Maestros del Barroco Español: Un Recorrido por Velázquez, Murillo y Ribera

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Diego Velázquez: El Genio del Siglo de Oro

Diego Velázquez, uno de los pintores más influyentes del Barroco español, destacó por su maestría en el retrato y su innovador uso de la luz y la perspectiva.

El Bufón Calabacillas (Don Juan Calabazas)

En este retrato, Velázquez se centra en el rostro del bufón, explorando su psicología con gran profundidad. Los fondos son poco detallistas, y la vestimenta no recibe la misma atención que la expresión facial, lo que subraya la importancia del personaje.

Retrato del Príncipe Baltasar Carlos

Este es uno de los retratos principales de la realeza realizados por Velázquez, mostrando su habilidad para capturar la esencia de sus modelos.

Retrato de Juan de Pareja

Este retrato, realizado por Velázquez con la ayuda de sus asistentes en su taller, funcionaba casi como un boceto o estudio dentro de sus pinturas. No estaba dedicado a la nobleza y, por lo tanto, no se le daba tanta importancia al fondo. Se aprecian ropas que no se corresponden con el estatus social del retratado, como el cuello, el cinturón que le cuelga, la ropa de terciopelo y la manga. La obra transmite una sensación de soberanía y seguridad, sugiriendo que Juan de Pareja, un esclavo liberado, no se sentía como tal. Velázquez logra una profunda caracterización física y psicológica del personaje.

Retrato de Inocencio X

Realizado durante el segundo viaje de Velázquez a Italia, este es considerado uno de sus retratos más poderosos. Se enmarca en el contexto de la Contrarreforma frente al protestantismo. Velázquez utiliza colores como el blanco y el rojo para representar magistralmente la piel y la textura de la ropa. El retrato psicológico transmite la personalidad del Papa con una notable irritabilidad y una fuerza inherente, presentándolo como un pontífice en la dinastía de los mortales.

Las Meninas (La familia de Felipe IV)

Esta obra maestra, perteneciente a la última etapa de Velázquez, es una de las más complejas y enigmáticas. Representa a la familia real de Felipe IV, junto al pintor, sirvientes y el espectador. La escena se desarrolla en el Alcázar Real, y Velázquez se autorretrata pintando. Se aprecian cuadros de Rubens que Velázquez trajo de Italia. El mayordomo de palacio actúa como un punto de fuga visual. La composición incluye a los bufones, la infanta Margarita, las damas de compañía y otros personajes. Los reyes aparecen reflejados en un espejo, una posible influencia de la pintura gótica. Velázquez capta un momento en el que el rey y la reina entran en la estancia, dando la sensación de que nos está pintando a nosotros, los espectadores. La composición es equilibrada, con la infanta en el centro. El artista coloca numerosos personajes en diversos planos para crear una profunda sensación de profundidad, utilizando predominantemente colores fríos.

Las Hilanderas (La Fábula de Aracne)

En esta obra, Velázquez destaca el rostro de Aracne cuando era joven, y las telas son representadas con una calidad que evoca escenas teatrales, mostrando su virtuosismo en la representación de texturas y movimiento.

Bartolomé Esteban Murillo: La Dulzura del Barroco Sevillano

Murillo es conocido por sus temas infantiles y su estilo que combina la influencia de Caravaggio con un naturalismo amable y dulce. A menudo, la naturaleza en sus obras es más idealizada de lo que representa la realidad.

El Mendigo se Espulga (Joven mendigo)

En esta escena de género, la luz de la ventana incide en el muchacho a través de líneas diagonales, creando un efecto dramático. Los elementos de la composición reflejan una naturaleza de época.

La Sagrada Familia del Pajarito

Murillo humaniza a la Sagrada Familia, presentándola como una familia normal. La atención se centra en el Niño Jesús, quien ilumina la escena con su presencia mientras juega con un pajarillo. Un perro completa la composición, añadiendo un toque de cotidianidad.

José de Ribera: El Tenebrismo Dramático

Ribera se caracteriza por un tenebrismo violento en sus obras y por los contrastes luminosos que definen su estilo.

El Calvario

Esta obra corresponde a su primera etapa, caracterizada por violentos contrastes de luz y sombra, un escaso número de figuras y un fondo negro. Destaca por el juego de luces y sombras, donde las figuras se difuminan. Las expresiones son de las más emotivas en las representaciones de la crucifixión de Cristo.

El Patizambo (El pie varo)

Esta pintura transmite la enfermedad del personaje. Destaca el paisaje en la representación, correspondiente a su segunda etapa, donde las obras ganan en luminosidad y riqueza cromática. Las composiciones demuestran mayor elaboración y dinamismo, transmitiendo una sensación de alegría. La figura principal destaca sobre el paisaje.

Arquímedes

Esta obra pertenece a la tercera etapa de Ribera, en la que vuelve a oscurecer su paleta, retomando el tenebrismo inicial. La escena se desarrolla en un lugar cerrado, y la luz ilumina el rostro del personaje y un papel, simbolizando el saber y la representación del estudioso. A pesar de su erudición, el personaje es representado con una apariencia ruda y tosca, creando un contraste entre su intelecto y su aspecto físico.

Martirio de San Felipe

El fondo de esta obra es aclarado y grisáceo, mostrando la influencia de la pintura veneciana. Los rasgos anatómicos están marcadamente definidos. La composición está dominada por líneas diagonales de grupos de figuras a la derecha, observando, y una mujer que permanece impasible. San Felipe fue levantado en la cruz sin ser clavado, sino atado. Las figuras que lo ensalzan son bruscas, mientras que él se muestra resignado.

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