperando así el lenguaje y la talla tradicional.
Aristide Maillol
Île-de-France
Esta escultura representa la Isla de Francia, donde se encuentra Notre-Dame, en un delta formado por el río Sena. La obra sugiere que del agua nace la cultura, la esencia de lo francés tradicional. La figura avanza hacia adelante, con un clasicismo que recuerda a la escultura de los siglos VII y VI a.C., y los brazos junto al cuerpo, evocando una serenidad atemporal.